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Pordenone Montanari, el inesperado hallazgo del arte europeo

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Pordenone Montanari es un artista de 73 años que durante décadas decidió trabajar al margen de los circuitos oficiales del arte y que, casi involuntariamente, se ha convertido en el gran hallazgo del arte italiano y europeo de los últimos años.

Recluido desde 1992 en una villa del norte de Italia y con su mujer como único contacto con el mundo exterior, Montanari pasó casi dos décadas dedicado exclusivamente a la pintura, la escultura y la escritura, en un intento deliberado de vivir sólo para el arte.

En ese tiempo produjo cientos de obras, de las que este miércoles podrá verse públicamente una primera muestra en una exposición en el Instituto Italiano de Cultura de Londres, que estará abierta hasta el 6 de octubre y que ha despertado una gran expectación.

En la inauguración no estará Montanari, empeñado en mantenerse al margen de la atención pública y cuya peculiar historia fue dada a conocer por la prensa británica, después de que un empresario, Raja Khara, se topara por casualidad con su obra cuando visitó la villa de Montanari y de su esposa, que la habían puesto a la venta.

Khara quedó fascinado con el lugar y con la historia, y decidió comprar la casa y numerosas obras de Montanari, en asociación con Ragun Rangachari, el director de una gran firma inversora.

El siguiente paso fue preparar esta primera exposición en la capital británica, que tiene como comisarios a Edward Lucie-Smith, un prestigioso historiador del arte, y Rossana Pittelli, experta en arte y agregada del Instituto Italiano de Cultura.

Pittelli manifestó hoy a Efe que la historia de Montanari "es más que una curiosa historia dentro del mundo del arte; es ante todo la historia de un ser humano, de un artista que no quiere formar parte del circo del arte, y también una gran historia de amor".

La experta destacó el papel de Flavia, esposa de Montanari y la única compañía en su encierro, durante el que el artista salió de la villa sólo en media docena de ocasiones, para votar, para renovarse la licencia de conducir y para comprarse unos zapatos.

"Flavia dice que no tuvieron hijos porque ella tenía que cuidar de Amerigo (el nombre real de Montanari, que tomó el sobrenombre de Pordenone por su lugar de residencia en el Piamonte)", señaló.

Pittelli es consciente de que habrá críticos que pondrán en cuestión la valía artística de la obra del pintor italiano, como David Lee, actor de la revista de arte "The Jackdaw", que restó importancia a la irrupción mediática de Montanari.

"¿Es este artista un nuevo Picasso? No. Cada año aparece un nuevo Picasso y al año siguiente nadie se acuerda de su nombre", manifestó Lee, cuyo escepticismo es algo que comprende Pittelli, quien no obstante da más importancia "al veredicto del público".

"Si detrás hay un agente que gana dinero con todo esto, es algo que no hace mal a nadie, y lo que es indiscutible es el valor artístico del trabajo de Montanari", destacó la comisaria, que se confesó apasionada y deslumbrada "por el hecho de que en el año 2010 pueda darse aún una historia de arte y de amor tan auténtica".

Ver la obra de Montanari seleccionada para la exposición en Londres es como hacer un rápido recorrido por la historia del arte europeo del siglo XX, y son inevitables las comparaciones a cada paso con Picasso, Chagall, Matisse, Schiele o Bacon.

Cada cuadro, que en la mayoría de los casos incluye figuras femeninas, parece un compendio sutil y personalizado de todos ellos, algo que Montanari tiene asumido y que ignora, sobre todo porque logra mantenerse en su burbuja al margen de todo.

"Lo que más le molesta es que le comparen con Chagall. No hay que mencionárselo", explicó Pittelli.

Nacido en 1937, Montanari estudió Filosofía y Arte, vivió el mayo del 68 francés y residió entre España y Alemania hasta que se instaló definitivamente en Milán (Italia) en 1977, donde su mujer trabajó como inversora en el banco Crédit Commerciale.

Fue esta institución la que patrocinó y compró las obras de su única exposición individual anterior en 1986, lo que permitió a la pareja comprar la casa de Pordenone que ahora le ha hecho famoso.

Aparentemente Montanari sigue al margen del revuelo creado en torno a su trabajo y en su única entrevista, concedida a "The Sunday Times", declaró que no está interesado por lo que pasa en Londres.

"No quiero ser masticado por la trituradora de carne del consumismo. No busco la fama ni el reconocimiento. Nunca me ha interesado el dinero. Todo lo que quiero es seguir desarrollando en paz mi trabajo", dijo el artista a este diario.

Montanari pinta por el placer de pintar y asegura: "Una vez que he terminado un cuadro, pierdo por completo el interés; mi único vínculo emocional es con el proceso creativo".

De lo que no hay duda es de que Montanari es un idealista, porque espera que sus obras no se conviertan ahora en moneda de cambio de quienes quieren hacer un negocio especulativo con sus cuadros.

"Sería una catástrofe que mis trabajos empezaran a venderse por sumas ridículas. Por mi parte, lo único que deseo es tener buena salud para poder pintar durante una década más", dijo al "Times".

Fernando Puchol

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