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Leonid Polyakov: "La lucha contra la corrupción tiene que ver con la integridad moral de una nación"

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Leonid Polyakov dirige el Departamento de Ciencias Políticas de la Alta Escuela de Economía de Moscú. Este académico explica la concepción de democracia vigente en Rusia y seguida por el Kremlin, y pide un mínimo de dos generaciones para consolidar el trayecto de un país que hace poco menos de 20 años vivía bajo el autoritarismo de la extinta Unión Soviética. Asimismo, subraya la necesidad de que Rusia encuentre su identidad como país y que abra la senda de la modernización.

Putin explica que Rusia sigue el concepto de "democracia soberana". ¿Qué significa esta idea?
Este concepto no es un invento de los rusos. Romano Prodi ya utilizó este concepto al referirse a la Unión Europea. En Rusia fue utilizado por Vladislav Surkov, para entonces segundo del presidente Putin. Esta idea tiene dos componentes, soberanía y diseño democrático de las instituciones políticas del país. En este sentido, Rusia insiste en que su democracia, su manera de desarrollar sus instituciones democráticas, es su responsabilidad.

Rusia es a menudo criticada por su democracia.
Algunos países o bloques pueden criticar nuestra democracia pero, sin embargo, Rusia insiste en que la manera en que se construye una democracia es un asunto soberano. Hace un par de años, el ministro de Exteriores británico sugirió a Rusia cambiar su constitución. Esta no es la manera correcta de interactuar entre países. Insisto, Rusia es una democracia, con defectos, imperfecciones y problemas, esto es obvio. No hay en el mundo una democracia perfecta. Las discusiones, los consejos y las críticas son bien recibidas, pero que nadie piense que Occidente es instructor en democracia. No existe una escuela de democracia, con profesores. Por eso, la idea de democracia soberana rusa enfatiza estos dos aspectos: la democracia es global y aquí se desarrolla como quieren los rusos.

¿Por qué cree que otros países se empeñan en dar consejos a Rusia?
Esto es porque Rusia es algo así como un país nuevo, o un país viejo con dos procesos abiertos: construcción de un estado y construcción de una nación. Recordemos lo que pasó en los 90, cuando muchos expertos extranjeros en diferentes campos llegaron a Rusia con voluntad de asistir y ayudar a hacer la transición desde un estado totalitario como la URSS hacia la democracia. Pero luego descubrimos que la política aún existe y descubrimos que muchos de los consejeros o profesores que llegaron, quisieron alargar su cometido para siempre. En política esto es intolerable, especialmente cuando Rusia rompió con su pasado y se ha convertido desde el cambio de siglo en un país más o menos próspero con ambición de volver al estatus de superpotencia. En ese momento, nuestra clase política vio que era imposible seguir siendo alumnos en esta "escuela de democracia".

Se trata pues de crear una democracia "a la rusa".
Sí. Se trata de mandar el mensaje de que hemos evolucionado rápidamente, que somos un país abierto, que no insistimos en el aislacionismo. Somos autónomos, independientes, estamos construyendo instituciones democráticas y no vamos a jugar el antiguo juego de que una mitad sepa la verdad y el otro tan solo la consuma. Esta no es la situación real. Sabemos que tenemos muchos problemas, que nuestro sistema político no es perfecto y que hay mucho por hacer. Los mensajes del presidente Medvedev al Parlamento han incidido en estos problemas. Esto demuestra que entendemos que tenemos un largo camino por delante.

El concepto de democracia soberana está claro: esta es la democracia que Rusia quiere. Sin embargo, hay varios problemas que no acaban de solucionarse.
Estos problemas crean una imagen negativa de nuestra democracia y de nuestro país. Pero al mismo tiempo, hemos de entender que Rusia es un país en transición y en plena construcción de un estado y de una nación. Tan sólo hace 18 años que existía la Unión Soviética y Rusia no es la URSS.

Uno de los problemas existentes es la falta de confianza en la justicia.
Respecto al papel de la ley, hay que tener en cuenta de dónde procede la sociedad. La URSS era un país donde era imposible encontrar ningún rastro de una mentalidad acostumbrada al papel de la justicia. La URSS era un país ideológico, donde el comunismo era la ideología oficial y había un partido que monopolizaba el derecho a gobernar para siempre.

La URSS desapareció hace ahora 19 años.
Ahora tenemos una Constitución muy buena que proclama el derecho a la individualidad y la protección del ciudadano. Pero eso es en teoría. Creo que necesitamos dos nuevas generaciones para entrenarlas en la nueva situación. Es una experiencia nueva que llevará a la gente más joven a actuar de esta nueva forma, utilizando la justicia como un instrumento que proporciona autonomía personal y no como una institución de represión, como solía pasar en la URSS. Por eso creo que ahora no tenemos un papel de la justicia stricto sensu, lo que implica que mucha gente no confíe en las cortes o en las fuerzas de seguridad.

Otro grave problema en Rusia es la corrupción a diferentes niveles.
Es un problema en un estado en construcción. Es como una enfermedad en un estado que no se entiende a sí mismo. La gente que trabaja para el gobierno ha de tener una inspiración, una idea. Si los funcionarios entienden el estado al que sirven –su identidad– y ven claras las ideas que hay sobre el futuro tienen una motivación para ser honestos y para servir a otra gente. En Rusia tenemos gente persiguiendo intereses privados porque no ven al país como un país integrado. Por ejemplo, algunos funcionarios del Ministerio de Agricultura reciben sobornos. Los aceptan porque miran al futuro y no ven nada. No hay una situación fácil. Existe, además, la idea de que nuestros funcionarios deben recibir salarios más elevados, pero no es un problema de dinero sino de mentalidad.

