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¿Una dieta saludable?

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Las declaraciones de la actriz Gwyneth Paltrow en su blog abrieron la polémica. “Sufrí una fractura en la tibia hace algunos años que requirió una cirugía y cuando el cirujano examinó mis huesos descubrió que tenía los primeros síntomas de osteopenia”.

Osteopenia en una mujer de 37 años en sin dudas un gran llamado de atención ya que es una enfermedad que, al igual que la osteoporosis, se ve con mayor frecuencia en mujeres maduras que con la menopausia pierden la protección ósea que aportan los estrógenos. Si bien en su blog la protagonista de Shakespeare in love aseguraba que su problema era la falta de sol –fuente fundamental de vitamina D– sus seguidores relacionaron su afección a la dieta macrobiótica (libre de lácteos) que la actriz sigue desde hace muchos años a rajatabla. ¿De qué se trata la dieta macrobiótica que muchos consideran una filosofía de vida? ¿Puede un tipo de alimentación provocar problemas médicos como las osteopenia o la osteoporosis? ¿Cómo influyen las modas nutricionales en la salud general de las personas? Aquí las voces de médicos, nutricionistas y orientadores en macrobiótica.

MACROBIOTICOS ¿AL BANQUILLO? La filosofía macrobiótica fue creada por el pensador japonés George Ohsawa, en 1957. Es mucho más que una dieta, se trata de una doctrina que busca el equilibrio constante y el bienestar del cuerpo y la mente. Visto sólo desde la alimentación, su principal objetivo es curar todo tipo de enfermedades y hacer a las personas más pacíficas. La licenciada en nutrición (M. N. 3427, UBA), Marcela Manuzza, docente (UBA) e integrante de la Sociedad Argentina de Obesidad y Trastornos Alimentarios (SAOTA) lo explica así: “Es una dieta antigua, en la cual básicamente se rechazan los alimentos industrializados. Está formada por 10 dietas (se enumeran del -3 al +7) y se pretende buscar un equilibrio entre dos grupos de alimentos: los pasivos (YING) y los activos (YANG). En las primeras dietas se incluyen alimentos de origen animal para luego ir declinando su consumo. Las otras dietas sólo contienen alimentos de origen vegetal, los cuales también van decreciendo hasta llegar a la dieta +7 compuesta únicamente por cereales triturados como arroz, avena, cebada, centeno, mijo y trigo, entre otros”.

Y el orientador en filosofía macrobiótica, José Luis Martínez, que hace unos años dejó Buenos Aires para instalarse en las sierras de Córdoba donde tiene una granja y recolecta hierbas medicinales, es tajante: “Si uno sigue una dieta macrobiótica es totalmente imposible desarrollar enfermedades como la osteopenia o la osteoporosis porque la ingesta de calcio es constante, fundamentalmente con las semillas. ¡Es un mito pensar que sólo con los lácteos incorporamos calcio en nuestro organismo! No sé cuál fue el problema de esta mujer, pero me resulta difícil pensar que tenga algo que ver con seguir una dieta macrobiótica. Lo que pudo haber sucedido con ella, que es lo que ocurre con mucha gente que se inicia en la dieta, es que luego la abandona pero mantiene algunos hábitos sin el correspondiente reemplazo”.

Siguiendo esta línea de pensamiento, la Licenciada en Nutrición Pilar Llanos (M. N. 0203) alerta: “Si bien la dieta macrobiótica revaloriza lo natural y es muy nutritiva porque está basada en fibras, entre otras cosas, hay que ver cuál es la calidad de esos nutrientes y si son de fácil absorción para el cuerpo; a esto se le llama biodisponibilidad. Por otra parte, la persona que se inicia en dietas drásticas, donde se suprimen grupos de alimentos completos, tiene sí o sí que consultar con un profesional de la nutrición”.

Hay personas mucho más directas a la hora de hablar de la dieta macrobiótica. La doctora Edith Szlazer de BACE arremete: “En pleno siglo XXI hablar de una dieta que no te deja comer alimentos industrializados es un gran absurdo. Es imposible evitar las azúcares, las conservas y hasta abstenerse de algunas frutas y verduras porque fueron cultivadas con agroquímicos. Sí adhiero a la hora de preferir pollos de granja, quesos magros y todo aquello que sea más natural”. Y Llanos puntualiza algunos de los riesgos de adoptar una dieta macrobiótica: “Puede no cubrir nutrientes básicos (entre ellos, el calcio o el hierro), exige buenas combinaciones de alimentos que no todas las personas saben hacer; además, exige una gran tolerancia intestinal”.

Pero los macrobióticos ven en las críticas que se les hacen a su planes alimenticios otro tipo de cuestionamientos más profundos. “Antiguamente la comida estaba en relación directa con la salud, hoy la comida tiene que ver con las finanzas y la economía de los países y los poderosos intereses económicos. Ahora se busca comer algo rápido, barato y fácil de hacer”, explica José Luis Martínez que pertenece a la tercera generación de macrobióticos argentinos. Para ellos, la pirámide nutricional está constituida por cereales y verduras cocidas; luego las verduras crudas (los porcentajes cambian según la estación del año), legumbres, y por último las carnes y las frutas. “Las frutas son otro gran mito comercial, porque debilitan la circulación periférica, los capilares venosos y los arteriales”, cierra Martínez.

PLANES ALIMENTICIOS VS. OBSESIONES. Los especialistas en nutrición aseguran que muchas personas, fundamentalmente las actrices y modelos que deben vivir de su imagen, tienden a obsesionarse con determinadas dietas mágicas sin comprender que lo más importante es promover planes saludables y reales, aquellos que se puedan mantener a lo largo del tiempo. No es un secreto que Gwyneth Paltrow sigue casi con obsesión lo que ella sostiene que es una dieta macrobiótica. Dicen que sólo come frutas (algo que los macrobióticos no consumen en grandes cantidades), verduras, cereales integrales y algas. Además hace dos horas de ejercicios diarios y evita todos aquellos alimentos transformados o refinados, también las carnes, pescados y huevos y los productos lácteos. “Los riesgos de dietas “aberrantes” y altamente restrictivas, no realizadas por expertos de la nutrición, pueden ocasionar desde efectos leves, como carencias de vitaminas o minerales, hasta graves como muertes súbitas. Antes de iniciar un plan de comidas, la persona debe ser evaluada clínica, bioquímica y nutricionalmente, para recién luego poder prescribir determinado tipo de dieta”, apunta Manuzza.

Más que cargar las tintas en contra de las dietas macrobióticas, los especialistas alertan sobre aquellas que proveen calorías muy por debajo de lo que necesita cualquier ser humano para vivir. “Personalmente creo que una dieta macrobiótica no es sinónimo de osteopenia, sostiene Fabio Massari, director médico del Departamento de Investigación del Instituto de Investigaciones Metabólicas (IDIM). Esta enfermedad –descalcificación en los huesos previa a la osteoporosis– podría ser un problema de las dietas en general, aquellas que son altamente hipocalóricas y como resultado provocan una malnutrición general que afecta a todos los órganos del cuerpo y también a los huesos”.

Lácteos sí, lácteos no. Para muchos esa parece ser la clave en las dietas macrobióticas, aunque a Perla Palacci de Jacobowitz (73), autora del libro Macrobiótica para todos y asesora del restó La Casa de Ohsawa, no le parece tan importante: “Hace 40 años no como lácteos y considero que la dieta macrobiótica es muy sencilla y balanceada, las personas que la adoptan logran una mejor calidad de vida. Claro que hay que hacerla bien, aplicando los fundamentos de la filosofía”.




Fuente: Para Ti Online

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