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La Semana Santa - como se festejaba en Presburgo

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En Bratislava no existía la costumbre de que los hombres arrojaran agua sobre las mujeres durante la celebración de la Semana Santa. Los varones sólo de manera decente le echaban agua de colonia a las féminas. Los huevos decorados de la forma variada en que lo conocemos hoy no existían en el antiguo Presburgo. Acerca de las costumbres de la Semana Santa en Presburgo nos habla la guía de turismo Magda Rakytiaková:

”Los bratislavenses eran personas muy creyentes, interpretaban la llegada de la primavera como el inicio de una nueva vida, como la época en que todos los árboles florecían. Con la primavera comenzaban también los paseos de la gente por el bosque. Por ejemplo, eran bien conocidos los paseos por el parque Železná Studienka. Otro de los sitios preferidos por los bratislavenses era la zona de Petržalka, donde crecía el alhelí y otras flores típicas de la primavera en nuestra región. Podemos decir que cada persona volvía a casa con un pequeňo ramo de estas flores en la mano.”

Imaginémonos Bratislava hace más de 80 aňos, no había existía la radio ni la tele y toda actividad social se desarrollaba en los hogares y en las iglesias.

”En los palacios de la ciudad se celebraban conciertos en los que actuaban artistas de reconocido prestigio, provenientes de Budapest, de Viena. La catedral de San Martín fue testigo de la presentación de numerosos compositores. En Presburgo actuaron virtuosos como Franz Liszt y sonó la música de Beethoven. Es decir, además de la música que se escuchaba en los servicios religiosos, los viejos bratislavenses disfrutaron de la música que se tocaba en las fiestas.” La Sra. Rakytiaková nos invita a echarle un vistazo al interior de los hogares, para conocer que se comía en Presburgo durante la Pascua: ”Entre los platos típicos estaba el cordero, que debía ser joven. Se sacrificaba con varios días de antelación. La carne debía reposar en una cazuela con leche varias horas. De esta manera se conseguía una carne más suave y que el tiempo de cocción fuera menor. Este plato se servía el domingo de Resurrección. El jueves santo lo habitual era comer espinacas o alguna comida que fuera de color verde. Los varones iban a la orilla del río Danubio a por el sauce, que posteriormente empleaban para elaborar los látigos. Las muchachas también solían acercarse al río pero su objetivo era otro: soltarse el pelo o deshacer las trenzas en plena naturaleza. Se decía que esto les proporcionaba belleza para la primavera y todo el verano.” Sobre la vigilia del Viernes Santo nos dice: ”Las personas respetaban la cuaresma. Durante el día se comía un plato conocido con el nombre de “makové rezance”, una especie de pasta con adormidera. Mientras más adormidera hubiera en ese comida más dinero tendría la familia.”

El jueves las campanas de las iglesias no sonaban y ni siquiera se tocaba el órgano, en lugar de esto, la gente usaba las matracas. Se decía que las campanas se había marchado rumbo a Roma. El viernes, para la Iglesia significaba el día de la muerte de Jesucristo. El cuerpo de Jesucristo era expuesto simbólicamente en las iglesias, a ambos lados del cuerpo había dos jovencitas que lo cuidaban. Estas chicas rotaban cada una hora. Los creyentes que entraban en la iglesia podían rezar delante del cuerpo de Jesús. En la Bratislava de aquel entonces el sábado santo era el día de las procesiones, en ocasiones hasta se escuchaba el ruido de las balas salva. Esta celebración no sólo atraía la atención de los creyentes cristianos. El domingo de resurrección, además del cordero asado no podía faltar de postre un pastel llamado Pascha.

”Se trata de un postre, de un pastel que no se hornea. Los principales ingredientes eran: requesón, huevo, crema de leche, vainilla, pasas. Todo se mezclaba formando una masa compacta a la que finalmente se le aňadía azúcar en polvo y almendras”, nos cuenta Magda Rakytiaková. El huevo es otro de los símbolos de la Semana Santa, en Presburgo sin embargo, tenía también otro significado diferente del decorativo. Un huevo era cortado en varias porciones que equivalían a la cantidad de personas que estaban sentadas a la mesa.

”Ello significaba que si una persona se distanciaba o separaba de la familia por mucho tiempo, siempre debía tener en mente con quien había compartido ese plato y esto era seňal de que tenía que regresar al seno de esa familia,” aňade nuestra guía.

Jose Portuondo, RSI

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