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Los visitantes podrán subir en ascensor a la torre de Santa María a finales de año

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Año 2012. Después de una década 'Abierta por obras', la catedral de Santa María pondrá el punto y final a su ambicioso proyecto de rehabilitación integral para abrazar una nueva época. En poco más de dos años, el majestuoso templo -atalaya de Vitoria y balcón a su historia- se habrá transformado profundamente.


En el fondo, habrá dejado de ser tan sólo un lugar de culto para pasar a ofrecer una nueva visión sobre el pasado de la ciudad. También para ofrecerse a sí misma como un edificio de incalculable valor histórico y arquitectónico. Y, en la forma, habrá abandonado los problemas estructurales que en 1994 forzaron su cierre para reivindicarse como el depósito visible de los restos del pasado más antiguo de la llamada 'Victoria', por aquel entonces con 'c'.


Así, después de una década volcada en la rehabilitación arqueológica y arquitectónica del templo -que han seguido en directo cerca de un millón de personas- la Fundación Catedral Santa María se enfrenta ahora a una vuelta de tuerca, a «un cambio de filosofía», en palabras de su director gerente, Juan Ignacio Lasagabaster. «Lo que toca es pasar de una obra permanente a un edificio utilizable con personalidad propia. Dicho de otro modo, convertir el templo en atalaya de la ciudad, en la mejor herramienta para saber cómo ha sido, cómo es y cómo será Vitoria».


A 58,75 metros de altura, se alza imponente la torre del campanario de Santa María. La restauración de su chapitel y de su cuerpo octogonal en 2008 fue uno de los proyectos más «espectaculares» del plan director del templo. Pero no será hasta finales de este año cuando se pueda acceder hasta la picota. Será gracias al ascensor que la fundación, que gestiona la restauración del templo, tiene previsto habilitar próximamente.


Otros dos elevadores


Este elevador interior, que facilitará el acceso hasta el campanario, conectará a su vez con uno de los otros dos ascensores que la Agencia de Revitalización del Casco Histórico acaba de aprobar con cargo al segundo Plan E impulsado por el Gabinete Zapatero. Ambos quedarán ubicados en los patios de la catedral que lindan con el cantón de Santa María.


El primero, que se ubicará en el patio más occidental, al norte del pórtico, permitirá el tránsito entre el cantón, la catedral y un nuevo espacio visitable bajo la cubierta y sobre las bóvedas del pórtico que comunicará, a su vez, con el que se colocará en el interior de la torre. El segundo, por su parte, quedará instalado en el patio oriental, junto a la cabecera del templo y estará envuelto por una escalinata exterior volada.


Con él, la Fundación Catedral Santa María podrá completar un circuito de visitas que permitirá recorrer casi todo el templo. No en vano, sólo los espacios situados bajo las cubiertas de las naves de la iglesia quedarán por ahora al abrigo de curiosos debido al precario estado en el que todavía se hallan.


Pero además de completar su recorrido de visitas, Santa María estrenará también acceso este año. El centro de recepción de visitantes ya no mirará, pues, a la plaza de la Burullería sino que quedará instalado en la calle Cuchillería, de tal forma que la sacristía, del siglo XVIII, quede incorporada también al recorrido guiado. No en vano, las obras de restauración de la cubierta y la bóveda de ladrillo de esta sala, que servirá para albergar las colecciones de textiles, platería e imágenes del XVIII, están ya «a punto de concluir».


Lo mismo sucede con la restauración de la sala capitular y de las alas del crucero, donde el equipo que dirige Lasagabaster, está terminando de apuntalar sus contrafuertes, desplazados por el paso de los años y necesitados de refuerzo para poder soportar el peso del edificio.


Ocho pilares ya firmes


Pero la obra de mayor envergadura en esta recta final será la colocación del suelo de la catedral. Después de una década de estudios previos, plan director, proyectos pormenorizados, análisis de materiales y obras, los ocho pilares más deteriorados, aquellos que en 1994 pusieron en jaque el templo por el peligro de derrumbe del lateral derecho, ya son firmes.


Las inyecciones de cal en los cimientos y la construcción de arcos de piedra para comunicar todas las columnas fueron un éxito rotundo, de forma que el peso de la catedral se reparte por igual a día de hoy. Por su parte, los trabajos en la nave central se han centrado también en proteger con capas de cal la roca del subsuelo, que también estaba degradada.


El siguiente paso dará comienzo en breve y consistirá en colocar la estructura sobre la que se apoyará el suelo. Se realizará a base de vigas de madera y, después, una tarima. Los responsables de la restauración han apostado por la tabla, en lugar de una plaqueta de mármol como la que antes había a fin de «mejorar la acústica, que era muy dura». El suelo será de roble asturiano.

MARÍA ZABALETA | VITORIA

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