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“Entendemos el estrés como un problema, pero es como el colesterol: lo hay bueno y malo”

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Ya, sí. Pero es que el malo es el del chorizo, digamos. Me refiero al colesterol. ¿Dónde está el bueno? ¿En el brécol? ¿De verdad merece la pena enterrarnos a todos? Pues con el estrés igual. El bueno no es estrés, hombre. Es andar como una motaca, que diría, a lo mejor, la Muchachada de Albacete, todo el día inventando palabras maravillosas. Palabras a cascoporro.

El estrés bueno es el estrés dientes de sable, que le digo yo: el que nos mantenía alerta cuando entonces, cuando las cuevas, y todo eso, para que no nos comiera el tigre de tres bocados.


Lo que ocurre es que ya no hay tigre y nosotros seguimos corriendo como locos. Ahí tienen el estrés malote, que es esa herencia mal administrada. Dice Jean-Claude Carrière, guionista de Buñuel, de entrada, y de ahí para arriba, que si todos, o casi todos, soñamos a veces que caemos, eso podría proceder también de tiempos antiguos en los que todavía éramos lemúridos, o alguna especie de simios, que dormían por la noche en los árboles, temerosos siempre de caer en cualquier instante en las fauces abiertas de las fieras.

Qué término, fauces: es decirlo y ver los dientes y toda esa oscuridad, al fondo. Pero no voy a eso. Voy a que otra vez los dos estreses: si duermes en un árbol y sueñas que te caes, te agarras; si no duermes en un árbol y sueñas que te caes, te agobias. Y a partir de ahí, Manquiña en Airbag empieza a tener razón: lo dejo, Carmiña, que este trabajo es muy estresante. Interesante no, mujer. Estresante. Y todo eso.

Pues bien, lo que dice Denyse Husson, lo que le dijo el otro día a Ana Iglesias en este periódico, es que estas cosas se pueden encauzar. Denyse Husson es una francesa de Santiago de Compostela, por parte de marido, con una gran experiencia como profesora de hatha-yoga, método sivananda, algo que yo no tengo ni idea de lo que es, no les quiero engañar, pero que tiene pinta de ser dificilísimo: si uno es capaz de enseñar hatha-yoga, y además por el método sivananda, tiene que ser capaz de enseñar cualquier cosa, incluido el encauzamiento del estrés, no sé si me estoy explicando. Pues bien otra vez: es el caso.

Y dice, Denyse: "Todo el mundo habla del estrés como algo malo, pero es como el colesterol, lo hay bueno también: no deja de ser un plus de energía para situaciones de emergencia y es positivo en periodos cortos. La cuestión es que mantenemos el nivel cuando ya ha pasado esa emergencia", cuando ya hemos despistado al tigre, a sus fauces oscuras, a todos esos dientes que les contaba yo, "y ahí empieza el problema: hay que soltar ese excedente y ser felices". ¿Cómo? Como decían las abuelas que había que ser limpios: no limpiando mucho, sino manchando poco. Mi abuela lo decía, vaya. Y que ella, en zapatillas, tenía más que muchos, porque necesitaba menos. Por ahí va Denyse Husson, también: "Siempre creemos que seremos más felices teniendo lo que nos falta", y a lo mejor no.

Pero es lo que hay. Miren Avatar, la película de James Cameron que rompe las taquillas: causa pensamientos suicidas y depresión en sus seguidores por no poder gozar en la vida real del sueño de Pandora, la luna en la que transcurre la acción. "Es duro pensar", escribe uno de ellos en un foro de Internet, y leo yo en el Galicia Hoxe del martes, "que Avatar es solo una película y que vivir como los Na’vi", sus extraterrestres azulones, "es algo que nunca ocurrirá".

Duro es fregar escaleras, ya puestos a pedirle opinión a mi abuela, pero la felicidad es lo que hablábamos: nos parece que está siempre en otra parte, para lo mismo parecernos al llegar.

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