Ultimas noticias:




Los Padres son los mejores maestros de sus hijos

|

Por Monseñor Martín Dávila Gándara / Con este escrito seguimos continuando, con el propósito y misión que tengo como Obispo Católico de seguir dando los elementos necesarios.
de conocimiento para el buen desempeño, primero en la buena relación de pareja en los esposos en el matrimonio y la buena educación en los hijos en una autentica familia cristiana.


Por esto mismo, nunca nos cansaremos de repetir que los padres son los más importantes maestros de sus hijos. Como adulto, el niño reflejará su influencia en un grado mayor del que probablemente sus padres imaginan, “del mismo modo en que ellos reflejan la personalidad de sus propios padres”. Incluso si los padres rehúsan ejercer su responsabilidad de educarlos, dejan su huella en la personalidad del niño, a pesar de todo. Por ejemplo, un padre que abandona a su familia cuando su hijo es aún criatura, deja una impresión sobre el niño que no será erradicada nunca; este dirá en efecto, la paternidad no vale la pena y que las obligaciones de un padre son más de lo que un hombre puede soportar.

Por lo tanto, los padres tienen una gran responsabilidad, pero también una oportunidad, que aprovecharán si se dan cuenta de los beneficios que la humanidad podrá alcanzar si se guían por verdaderos principios cristianos. Ésta influencia maravillosa de los padres se extenderá no sólo sobre sus hijos, sino sobre los hijos de sus hijos y aún a muchas otras generaciones por nacer. Los simples actos devotos pueden ayudar a un número incalculable de personas a ir al cielo, o bien el mal ejemplo de los padres puede ser la causa que los conduzca a la condenación.

LO QUE EL HIJO NECESITA. A fin de llegar a ser un adulto que honre a Dios y sirva a su prójimo en la forma que Dios se ha propuesto, el hijo necesita un sentimiento de seguridad, que sólo puede provenir del amor y bondad de sus padres. Cuando un niño nace, entra en un ambiente extraño. Antes de su nacimiento, el niño estaba protegido, calentando y alimentado por un proceso automático. Luego su mundo cambió repentinamente: se encontró con el frío, el hambre y el sufrimiento. Nunca más en la Tierra gozará del sentimiento de paz y bienestar que experimentó en el seno materno. Dice el psiquiatra Dr. Robert Odenwald, que la necesidad de seguridad del niño será la parte más importante del parentesco de los padres con él. Su conducta en los próximos años de su vida reflejará si los padres le han proporcionado o negado; el grado de madurez que adquiera cuando adulto dependerá directamente de cuanta seguridad le hayan dado sus padres en su edad temprana.

“Se puede fomentar mejor un sentimiento de seguridad en el bebé o en el niño mayorcito dándole un cuidado uniforme, y comprensivo”. “Poniendo atención amorosa a sus necesidades, como tomarlo en sus brazos y mecerlo, crea una constante continuidad que lo hace sentirse seguro. Una de las primeras cosas que se descubrirán en el hijo es su constante demanda de congruencia. Sáquesele de su lecho acostumbrado, cámbiele algo a su alimentación o en su juguete favorito, o ponga a su cuidado una persona nueva por poco tiempo, y se pondrá a llorar durante horas, todo ello demuestra la evidencia de su deseo de seguridad y de su profunda infelicidad cuando no se le proporciona”.

A medida que el niño se desarrolla, se le puede proporcionar un sentimiento de seguridad haciéndole saber constantemente que se está interesado en él como persona y que se le desea y ama. Pocos padres admitirán abiertamente que no aman a su hijo; sin embargo, muchos demuestran que no deseaban su nacimiento, con sus acciones. Algunas parejas descubren que un hijo pequeño interfiere en su persecución del placer: como el no poder asistir a muchos bailes o permanecer fuera de casa hasta la madrugada cuando una criatura demanda su atención a la hora que marca el reloj. Otras pueden resentir subconscientemente el hecho de que tienen que dejar de gastar, en licores, vestidos o autos; tienen que apretarse el cinturón para sostener a su bebé. Otras parejas inmaduras consideran a la criatura como una amenaza para su influencia sobre el afecto de su compañero.

