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La Junta protege la zambomba de Jerez como Bien de Interés Cultural

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A cubierto o a la intemperie. Nocturnas o diurnas. En peñas flamencas o en hermandades. Minoritarias o masivas. En Jerez hay donde escoger. En el mes de diciembre se organizan 123 zambombas y sólo en el puente de la Constitución se celebran 22. Todas se recogen en la Guía Oficial de Zambombas de Jerez. Este peculiar festejo está en auge. La Consejería de Cultura ha iniciado los trámites para declarar Bien de Interés Cultural (BIC) esta tradición cuyo origen se remonta al siglo XVIII.

Surge en los patios de vecinos de los barrios flamencos de Santiago y San Miguel.

En las viviendas jerezanas de entonces había poca intimidad y mucho contacto.

En una misma casa vivían cinco o seis familias.

Compartían inodoro, dos pilas para lavar y una cocina con un par de grandes fogones.

Celebraban la Navidad en el lugar más espacioso del inmueble: el corral.

Juntos preparaban pestiños y cocinaban ajo o una berza que acompañaban de notables cantidades de anís o brandy, algo de licor para soportar el frío de una noche de invierno a cielo raso.

Incluso a los niños se les daba a beber las conocidas palomitas, que no eran más que un líquido espumoso blanco que resulta de mezclar y agitar un poco de anís con agua.

En el centro del patio, para caldear la noche, se colocaba una hoguera en un cubo de metal. Las familias rodeaban el fuego, siempre en círculo.

Y la zambomba, el instrumento que da nombre a esta fiesta, era tocada sólo por unos pocos.

Fabricarla era una labor artesana. Se seleccionaba un trozo de tela de muselina, o bien una piel de conejo, a la que se le amarraba en el centro un carrizo por su raíz.

La tela se extendía sobre la boca de una tinaja, a modo de tapadera, y se amarraba bien tensa.

Así el palo queda en medio del parche, en vertical. Ya sólo restaba poner agua en un recipiente para mojarse las manos antes de pasarlas, al compás, arriba y abajo, asiendo el carrizo.

Con el primer runrún de la zambomba, la fiesta había comenzado. Las familias jerezanas cruzaban la madrugada con cante y baile de villancicos tradicionales, siempre aflamencados, que solían acabar por bulerías.

De esas citas de entonces queda la esencia. Ahora son colectivas.

Se organizan en asociaciones de vecinos, en peñas, en hermandades, en bares, en plazas o en la calle.

Se mantiene la hoguera, la disposición de los asistentes en grandes círculos, la zambomba, así como el cante y baile de los villancicos de la zona, desde los clásicos hasta los satíricos y burlescos.

Las zambombas de Jerez son de libre acceso y muy participativas. No hay reglas. Se arranca un cante tras otro, sin un orden prefijado.

Con el paso de los años esta fiesta también se ha profesionalizado y exportado. La mayoría de los cantaores afirman que Parrilla de Jerez fue el primero que la llevó fuera de la ciudad. Los demás siguieron sus pasos.

La Paquera, La Macanita, Fernando Terremoto, Joaquín el Zambo o El Torta la han paseado por todo el país.

Uno de los más viajados en estos años es Fernando Moreno, quien desde muy chiquito las ha vivido en el barrio de Santiago.

La zambomba de Fernando Moreno ha sonado en Málaga, la serranía gaditana, Cáceres, Valladolid, Zamora, Salamanca, Huelva, Sevilla o Madrid.

En sólo un mes cierra más de 20 contratos. Sus seguidores comentan que la más especial de su gira es la de Alcalá de Guadaíra. Se hace en un auditorio que cada año atesta más de un millar de personas.

En Jerez, las más multitudinarias son las que organizan las peñas flamencas, más profesionales; y las hermandades, más populares.

Además cada Adviento una familia flamenca jerezana ofrece su zambomba en el teatro Villamarta.

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