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Trastorno obsesivo compulsivo

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Todos tenemos conductas repetitivas como parte de nuestra personalidad, cuando nos causan ansiedad se vuelven obsesiones compulsivas Orden. El individuo se obsesiona con la simetría, necesita que todo esté en su lugar, vacía y ordena su bolso, maleta o habitación todos los días, dedica tanto tiempo a ordenar los objetos en su escritorio, que casi no hace ninguna otra actividad ni cumple con sus obligaciones.

- Indecisión. El afectado puede pasar días enteros antes de tomar una decisión insignificante, como comprarse una prenda de vestir, duda una y otra vez y comprueba infinidad de veces si ha cerrado la puerta, el grifo o el gas antes de salir de casa o de dormir.

- Culpa. Son personas que se sienten culpables por cualquier cosa y no dejan de hacer autoexamen de conciencia como una forma de arrepentimiento o de rezar como pago por sus acciones, se obsesionan con el miedo a dañar a los demás.

- Cuestionamientos. Son seres que se obsesionan con pensamientos como “¿qué habrá después de la muerte?”.

- Rituales. El sujeto lleva a cabo una serie de actos encadenados o repetitivos, por ejemplo atraviesa tres veces la puerta antes de entrar a su casa o se sienta en el sillón siempre de determinada manera.

En muchas personas normales se encuentran rasgos obsesivos como el perfeccionismo, la puntualidad, el orden, los escrúpulos o la repetición.

Se diagnostica trastorno obsesivo compulsivo cuando la persona rechaza sus ideas obsesivas y quiere librarse de ellas.

Compulsiones rituales

Vanessa imagina que su hijo se asoma por la ventana, pierde el equilibrio y cae al vacío. La idea se repite y no logra controlarla. Para aliviar el malestar que le ocasiona, intenta eliminarla con otros pensamientos o acciones y así protegerse de lo que piensa, por ejemplo reza cada vez que tiene ese horrible pensamiento.

Éste es un comportamiento característico del trastorno obsesivo compulsivo.

Estas compulsiones o rituales que acompañan a las obsesiones no son fáciles de resolver, pero si éste es tu caso, los expertos proponen algunas medidas básicas para ayudar a aliviarlas:

- Diferencia obsesión de preocupación. Pregúntate: ¿me vienen a la mente ideas, pensamientos o imágenes fuera de control? ¿Se repiten a menudo? ¿Me crea un gran malestar pensar en ello? ¿Son ideas que no debería tener? ¿Hago algún ritual o evito situaciones para eliminarlas? Si la respuesta a alguna de estas interrogantes es afirmativa, quizá tengas una obsesión.

- Busca las causas del malestar. Es importante enfrentar tus miedos para descubrir que no tienes de qué preocuparte. Por ejemplo, si te obsesiona pensar que podrías quedarte atrapada en una cueva, sal de paseo a una gruta y estando ahí dentro analiza ese pensamiento, así ayudarás a disminuir la ansiedad.

- Limita tus pensamientos. No pases todo el día pensando en una idea obsesiva, proponte pensar en lo que te preocupa sólo durante un tiempo determinado, por ejemplo en la media hora que tienes libre en algún momento del día y nunca fuera de ese horario, esto te ayudará a seguir con tu vida normal.

- Pospón los rituales. Proponte cumplir más tarde tu ritual, es decir, no compruebes de inmediato si cerraste la puerta del coche o la llave del gas, así enfrentarás por más tiempo al pensamiento que te preocupa, desarrollando la habilidad para controlarlo.

- Desacelera la ansiedad. En vez de correr a ver si cerraste con llave o apagaste la luz, ve caminando despacio y podrás tener más control sobre tu preocupación.

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- Modifica el ambiente. Si te lavas las manos siempre de la misma forma, cambia algo como poner el jabón en un lugar distinto, para así descubrir que estás controlando obsesivamente tu conducta.

- Interrumpe con algo más. Busca apoyo en una tarea que te distraiga del ritual para así no practicarlo, por ejemplo si rezas cuando tienes un horrible pensamiento, mejor canta una canción que te guste o lee en voz alta un texto.

- Habla con un profesional. Si tu obsesión es frecuente, eres incapaz de controlarla y te produce malestar, consulta a un psicólogo o psiquiatra.

Una y otra vez

El trastorno obsesivo compulsivo es muy frecuente, suele iniciarse en la adolescencia y afecta igual a mujeres y hombres. Si no se trata, llega a invalidar la vida del paciente, ocupando todo su tiempo y sofocando a las personas a su alrededor.

Los pacientes ocultan su enfermedad durante años, creyendo que pueden controlarla, debido a la vergüenza o por miedo a estar enloqueciendo. Por eso evitan comentar el problema con sus seres cercanos o consultar al médico, hasta que ya no pueden disimular.

La importancia de las obsesiones depende del grado en que afecten la vida cotidiana: si alguien por miedo a enfermar deja de salir, relacionarse y trabajar, tiene un problema grave.

Origen y tratamiento

El origen de este desorden es incierto, se sabe que existe cierta predisposición hereditaria y algunos expertos creen que es neurológico. Algunos eventos que pueden hacer a la persona vulnerable a padecer ese trastorno son la muerte de un ser querido, los problemas con la pareja o el sexo, las tensiones en el trabajo, el agotamiento y el estrés, haber tenido una educación restrictiva, carecer de un buen entorno social y de habilidad para comunicarse.

El principal tratamiento del trastorno son los antidepresivos junto con la psicoterapia, efectivos en siete de cada diez casos.

El papel de la familia es fundamental para convencer al obsesivo-compulsivo de que necesita ayuda, ya que sus familiares lo conocen bien y con frecuencia padecen las consecuencias de su enfermedad.

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