Cuando existen estos resentimientos, los padres tal vez no los expresen abiertamente; no es una cosa “correcta” hacerlo. Pero pueden mostrar actitudes que expresen sus verdaderos sentimientos. Una de ellas es el perfeccionismo. Los que no atreverían a rechazar a su hijo de una manera clara, “como, abandonándolo en puerta de Iglesia”, pero pueden poner normas de conducta a las cuales ningún ser humano podría conformarse. Los padres típicamente perfeccionistas por lo general tienen uno o dos hijos; frecuentemente están más interesados en saber lo que las demás piensan de ellos que en lo que es en verdad bueno y tienden a ser incapaces de entregarse a sus emociones. Regañan a su hijo por poner en desorden la brillante y limpia estancia, por gritar o cantar en la casa o por regresar sucios de sus juegos. Estos padres están diciendo en realidad que lo que su hijo hace naturalmente y cualquier niño normal haría, no es una conducta conveniente. Al erigir normas artificiales, no le permiten desarrollarse de una manera normal, y minan a sí su confianza en sí mismo como individuo valioso “ que es la base misma de su seguridad”.

Otros padres ahogan a su hijo por medio de la sobreprotección. Semejantes padres también dicen con su actitud que su hijo no es capaz de manejar por sí mismo las situaciones normales de la vida que otros de su edad afrontan con sus propios recursos, recuérdese que estos sobreprotectores son los que hacen a sus hijos inútiles, y clientes frecuentes de los consultorios psiquiátricos.

Para que los padres funcionen efectivamente y evitar este error de la sobreprotección, procuren entender lo que razonablemente puede esperarse del niño en las varias etapas de su desarrollo. Hay algunos libros escritos por psicólogos que indican lo que el niño normal puede hacer por sí mismo en las diferentes edades.

LA COMPRENSIÓN PARA EL NIÑO. La segunda necesidad del niño es ser comprendido en términos de sus propias aptitudes innatas y sus capacidades. Dios nos hizo a cada uno diferente: nuestro sistema nervioso puede ir de los extremos de la incomodidad a los de la placidez. Un niño puede tener una naturaleza corporal que demande constante ejercicio físico. Otro preferirá pasar horas en un mismo sitio, si no es que en una misma posición. Un niño puede tener una curiosidad innata que tal vez algún día haga de él un prominente científico; otro, tal vez le guste leer mucho, u otro, aficionado a actuar. Como hemos observado antes, se tiene que aceptar primero al niño por lo que es. Luego, se tratarán de entender sus necesidades peculiares que resultan del hecho de que él es quien es. Esto es de gran importancia si va a tener un ambiente sano en el que pueda desarrollar sus potencialidades al máximo.

LA COMPRENSIÓN DEL COMPORTAMIENTO DE LOS HIJOS. La mayoría de los padres atribuyen erróneamente el mal comportamiento de sus hijos a conceptos populares, por lo cual no diferencian un “mal comportamiento” de “un comportamiento adecuado.” Están convencidos de ello y aceptan el mal comportamiento como algo “natural”, permitiendo la falta de respeto hacia ellos mismos y hacia sus hijos.

Vale la pena reconocer que los niños pasan ciertas etapas de reacciones de oposición a los adultos como una manera de buscar su independencia, pero esto no debe aceptarse como una razón de un mal comportamiento. Tampoco debe ser una razón la diferencia de sexo tales como: “Las niñas son más fáciles de manejar”, “Los hombres son hombres”, “Las niñas son más débiles”, “Los hombres son más rebeldes”, etc. Estas ideas erróneas han hecho que reforcemos ciertos comportamientos y los aceptemos como una “conducta natural”. Debido a estas ideas, muchos padres han llegado a aceptar como “normales”, comportamientos molestos, egoístas, y rebeldes de sus hijos, permitiendo que los “pisoteen”. Porque se convencen de que no pueden hacer nada al respecto, ya que es “natural” ese mal comportamiento y pasará con el tiempo.

