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Corazones que se reparan a sí mismos

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Para reparar un corazón dañado por un infarto puede que no sea necesario recurrir sólo a las todopoderosas células madre. Quizá baste con dar un pequeño empujón a la Naturaleza y reproducir lo que ya consiguen algunas especies animales tan lejanas de los humanos como son los peces.

Eso es lo que ha hecho el equipo de investigadores, que lidera Juan Carlos Izpisúa en el Instituto Salk en California (Estados Unidos) y en el Centro de Medicina Regenerativa de Barcelona, para identificar un tipo de células cardiacas que participan en la reparación cardiaca. Los resultados se publican en el último número de la revista «Nature».


Fijándose en el pez cebra han desvelado parte del secreto de la regeneración cardiaca. Este animal posee una particular capacidad: si se daña una parte de su corazón nada lentamente durante unos días, pero al mes parece perfectamente recuperado. Su corazón es capaz de curarse solo, como las lagartijas son capaces de hacer crecer una nueva cola cuando pierden la suya.


El equipo de Izpisúa ha demostrado que son los cardiomiocitos (las células del músculo cardiaco que permiten la contracción del corazón), las que permiten el «milagro» de la regeneración. Y los mamíferos no estarían tan lejos de ese proceso. Los corazones humanos no son capaces de repararse a sí mismos. Tras un ataque al corazón, el músculo sano es reemplazado por un tejido con cicatrices que ya no vuelve a contraerse. Sin embargo, antes de que la bomba cardiaca se agote, las células del corazón entran en un estado de hibernación para intentar salvarse. Este comportamiento similar «sugiere que quizá la regeneración en mamíferos no es una utopía», explica a ABC, Juan Carlos Izpisúa.
Corazones que se reparan a sí mismos


Hasta la fecha, todos los intentos en humanos por recuperar el corazón tras un infarto se centran en la utilización de células madre, bien procedentes de la grasa, del músculo cardiaco o de la médula ósea. «La manera en que la naturaleza regenera el corazón dañado parece ser mucho mas sencilla. La idea sería tratar de imitarla. Evitar el implante de células externas y tratar de activar la regeneración endógena mediante la diferenciación de los cardiomiocitos ya existentes. Esto se podría hacer por ejemplo mediante el uso de compuestos químicos». Su grupo ya ha empezado a buscar moléculas para algún día dar ese empujón a la naturaleza y permitir la regeneración con medicamentos.

N. RAMÍREZ DE CASTRO | MADRID

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