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El verdadero san Valentín reposa en la Colegiata de Toro

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La cabeza del obispo patrón de los enamorados se venera mañana en las eucaristías del templo mayor del pueblo zamorano
Millones de parejas en todo el mundo celebrarán el día de San Valentín, pero pocas conocerán la vida de este santo patrón de los enamorados y, menos aún, que no existe un san Valentín, sino tres. Acerca de dos de ellos no se tienen apenas datos. Uno era sacerdote y murió en la persecución contra los cristianos al final del siglo III. El otro falleció mártir en África con un grupo de compañeros. El tercero, más famoso gracias a la popularidad que le han otorgado los centros comerciales, fue un obispo romano que, según las leyendas, fue decapitado en el siglo III por casar parejas en secreto, ya que el emperador lo había prohibido por considerar que los soldados casados no eran tan eficientes como los solteros.

Precisamente su reliquia, el cráneo del obispo, se conserva en la Colegiata Santa María la Mayor de Toro, en Zamora, desde el siglo XVI. Mañana, los feligreses podrán venerarla en las eucaristías que se celebrarán en el templo a las 13 y las 20 horas, según ha informado el Obispado de Zamora.

Los documentos que se conservan de la época indican que esta reliquia perteneció a Diego Enríquez, capellán del emperador Carlos I, a quien el nuncio del entonces Papa, Pablo III, concedió en abril de 1545 licencia para su colocación en la Colegiata de Toro.

La reliquia se encuentra enmarcada por una caja ovalada de plata, obra del siglo XVI, y a la que un siglo después se le añadieron cabezas de ángeles alados en los cuatro extremos. Junto a ella, la Colegiata atesora otras dos representaciones del santo: una imagen neoclásica de gran tamaño realizada en 1788 por Pedro León de Sedano y una tabla que representa su martirio, realizada en la misma época por Baltasar de Coca.


Indulgencia por visitar al santo

- El nuncio del Papa Pablo III concedió en el siglo XVI «multitud de indulgencias» para los fieles que visitaran la reliquia de san Valentín, aunque tendría que pasar más de un siglo para que se impulsara el culto al santo.

- Fue en 1682 cuando el canónigo de la Colegiata de Toro, Valentín Tejederas, consiguió que el Papa Inocencio XI concediera indulgencia plenaria cada siete años a todos los fieles que visitaran la capilla del santo y veneraran su reliquia, además de conceder el Jubileo a los hermanos de la cofradía de san Valentín, una de las más importantes de Toro.

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