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Las nueve ´muertes´ de Jesús

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J.N. PALMA. Los Evangelios relatan la muerte de Jesús, pero no son un certificado médico. Existen muchas hipótesis abiertas, verosímiles y legítimas. La baraja de posibilidades se reduce, sin embargo, al considerar dos pruebas de extraordinario valor: el Santo Sudario de Oviedo y la Sábana Santa de Turín.

Con un manojo de fuentes literarias y arqueológicas el médico forense Vicente Modesto, valenciano, ha realizado un estudio en el que concluye que "ningún órgano vital se había afectado directamente de forma evidente como consecuencia de la pasión de Cristo y de su crucifixión, por lo que los sufrimientos padecidos durante la misma, las cuatro heridas en las extremidades y una postura fija y forzada habrían de ser los determinantes de su muerte". A partir de esa conclusión, el estudio arruina algunos tópicos que desde siempre rodean el fallecimiento del Mesías.


Modesto descarta que Jesús muriera de hambre, de sed o por una infección de las heridas, porque las quince horas que duró la pasión fue un tiempo demasiado breve para todo ello.

También rechaza que la causa mortal fuese una hemorragia abundante, puesto que la sangre perdida en la flagelación y la coronación de espinas, más la derramada por la rotura de la nariz al ser golpeado en la cruz, no habría podido superar los dos litros mínimos para que Jesús muriese desangrado. Por su parte, Antonio Alonso, catedrático de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid, en un estudio paralelo considera que "el reo, clavado por las manos y los pies, no resiste el dolor que soporta al apoyarse en el clavo de los pies y cae agotado. En esa posición, los músculos del tórax, estirados al máximo, comprimen los pulmones, que empiezan a no funcionar correctamente y se dificulta la respiración. Eso obliga a que, por mucho que le duela, el reo debe apoyarse en el clavo de los pies y levantarse para poder respirar y, en cuanto lo ha hecho, el dolor le obliga a caer".
Alonso opina que "por eso era normal fracturar las piernas a los crucificados para impedir este movimiento de subida y bajada y que la muerte les sobreviniera con más rapidez al no poder respirar. Era un sistema de acortar el sufrimiento".
"La muerte de Jesús", afirma el catedrático de la Complutense, "sobrevino rápidamente, aproximadamente a las tres horas de haber sido crucificado. Era sabido que los crucificados a veces tardaban 2 ó 3 días en morir, sobre todo los que eran sujetados a la cruz con cuerdas. Precisamente, para acortar este período, se les partían las tibias".
Modesto se inclina por considerar que el aumento de potasio en la sangre alteró el ritmo cardiaco y produjo una parada final causando la muerte. En todo caso, cree que fue un grupo de causas las que determinaron el fallecimiento. Alonso apunta nueve posibilidades como causa del fallecimiento, descarta alguna, pero no opta de forma concluyente por ninguna. En el Santo Sudario de Oviedo puede estar la respuesta definitiva.

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