Se necesita comprender el comportamiento humano y descubrir cómo se puede influir sobre los hijos para hacer la relación con ellos los conduzca a integrar una familia donde todos se desarrollen de una manera sana y cooperativa.

Si se sabe diferenciar entre un mal comportamiento y un comportamiento adecuado, se encontraran en una posición más favorable para influir sobre sus hijos y educarlos mejor.

Todo comportamiento humano se orienta a un fin social. Las personas somos sociables por naturaleza, tomamos decisiones, y el objetivo en la vida es ser reconocidos, aceptados y respetados; deseamos “pertenecer” a un grupo, a la familia, a la sociedad, etc. En nuestra búsqueda de “pertenecer”, seleccionamos creencias, sentimientos y comportamientos en los que confiamos plenamente para que nos den un significado como seres humanos.

Cada uno de nosotros busca insistentemente encontrar y mantener una posición relevante y cuando no se consigue con un comportamiento positivo, se busca llamar la atención aunque sea con una mala conducta. Detrás del mal comportamiento existe un objetivo, y la comprensión de esos objetivos los hará padres comprensivos y responsables.

CUATRO OBJETIVOS DEL MAL COMPORTAMIENTO. Los niños que se portan mal son niños frustrados, desalentados, no se reconocen como personas significativas, no creen que pueden “pertenecer” al seno familiar portándose adecuadamente, por tanto buscan esa “pertenencia” portándose mal. En algunas ocasiones, resulta que al niño le reporta un beneficio su mal comportamiento; sabe que es mejor portarse mal para que lo tomen en cuenta, a ser ignorado.

Recuerde que el mal comportamiento tiene un propósito y como mejor se comprende es OBSERVANDO LAS CONSECUENCIA QUE OCASIONA. Hay dos técnicas que nos pueden ayudar a aprender a descubrir el objetivo del mal comportamiento de su hijo y como poder influir para mejorar su relación: 1. Observe su propia reacción ante el mal comportamiento de su hijo. Lo que usted siente. SUS PROPIOS SENTIMIENTOS le señalarán el objetivo del niño. 2. Observe la respuesta del niño al COMPORTAMIENTO DE USTED también le hará saber lo que busca el niño.

Entrénese en observar los resultados del mal comportamiento en lugar de sólo observar dicho comportamiento. Ejemplo: Antonio es un niño de 6 años: Llega una amiga de su mamá de visita y empieza a interrumpir constantemente la plática. La mamá le pide ENOJADA que se vaya a jugar a otro lado. Antonio sigue haciendo ruido y molestando más (respuesta del niño a la corrección de su mamá). En este ejemplo se puede observar claramente cuáles son los SENTIMIENTOS de la madre (enojo) y la respuesta del niño a la corrección de su mal comportamiento. Por lo tanto el objetivo del niño es “ATENCIÓN”. LA CLAVE ES ESTAR ATENTOS A SUS SENTIMIENTOS Y A LAS REACCIONES DEL NIÑO.

En seguida se mostrará los cuatro objetivos explicados claramente y la técnica para su aplicación. *Ponme atención cuando lo demando. *Tengo más poder que tú. *Tú ganas, pero yo te gano siempre. *No tiene caso hacerlo; todo lo hago mal.

PONME ATENCIÓN CUANDO LO DEMANDO. El deseo de los niños pequeños a recibir atención es casi universal. Éstos aprenden a llamar la atención a través de comportamientos positivos, pero si no la obtienen de esta manera, la buscarán de manera negativa. En caso de que se molesten sus padres por el comportamiento de los niños y los corrigen, con este solo hecho ya ha recibido así la atención que deseaba. Pero si insiste en su mal proceder, su objetivo de ATENCIÓN es obtenerla, y se le reforzará en el momento que se le advierta o se le ruegue que se porte bien.

Para ayudar a estos niños “buscadores de atención”, deben los padres cambiar sus actitudes y reacciones, al mismo tiempo se le podrá enseñar que en la vida, para obtener un beneficio, hay que dar algo, y esto puede ser a través de su cooperación en las labore del hogar.

