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6 mitos sobre las plantas medicinales

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Hoy día, el uso terapéutico de las plantas medicinales se mueve todavía predominantemente por la tradición. Siglos o milenios de “experiencia” con plantas medicinales parecen bastantes como para considerar reales las propiedades beneficiosas para la salud de estas plantas, sin embargo, como veremos a continuación en esta selección de mitos, la realidad es bien distinta.
Mito 1. Las plantas medicinales son completamente seguras e inofensivas porque son naturales

Nos encontramos en una época en la que el término “natural” se asocia con lo “mejor”: Completamente sano, inofensivo y beneficioso para la salud, esa es la gran mentira de lo natural. Los productos alimentarios venden más cuando se anuncian con la coletilla de “natural” y el uso de plantas medicinales tiene un aura inofensiva que lleva a mucha gente a recurrir a ellas porque, supuestamente, no tienen efectos adversos. A pesar de esta percepción generalizada, lo cierto es que las plantas medicinales pueden tener efectos adversos evidentes como buenas sustancias químicas activas que poseen.

Es un hecho que todo lo que posee un efecto farmacológico tiene también un posible efecto adverso. Ocurre en los fármacos y ocurre también en las plantas. Ahora bien, sí es cierto que las plantas medicinales suelen presentar muchos menos efectos adversos que los fármacos convencionales, ¿por qué? Para que una planta medicinal tenga algún efecto terapéutico y también un posible efecto adverso, tiene que encontrarse en suficiente cantidad el principio activo (la molécula que va a producir el efecto). Normalmente, las plantas medicinales vendidas en los herbolarios (que no los fármacos compuestos de plantas medicinales) tienen el principio activo en tal baja cantidad que la aparición de efectos adversos se vuelve un acontecimiento raro aunque no hay que olvidar que, aún así, ocurren de tanto en tanto. Esto implica no sólo la baja frecuencia de efectos adversos, también una escasa posibilidad de que ingieras suficiente cantidad del principio activo como para que ofrezca algún efecto terapéutico beneficioso para la salud.

Es necesario resaltar que, si bien los efectos adversos en plantas medicinales son raros, los pacientes afectados por una determinada enfermedad (daño hepático, insuficiencia renal…) o con características especiales (embarazadas) pueden ser muy vulnerables a los efectos de las plantas medicinales y su consumo puede desencadenar consecuencias desastrosas (desde abortos hasta terminar muerto o en la UVI). Si usted se encuentra en estos casos y se plantea el uso de alguna planta medicinal debería consultar con un médico o farmacéutico experto antes de dar el paso.
Mito 2. Las plantas medicinales se llaman así porque han demostrado sus beneficios terapéuticos

Lo que define a las plantas medicinales es la larga tradición del uso de éstas para tratar y/o prevenir enfermedades. Hablamos de siglos o milenios de años utilizando estas plantas sin más demostración que la creencia o el empirismo. Desafortunadamente, estas dos posturas principales en la que se basa la tradición poseen una serie de grandes inconvenientes.

Por un lado, el uso terapéutico de muchas plantas se basan puramente en creencias que se han difundido de boca en boca sin que alguien se pusiera a comprobar realmente qué había de verdad en ello. Muchas personas tienen la percepción de que la tradición es un excelente e infalible sistema para verificar la utilidad de una planta medicinal. El siguiente argumento no tarda en aparecer: “Si se lleva haciendo desde hace tantos años, no pueden estar equivocados”. La realidad, sin embargo, es evidente. No sólo no pueden estar equivocados sino que, como veremos más adelante, lo están para muchos usos de las plantas medicinales.

Las creencias, al igual que los dogmas en las religiones, no se cuestionan y diversas mentiras persisten durante siglos o milenios porque nadie se ha parado en comprobar si era verdad. ¿La tradición es un sistema infalible? Justo lo contrario, les recuerdo que afirmaciones como que “si una mujer con la regla se acerca a una mayonesa, ésta se corta”, “si te cortas el pelo éste crece más fuerte” y “si escuece es que cura” son tres ejemplos muy difundidos de creencias tradicionales que son absolutamente falsas.

Por otro lado, para la observación objetiva y correcta de curaciones debidas a plantas medicinales es necesaria la comparación con un grupo que haya tomado placebo. ¿Por qué? Porque muchas enfermedades remiten solas con el tiempo sin ningún tratamiento adicional. En un sistema de conocimiento basado en el empirismo no se distinguen curaciones espontáneas de las debidas a las plantas. Debido a ello, muchas plantas se consideraban y consideran equivocadamente beneficiosas no por sus verdaderas propiedades sino a remisiones espontáneas que nada tuvieron que ver con ellas.
Mito 3. Sólo importa el tipo de planta medicinal y la forma de preparación para tratar alguna dolencia

Llama la atención que la amplia mayoría de los usuarios de plantas medicinales sólo tienen en cuenta el tipo de planta (manzanilla, hipérico, hierba de San Juan…) y su forma de preparación (infusión, tintura, extracto seco…) para tratar algún problema de salud. En ningún momento se menciona algo tan fundamental como evidente: La dosis del principio activo.