Muchos de estos funcionarios ven conductas corruptas en sus propios superiores y tienden a imitarlas.
Así es. La corrupción empieza desde arriba. Hay sin embargo una diferencia. Tanto Putin como Medvedev no tienen necesidad de ser corruptos porque para ellos el proyecto de hacer próspera a Rusia es un interés personal. Pero mucha de la gente que les rodea a niveles inferiores tan sólo busca su propio beneficio. Mi convicción es que no se puede combatir la corrupción con represión, como hacen los chinos. La lucha contra la corrupción tiene que ver con la integridad moral de una nación.

Otro elemento que no casa demasiado con el concepto de democracia es el hecho de que el partido Rusia Unida tenga un dominio tan abrumador en el Parlamento ruso.
Algunos expertos extranjeros en Rusia me dicen que no es decente que un partido domine durante tantos años. Este es un argumento más para sostener la corrupción del sistema. En eso estoy de acuerdo. Pero hay que considerar la particular situación de Rusia como un país en movimiento hacia una auto-construcción. Hace 10 años no existía el partido Rusia Unida. No obstante, en esta última década se ha estabilizado la economía y la sociedad. La gente se siente ahora más segura y se pregunta quién está detrás de este éxito. Esta gente sólo encuentra una respuesta, que es el partido mayoritario Rusia Unida. Por eso, otros partidos como el comunista, los liberales-demócratas –que no son ni liberales ni demócratas– o Sólo Rusia son muy débiles. Esto no es porque Rusia Unida use medidas especiales para represaliar a los partidos rivales.

Así, ¿estos partidos tienen libertad de asociación o de darse a conocer?
Por supuesto. Por ejemplo, Rusia Unida no utiliza una herramienta tan poderosa como los debates electorales en televisión, pero no obstante gana regularmente cada una de las elecciones. La mayoría de la gente siente que vive mejor. Hay algo en sus vidas que ha mejorado poco a poco, incluso con esta crisis y el año que hemos pasado. Una gran mayoría de rusos piensan que hemos avanzado durante la crisis porque en este particular momento no hay rivalidad política que haya podido desestabilizar la economía rusa. Es una paradoja, pero es cierta. La consolidación del poder ha resultado ser algo positivo. Mi opinión es que no podemos juzgar lo que pasa en Rusia aplicando medidas abstractas.

¿Qué supone para su gobernabilidad el hecho de que Rusia sea un país tan grande?
Este es un problema adicional. Convertir un país de estas dimensiones en altamente centralizado es siempre una tentación. Por un lado, el tamaño de Rusia crea dificultades para desarrollar instituciones democráticas. Por el otro, no obstante, no hay que olvidar que Rusia es una federación, lo que puede ofrecer multiplicidad de experiencias. Hemos de ser capaces de entender que es imposible de gobernar desde Moscú en cada esfera y aplicar la idea de subsidiariedad. El objetivo a largo plazo debe ser la consecución de un país con varios centros de poder, que no sean rivales del poder central en Moscú.

Rusia tiene 83 federaciones. Estados Unidos, por ejemplo, tiene 50.
Mantener la unidad con tantas unidades depende de la idea de mantener Rusia como algo unido, como dije antes. Esta imagen no está aún construida. Es muy difícil de construir, puesto que esta idea debe estar en la mente de la gente. En este país mucha gente aún duda sobre qué es Rusia, no sabe qué quiere. Se preguntan si es mejor permanecer unidos o no, como en el caso de las repúblicas del Cáucaso, donde en los 90 hubo fuertes movimientos secesionistas.

Respecto a la economía, Rusia depende de sus recursos naturales. ¿Considera que esta estrategia tiene futuro?
No, por supuesto. No podemos mantenernos sobre una sola pierna, como son los recursos naturales porque son finitos y porque su precio es fluctuante. Es imposible seguir en esta línea, porque no ofrece un futuro de confianza. Por eso, la idea de modernización expuesta por Medvedev que incluye diversificación y apuesta por la alta tecnología. Hemos de colaborar con países tecnológicamente punteros. Al mismo tiempo, sin embargo, mientras haya dependencia de los recursos naturales, podemos seguir usando este factor de manera sabia. Pero esto es sólo una oportunidad. La oportunidad económica a largo plazo debería ser modernizada. Tenemos que intentar modernizar el país.

Dar más peso al turismo sería una solución. Moscú parece no estar muy interesada en el turismo.
Sí, tenemos un gran potencial para el turismo. Se podrían construir nuevos resorts, aunque para empezar a hacer esto hemos de entender que el modelo actual está totalmente exhausto. Cuando este modelo acabe en las próximas dos décadas, hay que crear un modelo económico viable que esté basado en diferentes sectores, como agricultura, industria, tecnología y por supuesto turismo, algo muy importante en un mundo global en el que la gente está acostumbrada a viajar. Depender de los recursos naturales no es la idea de un país que quiere llegar a ser uno de los líderes del mundo.

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