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Valencia se abre al modernismo catalán

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Sobre la influencia y la huella que ha dejado el modernismo en el arte europeo no está todo dicho, "tenemos un conocimiento superficial", afirmaba ayer el crítico de arte Tomàs Llorens. Y en lo que se refiere al modernismo catalán, un episodio intenso y corto de la historia de la cultura, fascinante, al que se sumaron algunos de los artistas más representativos de entre siglos –de mediados de 1880 a fines de la primera década del XX–, tampoco.

Así lo ha entendido el IVAM de Valencia, que desde esta hipótesis ha programado una ambiciosa muestra que, con el título De Gaudí a Picasso, ofrece un recorrido, con fuerte vocación pedagógica, de un movimiento que dejó una marca profunda en la memoria colectiva y que quedó registrado en todos los relatos de la historia cultural española y, especialmente, en la catalana.


LA EXPOSICIÓN

'De Gaudí a Picasso'
IVAM Guillem de Castro, 118 Valencia.
Tel. 96-386-30-00
www.ivam.es
Hasta el 27 de junio del 2010

La exposición, comisariada por los críticos de arte Tomàs Llorens y Boye Llorens, centra la mirada en el arte catalán, lo que traduce, en una Valencia antaño convulsa por las relaciones con Catalunya, un esperanzador hecho de normalidad: en el mejor museo valenciano se presenta un episodio clave de la cultura catalana. Se presta especial atención en la muestra a la obra de juventud de Picasso y Julio González, artistas que se formaron durante el modernismo y llegaron a ocupar un lugar destacado en la historia de la pintura y la escultura del siglo XX.

Se hace una excepción con Gaudí, cuya presencia, a juicio del IVAM, era indispensable en la apreciación del modernismo. La directora del IVAM, Consuelo Císcar, valoró que "esta exposición viene acotada por la presencia de Gaudí, quien marcó el rumbo de nuevos caminos hacia el pensamiento moderno, y Picasso, uno de los principales baluartes del cambio profundo que iba a protagonizar el arte moderno".

Para el crítico de arte Daniel Giralt-Miracle, el modernismo catalán tuvo en Picasso y Gaudí "dos figuras capitales, pero mientras el primero fue reconocido muy pronto como el artista más relevante del siglo XX, no pasó lo mismo con el segundo que, a pesar de la contundencia de su obra, tardó mucho en ser valorado".

La muestra analiza temáticas tales como Casas y Rusiñol, pintores de la vida moderna; el simbolismo en Catalunya; el fenómeno Gaudí; Mir y Anglada Camarasa; Nonell y el miserabilismo; Picasso y la comunidad catalana en París; la inflexión clasicista y el final del modernismo.

Císcar destacó ayer que el modernismo no nace de manera aislada, sino que es el reflejo de una corriente europea "que llevaba consigo aires de cambio y progreso en todas las disciplinas sociales y culturales; y que provocó una enorme transgresión con el pasado y un punto de encuentro que conformaría las tendencias del siglo XX".

En el caso del modernismo catalán, en su génesis, tuvo una influencia decisiva el desarrollo urbano de Barcelona, que condicionó el marco sociocultural y aportó muchos de sus contenidos. La sociedad catalana, que se industrializó en la segunda mitad del XIX, sobre todo en la época de la Restauración, conoció el proceso del papel creciente de la ciudad como centro de comercio y comunicaciones.

En ese marco se desarrolló la actividad artística de unos creadores de los que algunos quedarían seducidos por la corriente espiritualista. Asociada en parte a la actividad del Cercle Artístic Sant Lluch, al que perteneció Gaudí, esta tendencia renegó del progresismo materialista y el positivismo que inspiró los inicios de la belle époque; y empleó los recursos del simbolismo, que se extendía desde el norte de Europa para forjar la imagen más distintiva del modernismo.

La última etapa del modernismo estuvo protagonizada por Mir, Anglada, González, Sunyer, Nonell o Picasso; una generación que maduró avanzado el siglo XX adoptando unas posiciones en las que no se aprecia ya ningún rastro decimonónico por la vida moderna que había marcado el inicio del movimiento modernista.

El modernismo, según Tomàs Llorens, podría abordarse "como la expresión de una crisis social que marcó la vida social, no sólo europea, sino también, y de modo particular y con rasgos diferenciadores, española y catalana".

El entusiasmo modernista se disipó rápidamente en Barcelona a lo largo de la primera década del siglo XX. Este declive preside la trayectoria de los artistas de la segunda generación y marca sus eventuales aportaciones a las vanguardias.

La gran figura emergente es sin duda Picasso; y en torno a él se congregaron otros artistas jóvenes como Hugué, Canals, Sunyer o los hermanos Joan y Julio González, residentes todos ellos en París y que serían conocidos como la bande catalane. Para Llorens, el modernismo osciló entre el entusiasmo y la reacción frente a la modernidad, con una apertura al exterior en plena crisis económica y social.

UNA AMBICIOSA PANORÁMICA DE UNA ÉPOCA

Más de 100 obras y casi tres años de investigación
Las 125 obras de la muestra –58 pinturas, 33 dibujos, nueve esculturas, 22 elementos ornamentales, mobiliario, maquetas y un audiovisual– proceden de diversos museos, fundaciones, entidades públicas y privadas como el MNAC, el Museu Picasso, la Fundació Caixa Catalunya, el Prado o el Reina Sofía; e incluso algunas piezas, como subrayó Tomàs Llorens, han sido localizadas "en las trastiendas y fondos particulares".


Para reunirlas, los comisarios han trabajado durante dos años y medio. La fascinación de los adscritos al modernismo catalán por el espíritu metropolitano, que tan bien plasmaron autores como Ramon Casas y Santiago Rusiñol, forma parte del inicio de un recorrido por el IVAM en el que también se descubren una serie de retratos firmados por Casas de los artistas que se reunían en el emblemático café Els Quatre Gats de Barcelona.


Las obras de Pablo Picasso –retratos, dibujos y pinturas– así como las espectaculares ornamentaciones, mobiliario, maquetas y planos de Gaudí abarcan la parte central de la exposición. Las pinturas de Hermenegildo Anglada-Camarasa, Joaquim Mir, el miserabilismo de Isidre Nonell, los dibujos y pinturas de Julio González, además de obras de otros autores, completan la muestra.


El IVAM ha editado un catálogo de la exposición que reproduce las piezas expuestas y publica textos de Daniel Giralt-Miracle, Francesc Fontbona, Mercè Doñate, Marilyn McCully, Tomàs Llorens y Boye Llorens.

SALVADOR ENGUIX | Valencia

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