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Naturaleza cruel: la isla más peligrosa del mundo

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Warren Fahy apuesta por el “bio-thriller” y con “Henders” (Planeta / Columna) nos introduce en una naturaleza desconocida, despiadada, que podría acabar con toda forma de vida en el planeta. Con esta primera novela, el escritor norteamericano nos abre los ojos sobre las consecuencias que tiene la pretensión de dominar el medio ambiente, ya que inevitablemente éste acabará por vengarse de nosotros. Texto: Jordi Aresu

Las amenazas a las que nos enfrentamos ya no están representadas por despiadados asesinos en serie, espías, gobiernos que se mueven en la sombra, bombas u otros ataques terroristas. Ahora es la naturaleza la que se convierte en potencial enemigo. Nadie mueve los hilos de esta trama; es más, parece ser una venganza que ella nos reserva por el trato que le hemos dispensado. Se nos presenta así como una naturaleza desconocida, alejada de la imagen benévola que podríamos tener de ella. Ya no es aquella benefactora que nos ha permitido crecer y multiplicarnos, sino que se rebela y pone en peligro nuestras existencias.

Tras el éxito que tuvieron en su día el clásico La Isla del doctor Moreau, Parque Jurasico o El quinto día, el bio-thriller vuelve a la carga mostrando que nuestro entorno, si no es tratado con respeto, podría acabar con miles de años de progreso. Casi como si fuera una advertencia sobre lo peligroso que es nuestro afán de controlar y dominar algo más grande que nosotros. Una narración diferente a lo convencional y más terrorífica, pues, en los tiempos que corren, jugar a ser Dios y someter a la naturaleza no se encuentra muy alejado de la realidad. El miedo a lo desconocido y a lo salvaje siempre ha sido algo inherente al ánimo humano, y el bio-thriller, esta vez con Henders, juega precisamente con eso.

Perdida en medio del Océano Pacifico, a 2.000 kms. de la civilización, se encuentra un rincón de tierra salvaje que ha tomado un camino evolutivo diferente al que conocemos. Se trata de la Isla de Henders, descubierta en 1791 por el capitán Ambrose Spencer Henders, quien, horrorizado por lo que el lugar albergaba y consciente de la terrible amenaza que representaba, decidió guardar silencio acerca de su existencia. Un silencio que se ha mantenido hasta nuestros días. Pero la exigencia de las productoras de reality shows de encontrar nuevas formas para conquistar a la audiencia llevará a un grupo de concursantes a probar en su piel cuán peligrosa es esa naturaleza, y a los televidentes a observar ese espectáculo horripilante.

En una ambientación similar a la de la serie norteamericana Perdidos, la isla, en total soledad y aislada de los demás ecosistemas, constituye el último fragmento virgen del globo. Sin embargo, aquí los concursantes desaparecen rápidamente del mapa (unos cuantos, devorados) y son los científicos los que afrontan el reto de desvelar el misterio de Henders.

Su virginidad, la lucha por la supervivencia y una peculiar aplicación de las teorías de Darwin sobre la evolución de las especies han confluido en un mundo inhóspito y peligroso. Veremos allí nuevos tipos de especies animales, feroces y casi inmortales, que si consiguieran emigrar de la Isla de Henders destruirían el resto de vida terrestre, humanos incluidos.

Warren Fahy, con su primera novela nos ofrece un billete para visitar el infierno en la Tierra ¿Estamos listos para pisar ese lugar y constatar lo espeluznante que es? Afortunadamente, la visita será sólo a través del papel…

Los antecedentes

Warren Fahy se alimenta de otras novelas que se han convertido ya en clásicos del bio-thriller. Entre ellas, los tres referentes más inmediatos podrían ser:

1 – La isla del doctor Moureau. Un náufrago es rescatado del mar y es llevado a una isla misteriosa. En ella se encuentra el controvertido doctor Moreau, que está llevando a cabo experimentos sobre animales con la finalidad de humanizarlos. Ya a finales del siglo XIX, H.G. Wells, nos advierte sobre los riesgos que conlleva jugar con la naturaleza. No en vano, las bestias por él imaginadas retoman su primitivo instinto animal y dictan su propia ley.

2 – Parque Jurásico. El multimillonario John Hammond ha creado, en una remota isla de Costa Rica, un misterioso parque temático. En él, gracias a los avances tecnológicos y a la ingeniería genética, los científicos han conseguido revivir varias especies de dinosaurios. Una vez más, la literatura advierte de que no se puede jugar a crear la vida. Las consecuencias pueden ser desastrosas.

3 – El quinto día. El alemán Frank Schätzing relata una serie de eventos misteriosos que ocurren en las profundidades marinas: peces que se lanzan contra barcos de pescadores, gusanos que invaden las costas de medio mundo, cetáceos que atacan a los humanos… Todos estos hechos tienen una característica común: se dirigen contra el hombre. ¿Qué pasaría si la naturaleza se nos volviera en contra y, harta de nuestras injerencias, nos agrediera?

* Los protagonistas de “Henders”

Los antecedentes

Warren Fahy se alimenta de otras novelas que se han convertido ya en clásicos del bio-thriller. Entre ellas, los tres referentes más inmediatos podrían ser:

1 – La isla del doctor Moureau. Un náufrago es rescatado del mar y es llevado a una isla misteriosa. En ella se encuentra el controvertido doctor Moreau, que está llevando a cabo experimentos sobre animales con la finalidad de humanizarlos. Ya a finales del siglo XIX, H.G. Wells, nos advierte sobre los riesgos que conlleva jugar con la naturaleza. No en vano, las bestias por él imaginadas retoman su primitivo instinto animal y dictan su propia ley.

