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El arte a través de los siglos MANOLO DO RÍO

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Los diálogos culturales es bien sabido que no son solo procesos horizontales, entre los habitantes de un lugar y de una época. Extienden una poderosa raíz en los campos de la diacronía, rescatando las obras del pasado remoto, dándoles una nueva vida y con nuevos significados. Que el diálogo de los objetos antiguos con los modernos sea en diferido confiere, eso si, una faceta mayor de enigma, esfinge, jeroglífico y laberinto: hay que aprender a navegar por «mares denantes nunca navegados», navegar por caminos que están olvidados bajo el polvo del tiempo, o trenzar nuevas redes y contactos que de seguro habían de sorprender a los primeros creadores.

Es en este marco en el que debemos leer y encuadrar la exposición «Santiago punto de encontro», obra conjunta de la Fundación Caixa Galicia y del Xacobeo 2010. El recorrido cronológico abarca desde el lejano siglo XII hasta el presente más inmediato, en un fresco de contacto de diferentes tradiciones artísticas antiguas y modernas, de arte sacro (el más abundante si miramos hacia atrás) y profano (el más moderno).
La exposición, que abre sus puertas a los espectadores hasta el mes de noviembre, permitirá a los visitantes conocer por vez primera y fuera de los solemnes marcos de la Catedral algunas de las piezas desconocidas de sus colecciones, difícilmente encontradas a veces en furtivas visitas al Museo de la Catedral. Piezas como el Santiago Sedente del Altar Mayor, obra de Xoán Antonio García de Bouzas; o el San Mateo esculpido por el Maestro Mateo en el siglo XII. Dentro de las piezas recientes, figuran nombres conocidos coma los de Dalí, Picasso, Mallo, Seoane, Lugrís y Leiro. Sobre el complejo entretejerse de las obras nos hace de guía e hilo de Ariadna las palabras de Juan Monterroso, uno de los comisarios de la exposición.
Según él, «Para poder poner en relación ambos grupos, en la exposición se habla del hecho artístico en sí, del arte como cultura. Intentamos ver qué hay de esencial en estas creaciones humanas, cuál es el sustrato común». Es en esta confrontación en la que deberemos buscar el carácter novedoso a esta exposición. «No buscamos la provocación por la provocación, sino invitar a la reflexión y también sorprender», afirma Monterroso, quien asegura que las pequeñas fricciones que puedan surgir por la convivencia de obras de procedencia tan dispar debe limarlas la perspectiva de que fueron creadas con casi un milenio de diferencia, del siglo XII al XXI.
Los contrastes son evidentes, abundantes, enriquecedores. Un ejemplo lo dan las figuras carnavalescas de los Cabezudos (del siglo XVIII) que riman y se contraponen con Las máscaras, de Maruja Mallo, para demostrar que la caricatura y la deformación del canon de los cuerpos es un lenguaje del arte.
Al mismo tiempo, vemos en los paralelos la confirmación de que los maestros modernos miraban hacia el pasado, hacia las «tradiciones otras» que la historia artística y académica había negado; tradiciones otras que van más allá de la estereotípica máscara africana de Picasso, y que toca na las formas creativas y populares, como las piezas del carnaval, y otras muestras que tradicionalmente han sido apartadas bajo el disimulado epíteto de «artesanía». Del mismo modo, habrá salas dedicadas a imágenes incómodas, a poner en valor los pequeños detalles, a la liturgia de lo cotidiano o a reflexionar sobre el origen del mundo. La propuesta, que estará alojada en la antigua Casa Grande do Pozo, también invita a reflexionar sobre el papel que el arte ha jugado en la sociedad en los últimos siglos, «como las obras se llegaron a convertir en objetos, más o menos cómodos, dentro de su época o a lo largo del tempo», en palabras de José Manuel García Iglesias, director de Acción Social de Caixa Galicia. «Tener la oportunidad de que obras de Millares o Darío Villalba puedan dialogar con una Piedad hispano-flamenca, con un San Sebastián del siglo XV o con un Martirio de San Andrés de García de Bouzas», continúa García Iglesias, «es un magnífico momento para descubrir, por ejemplo, que estos factores, el dolor, la angustia y el sufrimiento, son parte esencial de la vida, hoy y hace mil anos».
