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Delicadeza y belleza en paisajes del alma de Carmelo Rebullida

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HUESCA.- No exponía en Huesca desde hace dos décadas, y ahora vuelve y lo hace renovado y con ganas de compartir con los oscenses la evolución de su pintura. Carmelo Rebullida muestra en La Carbonería de Huesca una colección de unas treinta obras en las que muestra su trabajo de los cinco último años.

Al recorrer este espacio de arte que dirige María Jesús Buil, uno se encuentra con una exposición "delicada", como ella la define, y "bonita y sensible", según el artista. Una exposición en la que los que conozcan la obra de Rebullida comprobarán, respecto a las exposiciones que realizó en el Banco Bilbao y en la sala de Ibercaja en el Genaro Poza, hace unos 20 años, cómo ha madurado. "Es una pintura más hecha, más formal frente a lo experimental de hace un tiempo".

Con dos cuadros de gran formato y el resto de pequeño y mediano, este pintor zaragozano de formación autodidacta pero que lleva cuatro décadas entregado y cuerpo y alma a la pintura, se presenta en Huesca con obra reciente en la que, sin renunciar del todo a la materia, sí presenta pinturas mucho más planas. "Trabajo con superficies más planas de color, con menos materia y con más refinamiento".

Considerado por la crítica como un abstracto matérico, Carmelo Rebullida reconoce que su pintura "está próxima a la abstracción, pero con muchas referencias figurativas, sobre todo al paisaje". Aunque, en su caso, su forma de interpretar el paisaje es una sugerencia, "ya que más que la interpretación del paisaje que vemos, que nos rodea, es un paisaje interior. Son paisajes que tienen algo que ver con la naturaleza, pero pasados por el filtro del artista. Son paisajes subjetivos, paisajes del alma", pero en los que, por lo que se puede ver en la exposición de Huesca, trasluce una cercanía a la figuración que se pone de manifiesto en detalles como "árboles quemados, que tienen más que ver con una figuración al uso" y que forman parte de los paisajes de Carmelo Rebullida.

Y si sus paisajes son personales, su uso de las técnicas también. De hecho, es una de las características de su pintura, ya que mezcla acrílica, plástica, óleo, arenas... "Es un tipo de cocina que hace que mi pintura sea particular, porque, al ser autodidacta, ésto me lo he comido y bebido yo". Esa combinación de técnicas sobre un mismo lienzo, "además de personalizar la obra, resulta muy enriquecedora porque eres capaz de conseguir mayores efectos expresivos que utilizando una sola de ellas".

DIBUJO SOBRE PAPEL

Entre esta explosión de técnicas y de fuerza interior, Carmelo Rebullida también hace un hueco para el dibujo, que suele ser de tamaño pequeño y realiza sobre papel que fabrica él mismo de forma artesanal. "Es dibujo propiamente dicho, porque el soporte, al ser papel, no me permite trabajar con las texturas que lo hago en los cuadros. Se trata, más bien, de dibujo de línea coloreado, que de pintura".

En cualquier caso, la obra de Carmelo Rebullida es fácil de identificar ya que en toda su trayectoria, como en la de cualquier artista "sin querer y, a veces a nuestro pesar porque en ocasiones nos gustaría dar un cambio drástico y empezar una etapa nueva con técnicas diferentes y me olvido de todo lo anterior, hay un hilo conductor, hasta el punto de que la pintura llega a convertirse en una especie de caligrafía en la que estás presente". Rebullida asegura que al mirar los cuadros que expuso en Huesca hace 20 años, "aunque sean muy diferentes a los que se muestran ahora, hay algo muy sutil que delata tu presencia, tu espíritu. A la persona que está acostumbrada a ver arte le resulta bastante fácil observar que un cuadro pintado hace 20 años es del mismo artista que el que puede ver hoy, aunque las cosas que haga sean diferentes".

Eso ocurre con las obras de Carmelo Rebullida, un ingeniero técnico que siempre tuvo claro que lo suyo era la pintura, y tras recibir unos premios y después de tres años ejerciendo su profesión, aprovechó para dedicarse a lo que realmente me gusta, "y aquí sigo. Lo que me llena es la pintura", algo que compagina en la actualidad con la docencia. "Imparto clases en una academia y eso también me satisface porque después de tanto años trabajando en la pintura puedes transmitir experiencias, enseñar trucos y ayudar a la gente a que saque lo que lleva dentro".

No lo puede ocultar, Carmelo Rebullida es feliz entre pinceles, bien sea usándolos o enseñando a usarlos.

Ahora, durante este de mes de marzo, además de pintar y enseñar, Carmelo Rebullida está presente en Huesca, y lo está a través de la exposición que exhibe en La Carbonería, con la que pretende "gustar, emocionar y sorprender".

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