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LOS ALERCES Viaje por tierras mapuches

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Muy cerca de Esquel, nace uno de los Parques Nacionales con algunos de los paisajes más increíbles de la Patagonia.
Al dejar Esquel hacia el Oeste, el camino serpentea entre la estepa y sube. Al llegar a alturas vertiginosas se ve el principio de las 263 mil hectáreas que del Parque Nacional Los Alerces.

Sobre la Ruta Provincial 71, el verde se hace más intenso y los bosques andino patagónicos dan la bienvenida en la Villa Futalaufquen. En un paraje de sueño, en el que no existen ni las estaciones de servicio o los cajeros automáticos, poco más de cien lugareños comparten su vida con los turistas cada temporada.

La sabiduría Mapuche bautizó Futalauquen -Futa (Lago) Laufquen (Grande)-, al lago que baña las cosas de la pequeña Villa, en la que además está la Intendencia del Parque Nacional y un Centro de Informes con un Museo patagónico.

Con restaurante, proveeduría, campings libres, agrestes y organizados, y hosterías, en los alrededores de la aldea hay una inmensidad de senderos para hacer excursiones de variada intensidad y para toda la familia.

Al atravesar los coihues, entre los arrayanes y la costa del lago, en menos de una caminata suave se llega al Puerto Limonao. Desde ahí salen embarcaciones que trasladan la aventura por La Brava -la parte más picante del Futalaufquen- para llegar al Lago Krugger. Al volver, y siguiendo la "Ruta de los Lagos" llega uno de los puntos más codiciados. Con muy pocos kilómetros de distancia como para recorrer en una apacible paseo-, aparecen: la pasarela sobre el Río Arrayanes (foto), el Río y el Lago Menéndez, y el Lago Verde, con su afluente el Río Rivadavia.

Debajo de la pasarela se aprecia un río completamente verde, en el que además de las piedras en el fondo se ven algunas truchas en movimiento, lo que descarta la posibilidad de que sea la obra de un pintor inspirado.

La senda de a pie acompaña a un caudaloso Río Menéndez, y mientras se contemplan -con indicaciones- todas las especies animales y vegetales que habitan el bosque patagónico.

Con una subida breve pero algo empinada se accede al "Mirador del Verde". Allí la imagen está perfectamente acompañada por el sonido del viento entre los ñires y los Alerces milenarios.

Unos 16 kilómetros más arriba -hacia Cholila-, aparece el Lago Rivadavia y el encanto del Parque ya surte efecto. Los lagos, las montañas y el bosque volvieron a celebrar el hechizo.

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