UN ABANICO DE CREATIVIDAD. En total, en la sede de la Fundación Caixa Galicia se han reunido 58 piezas en multitud de soportes y formatos, en una cita histórica para el arte gallego en la que, también por primera vez, el público podrá ver algunas obras antiguas recuperadas para el acervo patrimonial gallego después de los procesos de restauración acometidos con el patrocinio de la entidad financiera.
La muestra se encuentra dividida en 10 capítulos temáticos, que podemos comentar brevemente. Empezamos por Tomando Posicións (cuadros de Picasso y Chillida junto a un tímpano anónimo del siglo XIV, y todo bajo la batuta de una célebre cita de Foucault, crítica con los mitos de la autoría y del significado unilineal: «Estamos acostumbrados a decir que el autor es la instancia creadora de la que brota una obra en la que se deposita, con infinita riqueza y generosidad, un mundo inagotable de significaciones. Estamos acostumbrados a pensar que el autor es tan diferente a todos los demás hombres, hasta tal punto transcendente a todos los lenguajes, que a partir del momento en que habla, el sentido prolifera y prolifera indefinidamente. Pero el autor es el principio de economía en la proliferación del sentido. Por consiguiente, debemos proceder al derrocamento de la idea tradicional de autor».
Sigue el muestrario con «Imaxes Incómodas» (Castelao, Leiro) donde entra claramente la crítica social y su declarada voluntad de incomodar y remover las conciencias del espectador; luego «O Estado das pequenas cousas» valora el detalle y lo fraccional, la ruina y del detalle, como transcurre una acción, como se imagina el pintor una devoción ourensana, como se visten los personajes participantes en una escena o cual es el gesto de un retrato o los detalles de un bordado, todos ellos detalles que adquieren un valor significativo una vez que el espectador los identifica, y que podemos ver en los trozos rotos y sueltos de la catedral compostelana o en un retrato de Asorey; «Con vocación de estilo» enfatiza las tendencias internacionales más allá de los artistas individuales, y como se aclimatan los grandes modelos a nuestra historia concreta, visto a través de Pardo, Rodeiro, Urbano Lugrís, o los cartones de Goya, Caravaggio y Ferreiro.
«A liturxia do cotián» ilustra la vida cotidiana de todas las épocas, ya sea en cuadro, fotografía, colgadura o relieve; «No tempo e no espazo» tiene en Manolo Paz, o Jorge Barbi ilustraciones de la repetición del motivo para construir un órden complejo en sus fustes con cuerda reforzada en hilo de metal sobre la antigua fachada de la catedral; «Tempo de música e Xogos» toca la nota de la interdisciplinariedad, y de la música que suena tras las pinceladas de Goya o Luís Seoane; «A orixe do mundo» templa la cuerda inicial y genésica que suena distinta en las vírgenes y santas del pasado o en las mujeres campesinas de Maside; si en el caso del arte religioso esta interpretación se encarna en las figuras de María y las diferentes Santas y Mártires, en el arte contemporáneo la descubrimos también en las chicas pintadas por Sotomayor, en las madres como la de Julia Minguillón o en las damas como la de Elvira Santiso. Todas ellas responden a unos pocos de los muchos papeles en los que la sociedad las quiso imaginar «A dor dunha mirada» investigada el universal sentimiento humano del dolor a través de los tiempos y los artistas, con el cuerpo humano atormentado de San Sebastianes y San Andreses, la mirada intensa de «El místico» de Darío Villalba, o la virulencia gestual de Dali, Broto o Millares. «Que se realice el tránsito entre nuestra mirada y nuestras emociones», afirman los responsables del montaje, «depende únicamente de la capacidad que tengamos para proyectar sobre las obras nuestras experiencias persoales». Finalmente, cerramos con «Sen Escala» esta exposición y el juego de apócrifos de sus piezas y su (in)posible encaje, con obras de Maruja Mallo, Valeska Soares o Rafael de la Torre Mirón, que tienen en común que se serviron de la percepción aumentada. Y tal percepción aumentada llevarán los espectadores, también, que pasen sus pasos por esta interesante muestra y puedan degustarla, como el entremés, ágape y generoso banquete que es. n

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