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Pseudociencia, ahora en holograma

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Elena de Borbón, infanta de España. Antonio Banderas, actor. Leire Pajín, secretaria de organización del PSOE. Gustavo de Arístegui, diputado del PP. Gemma Mengual, nadadora olímpica. Cristiano Ronaldo, futbolista. Rubens Barrichiello, piloto de Fórmula 1. Todos están relacionados por una pulsera de silicona que alberga un pequeño holograma en su superficie. Todos ellos han aparecido en público llevándola puesta, y algunos, como Mengual, han participado en su promoción.


Este producto, que lleva nombres como Power Balance o EFX, lleva unos meses haciendo furor. Primero fueron los famosos, especialmente deportistas profesionales. Después, el boca a boca entre deportistas aficionados. Finalmente, miles de personas en todo el mundo se han hecho ya con el popular accesorio que, por un precio de unos 35 euros la pulsera o 15 la tarjeta con el holograma pueden conseguir un objeto que, según los fabricantes y los distribuidores en España, proporciona "un estado de armonía y equilibrio como lo tuvo antes de la contaminación por sustancias químicas, comidas rápidas, la falta de ejercicio y el estrés. Como consecuencia de ello", continúa la propaganda, "la mayoría de las personas experimentan diversos grados en el aumento del equilibrio, la fuerza, flexibilidad, resistencia, enfoque, coordinación y ritmo".

Ninguna de las distribuidoras tiene pruebas científicas de lo que afirman

La cita es de la web del distribuidor de Power Balance en España, donde muchos modelos están ya agotados. En ella pueden encontrarse vídeos con demostraciones de la supuesta efectividad de estos adornos, en los que se ve cómo aparentemente una persona aguanta mejor el equilibrio, tiene más fuerza y es capaz de llegar más lejos haciendo estiramientos cuando lleva la pulsera que cuando no la lleva; estos ejercicios también se realizan con los clientes en las tiendas que venden estos productos.

Ni siquiera es necesario llevarlas puestas: basta con que se encuentren dentro del "campo energético del cuerpo", una distancia que cifran en cinco centímetros. EFX incluso vende pulseras con dos hologramas, "especiales para deportistas", que "proporcionan resultados un poco superiores". Siempre se incide en que la clave está en el holograma, que "reacciona positivamente con el campo electromagnético del cuerpo".
"Un estudio de los americanos"

Es notoria la falta de publicaciones científicas que apoyen estas afirmaciones o que expliquen en qué principio físico se basa el supuesto funcionamiento del holograma. Ninguna de las tres distribuidoras contactadas por este diario ha podido proporcionar ningún tipo de estudio. Publipunto Intershopping, que vende las pulseras Energy Balance, indica que "simplemente hay que comprobarlo", remitiendo a los ejercicios citados. Power Balance España utiliza una argumentación idéntica: "Se demuestra una vez que te la pones", pero apunta a "una investigación que reveló qué frecuencias eran las que promovían mejor el flujo de energía en todo el cuerpo". Ante las peticiones para recibir una copia de esa investigación, sus representantes responden que no disponen de ella. EFX España, por su parte, afirma estar esperando "un estudio de los americanos" antes de lanzarse a publicitar su producto para "problemas cotidianos, de todo tipo: insomnio, dificultad para moverse, nervios..."

El beneficio "se demuestra una vez que te la pones", dice Power Balance

José María Gil, profesor titular de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Telecomunicación de la Universidad Politécnica de Madrid, que ha impartido cursos sobre los efectos biológicos de los campos electromagnéticos, explica a Público la posibilidad de que un holograma pueda tener un efecto sobre el cuerpo: "Un holograma, de entrada, no radia, así que no puede interaccionar con nada". Incluso si fuese una antena que sí emitiese algún tipo de campo, el efecto que podría tener sobre el cuerpo humano dependería "de muchos factores: la frecuencia, la polarización o la amplitud".

Los efectos de los campos electromagnéticos sobre el cuerpo humano se pueden dividir en "térmicos y no térmicos", dice Gil. En los efectos térmicos aumenta la temperatura del cuerpo; los tejidos, al absorber energía, se calientan. Los efectos no térmicos son muchos y están ampliamente documentados: variación de melatonina, cambios en la permeabilidad de la barrera hematoencefálica... "Pero, en todo caso, son efectos muy leves" añade Gil. Nada que haga pensar en un aumento perceptible de la fuerza, la sensación de bienestar y el equilibrio.

Esther Samper, médico y divulgadora, añade: "Las pulseras tienen materiales inertes como la silicona y el neopreno. Ni el holograma ni el resto de materiales que contienen ejercen ningún efecto sobre el cuerpo humano". En lo que respecta a "almacenar una frecuencia" según la publicidad de Power Balance, la idea es tan disparatada como almacenar una velocidad; la frecuencia es el número de veces que se repite un evento en un tiempo determinado, siendo el hercio una repetición por segundo.

Samper precisa que "en el cuerpo humano ocurren muchísimos procesos con una frecuencia propia" y proporciona algunos ejemplos: "El parpadeo y la respiración suceden con una frecuencia de 15 a 20 por minuto, la actividad eléctrica en el cerebro de una persona despierta, registrada por un electroencefalograma, es de 8 a 13 hercios". Lo más cercano a un campo energético del cuerpo es la energía térmica que libera el ser humano en forma de calor al metabolizar nutrientes, añade Samper.

Según la doctora, el único efecto que causan estos productos es aquel que está dispuesta a atribuirles la persona que los utiliza, "un mecanismo de autoengaño y de idealización de los resultados. Es decir, siguen teniendo la misma flexibilidad, fuerza y equilibrio, pero perciben que les va mucho mejor".

La popularidad de la pulsera energética es paralela a la controversia que está generando. Se le han dedicado grupos en contra en la web de Facebook y multitud de comentarios en Twitter, donde, bajo la etiqueta "timopulsera", los críticos intentan expresar que, a la luz de las pruebas y de lo que la ciencia puede decir sobre sus supuestos mecanismos de actuación, no existen razones para pensar que estos hologramas proporcionen beneficio alguno a las personas que los portan.
Un ‘doble ciego’ descubre el fraude

Los ejercicios que se sugieren para verificar el funcionamiento de las pulseras tienen en cuenta que la persona que realiza la prueba es consciente en todo momento de cuándo se pone la pulsera y, por lo tanto, de cuándo podría esperar un cambio. Una mejor comprobación puede llevarse a cabo si el sujeto bajo estudio no tiene conocimiento de cuándo está llevando la pulsera real y cuándo una imitación. Mejor aún es que tampoco el evaluador lo sepa. Es lo que se conoce como doble ciego.

Justamente este tipo de experimento fue el que realizó Richard Saunders, antiguo presidente de la asociación Australian Skeptics, en el programa de televisión ‘Today, Tonight’ junto a Tom O’Dowd, distribuidor de Power Balance en Australia. Seis voluntarios llevaban tarjetas en sus bolsillos, pero solamente uno de ellos, elegido al azar y sin que tuviera conocimiento de ello, tenía una con el holograma. O’Dowd intentó entonces, practicando las pruebas habituales, averiguar quién tenía la verdadera tarjeta. Como era de esperar, no fue capaz de hacerlo. Otras personas han replicado estos experimentos con idénticos resultados.

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