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Sant Vicent Ferrer, arte y reliquias en la iglesia del Patriarca

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En el recorrido que se acostumbra a hacer hoy, festividad de Sant Vicent Ferrer, a los llamados lugares vicentinos el valenciano amante de sus tradiciones, no debería faltar una visita a la Iglesia del Patriarca; como seguramente hace a la casa natalicia del santo, al pouet, o a la representación en la calle por niños de alguno de sus milagros.

Por una razón: el Patriarca Juan de Ribera ha sido el más ferviente devoto que haya tenido jamás el dominico valenciano, dedicándole en la Iglesia de Corpus Christi por él fundada una hermosa capilla con preciosos murales sobre su vida, que vale la pena ser contemplados.


También guarda dos importante reliquias que consiguió para Valencia. Porque era tanta su admiración por él, que había dispuesto le dieran sepultura en el convento de la Orden de predicadores con el hábito dominico, si moría antes de acabar la fundación de esta Iglesia. Pero la acabó; encargando entonces al pintor genovés Bartolomé Matarana que decorara los muros de la capilla del santo valenciano con temas sobre su persona. Uno de ellos, el apoteósico recibimiento que Valencia tributó en la Torre de Serranos a la reliquia de Sant Vicent, llegada de Francia el 28 de octubre de 1601.

La había conseguido el Patriarca arzobispo, extraída para él de la sepultura del santo valenciano en la catedral de Vannes (Francia) donde reposan sus restos, como regalo de su amigo el cardenal Gondy, arzobispo de Paris, a quien se la había solicitado. La lleva en procesión el mismo Patriarca hasta la catedral, recogiendo la representación pictórica del acto una singular vista de la plaza de la Virgen, con la puerta de los Apóstoles, el Miguelete y su calle.

Mientras que en el retablo de esta capilla luce un bello lienzo del pintor Ribera sobre la Aparición de Jesús a Sant Vicent Ferrer en Avignon, confirmándole el encargo apostólico que había recibido de terminar con el cisma del doble papado de Clemente VIl y Benedicto XIII.

Igualmente en el crucero de la monumental Iglesia figuran unos soberbios murales también de Matarana, representando la Predicación de Sant Vicent Ferrer en el Compromiso de Caspe, la Predicación en la corte papal de Avignon y la Muerte de Sant Vicent Ferrer, constituyendo todo el conjunto el más rico testimonio de devoción del Patriarca Sant Juan de Ribera al universal valenciano.


Las reliquias son: "El dedo de la mano" que Sant Vicent levantaba sobre su cabeza en singular gesto cuando predicaba; y "la canilla segunda de la pierna", según consta en el libro de inventarios. Pierna que recorrió caminos, calles y plazas de una Europa dividida entonces política y religiosamente; mientras que su predicación en lengua valenciana y con palabra de fuego, como ángel del Apocalipsis, era entendida por ingleses, franceses, belgas, alemanes, holandeses, italianos...


Pero en una época de oro de espiritualidad religiosa donde parecían convivir cielo y tierra, Sant Vicent quiso agradecer personalmente al Patriarca tanta admiración y favor. Así que, acudió a visitarlo a la finca que poseía en Burjassot, donde ambos pasaron una tarde de agradable plática en el jardín de la casa. Se cumplía entonces 160 años de la muerte de Sant Vicent Ferrer en Vannes y 125 de su canonización por el Papa Calixto III. Otro gran santo dominico valenciano contemporáneo y amigo del Patriarca, Luis Bertrán, sabía de esta visita por boca del propio Sant Vicent en una aparición. Lo cuenta el confesor y primer biógrafo del Patriarca, P. Escribá, en su Vida del Siervo de Dios, Juan de Ribera, editada en Valencia en 1696. Y seguro que no era inventado.

José Antonio Doménech Corral

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