Como hemos comentado anteriormente, va a ser la dosis de este principio el que determine el potencial efecto beneficioso. Por ejemplo, no es lo mismo tomarse 500 mg. de paracetamol que puede curarte un dolor de cabeza que tomar 5 gramos que te deja el hígado hecho polvo. ¿Por qué en ningún momento se mencionan dosis de plantas para tratar enfermedades? Muy sencillo, porque es prácticamente imposible conocer la concentración del principio activo en un preparado tradicional de plantas medicinales, ya que esta concentración va a depender de la estación en la que se desarrollara la planta, el lugar en el que creciera, las condiciones climatológicas…

De esta manera, saber la cantidad de principio que hay en una determinada planta de un herbolario es una quimera, así como también lo es dosificar correctamente la planta medicinal para obtener justo el efecto deseado. Es el equivalente a disparar con una escopeta de feria. Por suerte, la absoluta mayoría de las plantas no llegan a tener suficiente cantidad de principio activo como para producir algún efecto evidente, ni bueno ni malo.
Mito 4. No pasa nada si combino las plantas medicinales con los medicamentos que estoy tomando

Un gran y peligroso error que cometen muchas personas es tomar, junto a medicamentos convencionales, plantas medicinales sin decirle nada al respecto a su médico “porque como es natural no va a pasar nada”. El problema es que existe la posibilidad de que los efectos del medicamento pueden interaccionar con los de planta medicinal (aunque sean ligeros) potenciándolos o inhibiéndolos dando lugar a posibles problemas de salud imprevistos. Si está en tratamiento y se ha pensado tomar plantas medicinales, consulte con su médico.
Mito 5. No existe interés en realizar estudios clínicos para comprobar los efectos de las plantas medicinales

Debido a que las plantas medicinales y sus principios activos no son patentables y, por tanto, no se puede obtener un gran beneficio económico de ellas, muchas personas alegan que no hay interés en investigar científicamente las plantas medicinales para comprobar su real efecto terapéutico. En realidad, esto es una verdad a medias. Sí que es cierto que las empresas farmacéuticas no están dispuestas a investigar las plantas medicinales si no van a sacar un beneficio económico posterior en forma de patente. Ahora bien, existen grupos científicos desde las universidades que investigan el verdadero efecto de las plantas medicinales para comprobar cuáles son útiles y cuáles no para determinados problemas de salud (vamos, distinguir el grano de la paja) como el SEFIT.

Además de estos grupos, en Estados Unidos y, en menor medida, en otros países como Inglaterra, se están llevando a cabo grandes proyectos para investigar científicamente las plantas medicinales. Sírvase como gran ejemplo, el Centro Nacional de Medicina Complementaria y alternativa NCCAM que están tratando de acercar la ciencia a las medicinas alternativas y comprobar su utilidad real. A muchos les podrá parecer un gasto poco práctico de dinero, pero si sirve para poner orden entre el berenjenal de medicinas alternativas, bienvenido sea. En el NCCAM se desarrollan gran cantidad de ensayos clínicos para evaluar los efectos de éstas y se puede encontrar bibliografía científica sobre una amplia variedad de plantas.

Entre otras muchas cosas encontramos, por ejemplo que la equinácea no ha demostrado prevenir resfriados ni otras infecciones o que la hierba de San Juan no ha demostrado más efectividad que el placebo en tratar depresión moderada en los dos ensayos clínicos que ha realizado NCCAM (paradojas de la tradición, cuando se achacan estos supuestos beneficios para venderlas)
Mito 6. La homeopatía es medicina natural con plantas

Gran parte de los usuarios de la homeopatía no tienen ni idea de en qué consiste esta pseudomedicina alternativa que no ha demostrado más eficacia que el placebo. A menudo se suele decir que es una medicina natural con plantas, lo cual dista bastante de la realidad. En primer lugar, porque la homeopatía no sólo hace “uso” de plantas, sino también de sustancias animales y minerales. En segundo, la dilución infinitesimal a la que se encuentran los preparados homeopáticos impide que exista alguna molécula vegetal (en el supuesto de que se utilice) o que ésta se encuentre en alguna cantidad apreciable. Es decir, la homeopatía tiene tanto de natural con plantas como una pastilla de lactosa con algo de agua (que es lo que son los remedios homeopáticos), nada.

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