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Saber comer: tan importante como el médico Aprende a cuidarte HÉCTOR PINA

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Muchos quisieran hallar los alimentos mágicos que les mantengan sanos, en especial su sistema cardiovascular, pero no existe la solución perfecta. Todo régimen de alimentación consiste en tres cosas básicas: entender qué tienes que comer para estar bien, un estilo de vida activo, y aprender a evitar las tentaciones gastronómicas diarias.


La importancia de saber elegir bien qué comer se explica porque hay alimentos que pueden ser un placer para la vista y el paladar pero que en realidad no aportan muchos nutrientes beneficiosos para el organismo y sí pueden perjudicar tu corazón y hacer que ganes unos cuantos kilos de más.

Según datos del gobierno de Estados Unidos, el 64 por ciento de la población adulta en este país tiene exceso de peso, una de las causas más probables de complicaciones de salud. Eso te da una medida del desenfreno que tenemos con la comida y lo poco conscientes que somos, en general, de que tenemos que aprender a comer, literalmente.

No es menos cierto que cuando llegas a un sitio de comida rápida donde venden platos preparados resulta muy difícil abstraerse de las crujientes papas fritas, unos tacos cargados de carne y queso, unas jugosas hamburguesas con bacon o unos seductores dulces de textura suave y cremosa que parecen suplicarte: "¡Cómeme, por favor!"

A menudo, si eliges un plato de ensalada puedes llegar a sentirte miserable y mirar a los demás con cierto grado de envidia mientras saborean sus deliciosos manjares y tú masticas un pedazo de lechuga.

Pero es fundamental que aprendas a entrenar a tu cerebro para lidiar con esas situaciones. Tienes la capacidad de pensar de manera razonable para poder frenar el instinto básico de gratificación inmediata. Puedes controlar tus impulsos, pero primero tienes que meditar sobre tus objetivos.

¿Prefieres dar rienda suelta a tus instintos primarios sin que importen las consecuencias o canalizar esas energías hacia el mejoramiento de tu salud y de tu vida en general?

Impulsos irracionales

En ocasiones, he escuchado decir a personas que incurren frecuentemente en conductas nocivas que de algo tienen que morirse. Es una justificación que no les sirve de mucho cuando finalmente tienen que enfrentar las consecuencias de su irresponsabilidad para consigo mismos, se aterran y quieren que un médico les cure como si fuera un mago.

En ese momento no recuerdan la cantidad de salchichas, carnes procesadas, tocino, quesos, papas fritas, pizzas, rosquillas y helados que comieron para gratificación de su paladar, no de su organismo.

Si te sientes reflejado mientras lees esta columna debes reconocer que no te estás alimentando adecuadamente y comenzar por interiorizar la idea de que realmente te interesa favorecer más a tu salud, a tu cuerpo, que a tus impulsos irracionales.

Puedes empezar por seguir varios pasos. Por ejemplo, cuando vayas al supermercado trata de evitar los alimentos que sabes que pueden perjudicarte, como las comidas precocinadas y congeladas, los helados y, en general, los alimentos elaborados.

Segundo, evade el aburrimiento. Varios estudios han demostrado que muchas personas comen en exceso durante los ratos de ocio o para matar la soledad o la ansiedad. Busca alguna actividad que te entretenga, siempre hay algo que hacer en casa que no sea estar delante del televisor. Verás que cuando estás ocupado en algo, la tentación de comer es menor.

Tercero, siéntate a pensar en tus rutinas diarias para detectar dónde están tus errores.

Por ejemplo, si eres de los que no desayunan, debes hacer el esfuerzo por desarrollar ese hábito, ya que es la primera comida del día, que te proporciona la energía para arrancar, y es muy probable que a la hora del almuerzo no tengas tanto apetito.

Eso sí: desayuna con frutas frescas y cereales integrales y destierra las salchichas o el pan blanco con mantequilla.

Vigila tus pensamientos. Si cambias tus hábitos de alimentación por arrebato y no porque has llegado a la conclusión de que es lo mejor para ti, pronto comenzarás a experimentar ansiedad y deseos casi incontrolables de comer todo lo que no debes. Así no vas a poder llevar a cabo un cambio favorable. Trata de ser un poco más flexible y busca un sistema para darte algunos gustos sin llegar a los excesos.

Ahora bien, debes ser consciente de cuáles son los alimentos que pueden provocarte episodios de comilonas.

Cómo elegir

Digamos que te gusta mucho el pan: no es problema si compras pan integral y lo comes con moderación.

Pero si te das cuenta de que cualquier tipo de pan estimula tu creatividad culinaria y empiezas a fantasear con comerlo con mayonesa, jamón y queso, abundante mantequilla y otros acompañantes, es aconsejable que no tengas pan en tu casa.

Ahora bien, aunque no existen los alimentos únicos que nos hagan saludables con sólo ingerirlos, los expertos en nutrición indican que hay algunos que contribuyen positivamente a la salud. Son éstos en los que te debes concentrar.

Una lista breve: el pescado, la avena, los frijoles, las almendras, las nueces, los cereales integrales, las zanahorias, las moras, las manzanas, los pimientos rojos, el brócoli, la batata, los espárragos, las naranjas, las fresas, frambuesas, la papaya, los melones y sandías, la leche de soja, el tofu y las verduras en general.

Y un último consejo: trata de comer los vegetales crudos o cocidos al vapor.

Héctor Pina es psicólogo y periodista especializado en salud. Email: helgo@bellsouth.net


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