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El otro laboratorio de la droga

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aben de drogas tanto o más que los propios narcos. Cada día pasan por sus manos cientos de muestras de distintas sustancias estupefacientes que ellos se encargan de desmenuzar. Las probetas y los ácidos reactivos son sus principales armas. Una simple mezcla y ¡voilá! Un color morado es capaz de desenmascarar hasta el más mínimo ápice de hachís. Una gotita sobre el polvo blanco y éste cobra nombre. Son los trabajadores del área de Sanidad de la Delegación del Gobierno. Los científicos de la droga.

«Hemos percibido que este año están aumentando, tanto el número de decomisos, como el de kilos de droga», explica Purificación Rodríguez, directora de esta área, que se encarga de analizar toda la droga que los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado incautan dentro de las fronteras de la Región.

«Los grandes alijos son cada vez menos, pero los decomisos crecen una media de un 13% cada año».

Una realidad que se ve reflejada en el día a día de este edificio. El trabajo es incesante en sus laboratorios. El mercado nunca cierra.


Cada día decenas de agentes de la Policía Nacional, la Policía Local y la Benemérita superan los peldaños de la escalera que comunica el garaje del edificio que esta entidad tiene en el murciano barrio de El Carmen con el primer estadio de esta cadena.

«Los agentes traen una pequeña muestra del alijo que hayan incautado y estos trabajadores se ocupan de pesarlo, catalogarlo y prepararlo para su análisis».

Tras esta puerta de entrada, el área más administrativa, la droga llega al laboratorio y la ciencia se abre paso. Aquí no hay treta que valga.

«Aquí nos encargamos de hacer un análisis cualitativo de la droga y confirmar que efectivamente se trata de la sustancia que se sospecha que es», relata Ramón S., uno de los encargados del laboratorio.

Las muestras de droga se extraen de los sobres debidamente etiquetados del área de administración y se colocan en bandejas y probetas.

Comienza el juego de los líquidos reactivos.


Las reacciones de las drogas a los distintos líquidos son el campo de batalla de estos científicos.

La cocaína, en contacto con el ácido, libera un color azulado.

Los cannabinoides, presentes en el hachís y la marihuana, se detectan, en cambio, por un color morado y la heroína, si reacciona con su respectivo líquido, muestra una apariencia similar a la salsa de soja.

Una explicación muy sencilla para explicar la amalgama de sustentos científicos que rodean realmente la labor de estos trabajadores y que ellos dominan con gran destreza.

Las apariencias engañan

«Siempre hacemos más de una prueba para confirmar», explica Adoración, una de las técnicos que trabajan en este laboratorio.

«Por la experiencia sabes ya qué pruebas tienes que hacerle a cada muestra».

Ella utiliza incluso su olfato para detectar una muestra de cocaína. Impregna la sustancia en un pequeño cristal y aspira. Huele dulce, concretamente, explica, a esencia de Niobe.
Positivo.


La reacción, sin embargo, no siempre confirma las sospechas iniciales de los agentes.

Las apariencias, a menudo, engañan.

«Nos hemos llegado a encontrar cigarros de césped cortado y hay gente que lleva bicarbonato envuelto en un papelito y metido en un bolsillo», explica Ramón. «Y con la crisis mucha gente ha vuelto a fumar tabaco de liar», puntualiza Adoración.


La labor de estos técnicos se confirma finalmente con un análisis más exhaustivo: el que lleva a cabo el cromatógrafo. Este aparato es capaz de detectar el nivel de pureza de la droga, a través de patrones puros.


Estos técnicos introducen pequeños tarros de droga en estado puro para que la máquina 'se afine'.

A partir de ese dato, el cromatógrafo es capaz de calcular la pureza de cada sustancia que se introduce en el interior de la máquina.

Eso sí, lleva su tiempo. «La gente se ha formado una idea confusa con la serie 'CSI' sobre la rapidez del proceso», comentan entre risas.

«A nosotros cada prueba nos puede tardar una hora». El nivel de pureza de las sustancias depende mucho de los 'palos' que se den en el mercado. «Esta gente nunca pierde», explica uno de sus trabajadores.

«Si tienen un cargamento de 100 kilos de cocaína y les pillan la mitad, harán lo que sea para ganar lo mismo con lo que les queda». Adulterar es una forma de incrementar las ganancias.

Los técnicos de este laboratorio reconocen que la droga es cada vez de menor pureza.
Los 'narcos' nunca pierden
El cromatógrafo es capaz también de identificar cantidades significativas de otras sustancias, como por ejemplo adulterantes o sustancias de corte.

«Ahora es muy habitual que adulteren la cocaína con cafeína cristalizada», explica Ramón.

«Esa sustancia es una bomba para el organismo, pero aumenta el efecto de la droga y al tío le parece que está tomando una droga buenísima».

Estos adulterantes pueden resultar realmente peligrosos para el consumidor.
«En la heroína se ha llegado a encontrar hasta Cola-Cao.

Eso son trombos seguros en la circulación». La identificación de esas sustancias no es, sin embargo, tarea de este organismo. «Si detectamos algo raro, enviamos la muestra al laboratorio forense para que analice esa sustancia», relata Rodríguez.

Algunas de esas sustancias, sin embargo, no se llegan a detectar nunca. «Una muestra puede llevar hasta 40 sustancias distintas», explican.

«Entre ellas, puede haber una ínfima cantidad de un veneno que causa la muerte».

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