Los padres deben enfocar su atención en el comportamiento positivo y esto lo pueden obtener de dos maneras: 1. Ignorando su mal comportamiento. Ejemplo: Manuel, niño de 9 años. El niño está sentado en el sillón y sube los pies con los zapatos puestos; su mamá le pide que los baje, y aunque los baja, cuando se lo pide, los vuelve a subir dos veces más. Su mamá IGNORA el mal comportamiento y lo llama: “José, ven por favor, necesito que me ayudes a regar las plantas, ya sabes que les gusta que tú lo hagas”.. 2. Atendiéndolo en una forma no esperada por el niño. Ejemplo: el mismo Manuel está jugando en su cuarto y llega su mamá de manera inesperada y le dice: “Me gusta mucho verte jugar y saber que disfrutas de tus juguetes”.

Recuerde que no se le debe prestar atención al niño cuando la pida o la demande y mucho menos cuando la exija con comportamientos positivos, por que esto le refuerza el deseo impropio de obtenerla. Los niños fácilmente tienen la idea de que si no son el “centro de atención” no significan nada para la familia.

TENGO MÁS PODER QUE TÚ. El niño que busca PODER sólo cree que vale si él es el “jefe”, y trata de hacer solamente lo él quiere. Si los padres llegan a tener ÉXITO obligándolo a obedecer, esa victoria será temporal. Cuando un niño se comporta de manera desafiante, los padres generalmente se sienten molestos y provocados. Él desafía a sus padres y sigue con su mal comportamiento, o temporalmente lo suspende para reanudarlo con mayor intensidad. Claro que en esta “lucha” de poder algunos niños harán lo que se les pida, pero no en la forma que los padres desean. Los niños los “complacen” sólo para volverlos a desafiar. Como regla general, los padres deben controlarse cuando los hijos buscan demostrar su poder; deben evitar caer en la provocación de lucha y además de querer vencer al hijo, ya que esto provocará que su hijo refuerce este objetivo y se mantenga firme en una “lucha por el poder”. Llegará un momento en que el niño sienta que no puede derrotarlos y cambiará su deseo por el objetivo tres: “la revancha”. Ejemplo: Pedro, niño de 12 años. Su papá le pide que vaya a la tienda y aquél le responde: ¿Por qué tengo que ir yo? Siempre me mandas a mí. El Papá se siente molesto y provocado. Se retira a su recámara, se distrae y se tranquiliza. Regresa con una actitud firme y calmada y le dice a su hijo: “Pedro, tú eliges… vas a la tienda de los “Patitos” o a la de los “Vaqueros”.

TÚ GANAS PERO YO TE GANO SIEMPRE. Los niños que se convencen de no ser dignos de ser queridos, buscan molestar a otros porque sólo así se aseguran de que son importantes. Cuando los padres reaccionan ante este mal comportamiento, le refuerzan lo que él piensa: “Si soy cruel con los otros, y siendo rechazado soy reconocido y pertenezco”. Claro está que los padres de hijos que buscan la revancha se sienten profundamente heridos y al mismo tiempo desean desquitarse. El hijo responde al contraataque intensificando su mal comportamiento o piensa de qué manera puede molestar para buscar desquite. Recuerde que esa actitud no es causada por sus padres, sino por un sentimiento de desaliento de su hijo. Para ayudar a sus hijos a que desistan de esta actitud, lo más importante es que los padres mismos eviten caer en el revanchismo. Al principio batallarán un poco pero tienen que hacer un esfuerzo para mejorar la relación con su hijo, mostrándose CALMADOS y con BUENA VOLUNTAD. Ejemplo: María, adolescente de 15 años, quiere ir a casa de una amiga a comer, pero no cumplió con algunas tareas que le asigno su mamá. María le dice a su mamá: Voy a ir con mi amiga a comer a su casa. Cuando regrese hago lo quieras. Mamá: Recuerda que sólo si haces tus tareas podrás salir. María, molesta, responde: Ya te dije que lo hago después, sólo te estoy avisando, porque ya me voy. Mamá: Se siente profundamente lastimada y quiere desquitarse, pero se calma y le dice a María: Sé que disfrutas la compañía de tu amiga, pero quedamos en que ordenarías tus cosas y estuviste de acuerdo. Estoy segura que si decides ir con tu amiga, antes arreglarás tus cosas.

