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La ciudad de las joyas y las vacas

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En medio de un monumental atasco de camiones profusamente decorados con guirnaldas de colores, carros cargados con fardos y tirados por camellos y «tuk tuks» (motocarros de tres ruedas), dos vacas pacen en un montón de basura que se acumula en la calzada.

Ajenos al humo que despiden los tubos de escape, los vendedores ambulantes arrastran indolentes sus carritos de madera vociferando las bondades de sus frutas y verduras, que apenas se escuchan entre el ruido de las bocinas.


Portando un maletín oscuro, un hombre enchaquetado esquiva de un salto a los mendigos que, con la ropa hecha jirones, se arrastran por la acera pidiendo limosna. Luego se adentra en un sucio callejón y se pierde escaleras arriba por un pequeño portal, cuyo portón de hierro oxidado contrasta con la cámara de televisión que vigila la entrada.


A pesar de su humilde aspecto, por estos polvorientos y estrechos escalones pasan cada día millones de euros en joyas, oro, gemas y diamantes. Así de brutales son los contrastes en la India y, sobre todo, en Jaipur, la famosa «ciudad rosa» donde se pulen la mayoría de piedras preciosas que se venden en todo el mundo.


250 años de tradición


Todas proceden de destartalados talleres como el que emplea a Thakur Prasad Pandey, un cortador con 15 años de experiencia que gana cada mes 6.000 rupias (91,67 euros) por pasarse el día puliendo gemas desde las nueve de la mañana hasta las cinco de la tarde. «Desde hace 250 años, en Jaipur trabajamos con 120 tipos de piedras minerales, entre las que destacan las esmeraldas de Zambia y Brasil, los diamantes de Birmania y la tanzanita de Tanzania», explica Thakur a EMPRESA mostrando una pequeña roca azul brillante.


Originalmente de color verdoso, ése es el tono que adquiere la preciada tanzanita después de calentarla a 660º, cuando, según su calidad, puede llegar a cotizarse en el mercado a más de 200 euros el quilate.


Lo mismo ocurre con las esmeraldas, que los talleres joyeros compran en grandes bloques de piedra que luego cortan y pulen. Dependiendo de su calidad, tamaño y brillo, el precio del kilo oscila entre los 70 euros y los 3,5 millones, que pasan contantes y sonantes por desvencijadas instalaciones como el cuartucho donde trabaja Thakur Prasad.

«Antes de la crisis recibíamos pedidos de hasta 150.000 euros al mes, pero las ventas han bajado un 25% y 200.000 trabajadores se han quedado en la calle», indica su jefe, cuarta generación de un establecimiento con 40 años de solera, mientras Thakur pule la tanzanita.


Mercado interno


Sentados descalzos sobre alfombrillas en el suelo, otros diez compañeros cortan las piedras en rudimentarias ruedas de acero junto a cubos de plástico de color rojo donde se almacenan los residuos. A simple vista, nadie diría que es un próspero negocio, pero, con todo el sabor y color de sus peculiaridades, la joyería es uno de los motores económicos de la India.


La industria joyera india genera cada año unos 25.000 millones de euros, de los cuales casi 14.000 son aportados por las exportaciones y el resto procede del mercado interno. En todo el país hay 800.000 maestros artesanos y 450.000 plateros que siguen trabajando a mano. Once de cada doce diamantes son cortados y pulidos en la India, donde 1,3 millones de personas trabajan sólo en este sector.


A pesar de que la crisis provocó en el ejercicio fiscal 2008-09 una caída del 8,24% en las exportaciones de diamantes, que reportaron 9.080 millones de euros, las ventas al extanjero de joyas con oro subieron un 23,64% hasta alcanzar los 4.785 millones de euros.


Exportaciones


Debido al impacto en Occidente de la peor recesión desde el «Crack del 29», Emiratos Árabes Unidos (EAU) se alzó como el principal destino de las exportaciones (31%), seguido de Hong Kong (25%) y relevando a Estados Unidos, cuya cuota de mercado pasó del 26 al 20%.


Gracias a su larga tradición histórica y al gusto por el oro y las alhajas que impera en la India, esta industria es la tercera del país en volumen de exportaciones, pero se enfrenta a un futuro comprometido por la cada vez mayor competencia internacional. Con 800 toneladas al año, el subcontinente es además el principal consumidor de oro del planeta, en constante pugna con la emergente China.


Cientos de miles de empleos


Sólo en Jaipur, capital del Estado de Rajastán con 2,5 millones de habitantes, operan 90.000 pequeños talleres de joyería y funcionan 10.000 tiendas que generan cientos de miles de puestos de trabajo. A pesar del músculo que lucen estas cifras, se trata de un sector sumamente desorganizado porque la Cámara de Comercio e Industria de Jaipur únicamente cuenta con 3.000 miembros, de los cuales 650 son pequeños exportadores.


Una de dichas compañías es Ruby Source, presidida por el secretario de la Cámara, Ajay Kala. «La mayoría de las empresas son pequeños establecimientos familiares y sólo un 5% son grandes firmas, pero aún seguimos contando con la fidelidad de nuestros clientes», desgrana el responsable del sector, que ha puesto en marcha un plan para adaptarse a los nuevos y difíciles tiempos.


China, el mayor competidor


«Nuestro mayor competidor es China, que está aumentando su fuerza laboral y en 2015 copará el 21,3% del procesado mundial de diamantes, mientras que la India bajará del 57 al 49%», pronostica Ajay Kala, quien cita como puntos débiles la falta de innovación tecnológica y los estrechos márgenes de beneficio.

«Antes, la mayor parte de las ganancias se las llevaban los joyeros de Hong Kong, el primer mercado del mundo, Bangkok y Nueva York porque aportan mayor calidad al acabado de las piedras preciosas que les suministramos, pero en la India ya hemos incorporado 500 máquinas láser de alta tecnología», señala el responsable de los joyeros de Jaipur.


Su objetivo es aumentar su margen de beneficios hasta un 10% y, aun así, seguir siendo competitivos. Mientras tanto, el sector intenta capear el temporal de la crisis apoyándose en el mercado doméstico, donde las joyas y el oro siguen siendo tan apreciados que forman parte ineludible de los regalos en cada boda, fiesta o celebración familiar.


«Como elaboramos nuestros productos a mano, tienen un alto valor y no son masivos, pero la India debe aprovecharse del aumento de la demanda de joyería en los países emergentes de Asia», concluye Ajay Kala vaticinando un futuro tan brillante como los diamantes de Jaipur.


Joyería


En todo el país, hay 800.000 maestros artesanos y 450.000 plateros
1,3 millones de personas trabajan sólo en este sector

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