2 – Parque Jurásico. El multimillonario John Hammond ha creado, en una remota isla de Costa Rica, un misterioso parque temático. En él, gracias a los avances tecnológicos y a la ingeniería genética, los científicos han conseguido revivir varias especies de dinosaurios. Una vez más, la literatura advierte de que no se puede jugar a crear la vida. Las consecuencias pueden ser desastrosas.

3 – El quinto día. El alemán Frank Schätzing relata una serie de eventos misteriosos que ocurren en las profundidades marinas: peces que se lanzan contra barcos de pescadores, gusanos que invaden las costas de medio mundo, cetáceos que atacan a los humanos… Todos estos hechos tienen una característica común: se dirigen contra el hombre. ¿Qué pasaría si la naturaleza se nos volviera en contra y, harta de nuestras injerencias, nos agrediera?

Los protagonistas de “Henders”

Rata Henders
Estas criaturas de treinta centímetros de largo son cazadoras solitarias que se alimentan de todo lo que encuentran, incluso de miembros de su propia especie. Pueden atacar en cualquier lugar pero temen el agua. Su particular estructura corporal las convierte en uno de los depredadores más temidos: sus nueve patas les permiten desplazarse a gran velocidad, mientras que su singular sangre con base de cobre les facilita el transporte de oxigeno a los músculos, dotándolas así de una notable fuerza. La novena pata, que en realidad es una prolongación de su cuerpo, tiene la función de una cola catapulta. Si necesita moverse rápidamente utiliza esta cola para realizar saltos de diez metros y aferrarse a su presa. Las patas delanteras y las pinzas, situadas a los lados de la boca, presentan garras extremadamente afiladas con las que corta en pedazos a su víctima antes de que ésta tenga tiempo de darse cuenta. Sus insólitos ojos, que trabajan de forma independiente el uno del otro, le permiten distinguir muchos más colores que el ojo humano, permitiéndole así mejorar sus ataques. Su impresionante velocidad es lo que la convierte en un depredador muy peligroso, puesto que consigue impactar sobre su presa con la fuerza de una bala de bajo calibre.

Hormiga disco
Es la primera especie con la que la expedición debe enfrentarse nada más hacer pie en la isla. Según los científicos que analizan la fauna del lugar, es el animal más peligroso del mundo de Henders. Del tamaño de una moneda y con forma circular, se mueve rodando a gran velocidad sobre su costado o incluso caminando sobre cualquiera de sus lados. Su particular sistema de visión le permite ver sea hacia delante, hacia atrás y por encima, detectando así a sus víctimas en un radio de 360 grados. Sus numerosas patas les permiten alzarse en vuelo contra su presa, a la que atacan contrayendo sus miembros y clavándoselos en el cuerpo, como si de alfileres se tratara. La peligrosidad que representan reside en que su cuerpo está recubierto de miles de crías microscópicas, que tras un ataque se enganchan a la victima y se introducen en sus heridas.

Avispones de Henders
Aunque midan solamente doce centímetros, no tienen nada que ver con los temibles avispones japoneses que conocemos. Estos últimos pueden matar a cuarenta avispas por minuto y sus aguijones inyectan un veneno tan potente que disuelve la carne humana. Sin embargo, el experimento llevado a cabo por los científicos en la isla revela que la variante nipona sólo alcanza a sobrevivir dos minutos antes de ser destrozada por sus homónimos indígenas. Tienen un abdomen parecido al de las luciérnagas, que brilla en la oscuridad, y cinco alas transparentes que les permiten volar a gran velocidad. Presentan patas de doble articulación, afiladas como navajas y capaces de cortar cualquier objeto.

Spiger
Con media tonelada de peso y del tamaño de un tractor, el Spiger es una mezcla entre tigre y araña. Este espantoso animal es el que se cobra la primera victima de la expedición. Recubierto de brillantes rayas anaranjadas y rosas, se mueve rápidamente gracias a sus ocho patas, las seis traseras semejantes a las de los felinos, que le permiten correr y desplazarse por cualquier superficie, y las dos delanteras parecidas a las de una araña, con las que asesta golpes mortales a sus víctimas. Las fauces enormes a través de las cuales emite rugidos estridentes y sus colmillos, grandes como estalactitas, le sirven a continuación para devorarlas.

XATV-9
El vehiculo todoterreno más sólido que la NASA haya construido, cuya finalidad era explorar el planeta Marte, tiene dos enormes neumáticos nudosos en la parte delantera y dos medias orugas detrás. Una plancha de metal de veinticinco centímetros de espesor protege a la tripulación de ataques inesperados. De frente posee un morro similar al quitapiedras de una locomotora para abrirse camino en la selva y a ambos lados se despliegan dos grandes brazos mecánicos que recuerdan la figura de una mantis religiosa.

La Isla
Situada a 46º de latitud sur y 135º de longitud este, y rodeada por el inmenso Océano Pacífico, se encuentra este pedazo de tierra desconocido, a 2.000 kilómetros de distancia de la civilización. Una isla de poco más de tres kilómetros de ancho, rodeada de altos acantilados que dificultan el acceso a su interior. En 1791, el barco comandado por el capitán de la marina británica Ambrose Spencer Henders encuentra una fisura escondida en el oscuro acantilado, lo que permite la entrada a la isla a una pequeña embarcación. La ilusión de haber encontrado un lugar donde proveerse de agua dulce se ve frustrada por la desaparición, entre gritos espantosos, de un miembro de la nave. Vista la naturaleza inhóspita del lugar y bajo las exhortaciones del capellán, el comandante decide mantener en secreto su existencia.

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