NO TIENE CASO HACERLO. TODO LO HAGO MAL. Los niños que muestran algún tipo de incapacidad para realizar algo y se sienten extremadamente “descorazonados” con sus limitaciones, es porque han perdido la esperanza de tener éxito y tratan de ser reconocidos manifestando su comportamiento de incapacidad; se rinde fácilmente o no tienen un espíritu de lucha cuando aseguran que no van a lograr su objetivo. Si los padres descubren que su hijo se muestra apático y se siente imposibilitado para realizar cualquier cosa, tienen que ayudarlo a mejorar su autoestima y no darse por vencidos sintiendo que su hijo es un inepto, un fracasado y que no tienen remedio. Los padres pueden ayudar a estos niños descorazonados evitando la crítica, y estar atentos a resaltar sus cualidades y potencialidades mediante comentarios sinceros, además de estar atentos a cualquier esfuerzo que haga su hijo por mejorar, por pequeño que éste sea. Ejemplo: Raúl es un niño de 7 años. Cada vez que su papá le pide ayuda, Raúl dice: Para qué quieres que te ayude si siempre hago las cosas mal, ya sabes que nunca aprendo. Papá de Raúl: Me doy cuenta que sabes limpiar muy bien las llantas del carro, vamos a traer las cosas para lavarlo.

Como se podrá darse cuenta, los cuatro objetivos que acabamos de enunciar muestran cómo los hijos buscan “pertenecer” al seno familiar, lo malo es que la mayoría de los padres fueron educados bajo creencias como: “Es tu obligación ser responsable”, “En la vida todo cuesta. Qué quieres, ¿qué te aplauda por tu esfuerzo?”, “¿Crees que porque sabes manejar la computadora eres más listo que yo?, “Te crees muy hombrecito porque te fuiste a la escuela solo? Yo a tu edad ya trabajaba”, estas creencias tienen en común la características de minimizar los logros y exigir más. Por esta razón los hijos buscan ser tomados en cuenta con un mal comportamiento.

Recordemos que un hijo que se porta mal, será una persona desalentada. Frustrada y descorazonada. La necesidad de “pertenecer y ser aceptado en uno o varios grupos” se va a dar durante toda su vida. Un niño no se porta mal, a menos que se sienta que está perdiendo su lugar. Cualquiera que sea el objetivo del mal comportamiento, el niño lo manifiesta porque cree que así podrá ocupar un lugar en la familia. Cabe aclarar que en ocasiones podrá cambiar de objetivo, lo cual sólo lo sabremos observando los resultados; el paso siguiente será disponernos a ayudarlo.

Ahora que ya puede identificar los cuatro objetivos del mal comportamiento, ya podrá usted empezar a ayudar a su hijo. Debe quedar claro que el comportamiento del niño hacia usted CAMBIARÁN solamente si USTED CAMBIA su actitud. A continuación mencionamos esenciales para lograr su objetivo: a) Respeto mutuo. b) Dedicar tiempo para diversiones. c) estimulación. d) Demostración de amor.

Al poner en práctica cada uno de estos elementos, podrá empezar a construir una relación eficaz entre los padres y sus hijos.

En gran parte lo escrito en este artículo esta tomado en los libros: El Manual de la Familia Católica del P. Kelly y del Libro “Buenos” Padres “malos” hijos de Rosa Esquivel.

Esta es la primera parte de dos artículos, sobre el tema Los padres son los Mejores Maestros de sus Hijos.

Sinceramente en Cristo
Mons. Martín Dávila Gándara
Obispo en Misiones
Comentarios: obmdavila@yahoo.com.mx

0 comentarios:

Publicar un comentario

Las opiniones escritas por los lectores de este blog serán de su entera responsabilidad. No se admitiran insultos ni ofensas, ni publicidad o enlaces a otros blogs, de lo contrario se podrán eliminar sin previo aviso.

 

©2009 El buscador de noticias | Template Blue by TNBPolítica de Privacidad