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El aprendizaje y el comportamiento social

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En los animales inferiores las “buenas costumbres” son controladas por el instinto. Es decir, una hormiga no decide lo que va a hacer, sino que su instinto le guía a hacer siempre lo que conviene al colectivo. Es por eso que pueden transitar por millones en un mismo espacio sin chocar unas con otras.


En los animales superiores, aparte del instinto, existe la posibilidad de aprender nuevas conductas, según cambie el ambiente. Esto significa un desarrollo notable de la capacidad de adaptación, lo cual se observa en la versatilidad, por ejemplo, del ratón para adaptarse a los incontables ambientes nuevos que la vida moderna le obliga a enfrentar.

En los seres humanos hay muy pocas conductas instintivas y la mayoría son gobernadas por el aprendizaje, pero, existe un recurso único que el Creador quiso otorgarnos como es la capacidad de tomar decisiones conscientes. Este último recurso no solemos utilizarlo con mucha frecuencia, sino ante situaciones muy especiales

Lo anterior significa tres niveles de funcionamiento posibles para el ser humano: el nivel instintivo, primitivo o animal; el nivel emotivo, que depende del aprendizaje social, y el nivel consciente y propiamente humano.

Funcionamiento instintivo
El funcionamiento instintivo se produce cuando un individuo es gobernado por sus necesidades materiales, tales como comer, beber, descansar y tener sexo. Este es el nivel más primitivo, y hace que algunas personas no sean capaces de abnegación y sacrificio por la familia o por la patria, sino simplemente “dame lo mío”, como cualquier animal.

Funcionamiento emotivo
Depende del aprendizaje social. El cerebro es una computadora prodigiosa que archiva todo lo que aprendemos desde la niñez. Este aprendizaje depende de dos instancias principales: la familia, con todas sus relaciones (padre, madre y hermanos), y el Estado, con sus instituciones propias, incluyendo la escuela.

El requisito básico para que la familia haga su papel es que padre y madre se constituyan en el equipo básico. Desde que uno falta o se descuida la relación y se cae, por ejemplo, en el divorcio emocional, se perjudica esta labor. El requisito es que papá y mamá tengan entre ellos una relación más solida que con los hijos o con sus propios progenitores. El enganche con un hijo le perjudica a ese mismo hijo. Que uno de los dos se enganche de los hijos, y otro coja la calle, es perjudicial para los hijos. Si papá y mamá están ahí y tienen esa relación de calidad, la tarea se puede resumir en tres puntos: (1) prestar atención y celebrar la buena conducta de sus hijos; (2), no prestar atención a sus manipulaciones (lloriqueos, pataleos, etc.), sino actuar con la debida firmeza, y (3), brindarles la oportunidad de tener tiempo de calidad tanto con uno como con otro.

El requisito básico para el Estado es el orden institucional, esto es que gobernantes y gobernados se sometan a las reglas establecidas. Lo que la hormiga hace instintivamente, los seres humanos tenemos que adquirirlo por aprendizaje social. Civilización es el gobierno de una la ley escrita o cumplida habitualmente por la mayoría de la población. El contrato social exige el cumplimiento de la ley. Eso es lo que permite el funcionamiento eficaz de las instituciones, policía, hospitales, tránsito, y principalmente la escuela. Desde que se cae en el irrespeto a la ley de parte de gobernantes y gobernados, viene el caos social, tal como nos ocurre actualmente con el auge de conductas violentas que estamos padeciendo (suicidios, homicidios, feminicidios, accidentes de tránsito, y narcotráfico).

Funcionamiento consciente
El funcionamiento consciente, esa rara experiencia de los seres humanos, constituye la posibilidad de establecer una sociedad organizada y sujeta a buenas costumbres. Funcionamiento consciente significa que superamos la simple idea de vivir para satisfacer las necesidades materiales: “por la plata baila el mono”. Los seres humanos somos los únicos dotados de la posibilidad de ser altruistas, patriotas, abnegados, y esto solo puede hacerse en base a principios.

El reto para construir una sociedad de buenas costumbres reside en cultivar buenos valores, y esto puede suceder desde cada individuo y, de una manera especial, desde la clase gobernante. “La lucha es larga, comencemos ya” (Camilo Torres, cura colombiano).

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SEAMOS PARTE DE LA SOLUCIÓN
Si una clase gobernante se pusiera de acuerdo para construir un país de buen comportamiento social, solo tendría que comenzar por su propio ejemplo. Entre ellos se establecería lo que en administración se denomina una “cultura organizacional”: un equipo de gente que piensa y actúa de acuerdo con valores. Ese equipo gobernante podría bajar línea a sus subalternos para someterse a la ley y vivir de acuerdo con valores morales. Esto produciría una onda concéntrica en toda la población hasta devenir en cultura propia del dominicano. Esto fue literalmente lo que hicieron las grandes naciones que hoy llamamos ricas y desarrolladas. Si un grupo de individuos se pusiera de acuerdo, desde una junta de vecinos o desde una iglesia, también puede hacer una gran diferencia teniendo un buen comportamiento social. Es un proceso más lento, pero seguro. El problema es cuando nos dejamos dirigir por el “tigueraje” vigente y terminamos siendo parte del problema.
José Dunker L.
dr_dunker@gmail.com

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