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El tesoro perdido de los españoles, la leyenda más buscada de la isla de Robinson Crusoe

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La Ruta Quetzal BBVA ha recalado este año en Juan Fernández, archipiélago situado en pleno océano Pacífico, a unos 800 kilómetros de Santiago de Chile, un lugar en el que viven poco más de medio centenar de personas y donde en los siglos de la Colonia española fueron a parar numerosos galeones de transporte de mercancías que tenían por destino la metrópoli.

Uno de estos viajes ha fraguado la leyenda de un tesoro perdido que podría estar enterrado en la isla de Robinson Crusoe, llamada así por un personaje que vivió solo en ella más de cuatro años y que inspiró la novela del novelista británico Daniel Defoe.

Según cuenta la historia, el tesoro -formado al parecer por unos 800 barriles de oro, 100 cofres de piedras preciosas y una rosa de oro de 60 centímetros de alto, todo ello procedente de las conquistas en Asia-- fue enterrado en la isla por el marino español Juan Esteban Ubilla y Echeverría en 1714, lo que llegó 30 años más tarde a oídos de los británicos, que encargaron una expedición para encontrarlo.

La leyenda dice que Lord Anson envió a Juan Fernández al capitán Webb y que éste descubrió el tesoro, pero que se vio obligado a enterrarlo en otro lugar diferente cuando no pudo abandonar el archipiélago por culpa de una gran tormenta. Durante 200 años esta historia quedó olvidada y no fue hasta 1950 cuando un millonario chileno, Matías Cousiño, obtuvo copias de las cartas en las que Webb describía la localización del tesoro.

Esta búsqueda llamó la atención de la BBC, que envió un equipo a Robinson Crusoe para rodar un documental sobre la búsqueda del tesoro de Ubilla y Echeverría, lo cual a su vez dejó impactado al empresario e historiador estadounidense Bernard Keiser, quien decidió vender sus empresas y dar así rienda suelta a uno de sus más ansiados sueños.

EXCAVAR Y VOLVER A TAPAR

Todo esto lo cuenta Pedro Niada, un habitante de la isla que colaboró con Keiser en la búsqueda del tesoro rastreando la montaña para encontrar los lugares que Webb describía en sus cartas. Pero Keiser sólo podía buscar en la isla durante seis meses al año debido a que Robinson Crusoe está calificada como reserva de la biosfera. Por ello, el equipo del empresario, formado por expertos que viajaban con él y población local, trabajaba en la isla desde octubre hasta marzo y cuando se marchaban en los meses de invierno se veían obligados a tapar todas las excavaciones y dejar la zona tal y como la encontraban.

Entre 2000 y 2007, seis meses al año, Keiser desembarcó en la isla de Robinson Crusoe con el único objetivo de dar con el tesoro de Ubilla y Echeverría, pero no lo encontró y un coma diabético y un derrame cerebral le impidieron volver el año pasado a los 56 años de edad. A pesar de todo, Keiser se ha llevado a lo largo de estos años, en sus numerosas excavaciones, monedas de plata españolas, botones de uniforme español de la época de la Colonia o una pipa de cerámica

Pero para Pedro Niada, más importante que cualquier tesoro es que la historia de Keiser es la de un hombre detrás de un sueño, pues muy pocas personas pueden permitirse el lujo de gastarse millones de dólares persiguiendo un objetivo.

Además, en caso de que el empresario norteamericano encontrara el tesoro, cuyo valor es incalculable, sólo podría quedarse con el 30 por ciento, ya que, según las leyes chilenas, al Estado le correspondería el resto. Según Niada, lo importante no es lo que pueda valer el tesoro y asegura que la isla y su población en general tiene mucho aprecio a Keiser porque, entre otros motivos, dio mucho trabajo a los habitantes con sus infatigables búsquedas.

EL TESORO ES LA ISLA

Para este isleño propietario de un club de buceo, "el verdadero tesoro es la isla" y toda la riqueza natural que hay en el archipiélago Juan Fernández, un lugar al que sólo se puede llegar en avioneta o en barcos fletados por la Armada chilena, la encargada de transportar los víveres necesarios a las islas. Uno de los mayores encantos de Robinson Crusoe es la comunidad de lobos marinos que llegan a las bahías de la isla en los meses de verano para la temporada de apareamiento.

Así, los más de 270 expedicionarios de la Ruta Quetzal BBVA pudieron observar durante su visita a los cientos de ejemplares que pueblan esta comunidad del oeste de Robinson Crusoe y conocieron las principales características de esta especie protegida y sus vínculos con el archipiélago.

Los 'ruteros' también plantaron 53 árboles que representan a los países de los que proceden los expedicionarios. En todas estas actividades se ha visto permanentemente implicados los habitantes de la isla, que considera como un verdadero acontecimiento la visita de la Ruta Quetzal BBVA, una expedición que en sus tres días de estancia ha doblado la población del archipiélago. Para su despedida, los isleños de Robinson Crusoe prepararon para toda la Ruta un 'perol', plato típico de la zona a base de langosta, que es uno de los alimentos básicos de la dieta de los habitantes de Juan Fernández y una de sus principales fuentes de ingresos.

Según los vecinos, en esta isla en la que sólo viven poco más de 600 personas, todos comparten las mismas actividades y los aproximadamente 100 niños que hay en la actualidad estudian en el mismo colegio. Todos se ayudan mutuamente e incluso han formado una orquesta infantil y juvenil que está patrocinada por el cantante español Miguel Bosé.

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