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Plantas medicinales en lugar de tabaco

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Menos tabaco y más medicinas. Los efectos de la ley antitabaco se dejan sentir en varios sectores de la sociedad española. Por supuesto, los cultivadores de la planta de tabaco, el primer eslabón de la cadena productiva, no iban a ser una excepción. Si disminuye la venta de cigarrillos y se mantiene la producción de tabaco el precio que se paga a los productores desciende y con ello la rentabilidad del cultivo.

Aquí es donde se enmarca la investigación de la cacereña Elena Gil Pacheco, licenciada en Farmacia, que ha realizado como trabajo de grado, 'La búsqueda de cultivos alternativos en el Valle del Alagón'. «Al estar en decadencia los cultivos tradicionales, el fin era encontrar cultivos alternativos» -explica la investigadora. «La Política Agraria Común está incitando al abandono de los cultivos tradicionales que son poco competitivos». La zona del Valle del Alagón se eligió por que es un territorio en el que hay mucho tabaco, pimiento y tomate. El primero de ellos se está quedando sin subvenciones y los otros dos son poco competitivos en el mercado global.
Como cultivo alternativo, esta cacereña, centró su estudio en las plantas medicinales. Los motivos: están poco extendidos, tienen una gran rentabilidad y su trabajo debía estar relacionado conla licenciatura de Farmacia. El cambio de cultivo no se planteó al azar. «Tuvimos que hacer un estudio previo del territorio para ver las plantas que se adaptaban mejor al medio», informa Gil Pacheco. Se concluyó que el Valle del Alagón cuenta con una gran variedad de suelos, por lo que las plantas medicinales son fácilmente cultivables en la zona. Como trabajo previo se hizo un estudio de los factores ecológicos de suelo y clima, seleccionando las especies más idóneas según los mismos.
Han sido cuatro, las plantas introducidas en la zona del Valle del Alagón: 'Calendula officinalis', más conocida como caléndula o botón de oro, 'Hypericum perforatum', hipericóno hipérico, también conocida en algunos lugares como hierba de San Juan, 'Taraxacum officinale', popularmente denominado diente de león, y 'Trifulium pratense', trébol rojo o violeta.
El estudio aporta una serie de conclusiones muy interesantes para la zona del Valle del Alagón, en particular, y para la región en general. «Se trata de una investigación que puede extrapolarse a la zona de Navalmoral, ya que los suelos son muy parecidos», comenta la extremeña.
Una vez decididas las plantas que eran mejor para según que tipo de suelo se procedió a la siembra. Después recolectar, secar y extraer, ya en el laboratorio, el principio activo. Es fácil decirlo pero el proceso ha sido muy duro. «He trabajado mucho, muchísimo», reconoce Gil.
En primer lugar se dividió el terreno en parcelas de 500 metros cuadrados, para de esta forma poder extrapolar las conclusiones a la hectárea que es la medida más utilizada en el campo. La siembra fue uno de los trabajos más costosos. «Tres de las plantas las hemos sembrado a mano y el trébol lo plantamos con semilla, ya que la parcela de trébol la hicimos de 2.500 metros cuadrados», explica la investigadora. El cuidado de la plantación tampoco fue tarea fácil. «El riego debía haberse realizado por goteo, pero los medios que tenía no me lo permitieron» -se queja Gil. «En el laboratorio he tenido todas las facilidades del mundo y el mejor equipo, pero en el trabajo de campo los medios de los que disponía eran mínimos».
El proceso de secado es fundamental, ya que las empresas farmacéuticas compran por kilogramos de planta seca. «Lo hemos hecho en un secador de tabaco, no es la mejor forma de hacerlo porque debería hacerse a base de aire caliente», reconoce la investigadora. Una vez que la planta está seca se traslada al laboratorio para extraer el principio activo que en un futuro será usado en farmacopea para la elaboración de diferentes preparaciones galénicas.
El traslado al laboratorio se ha realizado para comprobar que las plantas obtenidas son válidas para las empresas farmacéuticas. Los agricultores no deberán realizar este paso, pero es esencial para el trabajo de Elena.
Los resultados obtenidos sólo se centran en tres de las plantas cultivadas. El diente de león queda fuera de las conclusiones ya que se trata de una planta muy sensible a las plagas y prácticamente se destruyó el cultivo, por lo que se deduce que no es rentable en la zona debido a las complicaciones que conlleva.
Por su parte los resultados del cultivo de la caléndula han superado todas las expectativas. Se han obtenido cinco cosechas entre los meses de junio y octubre y se recogieron 9.000 kilos de planta fresca por hectárea, que al secarse se quedaron en 2.250. Según la Real Farmacopea Española, la Farmacopea Europea y la Organización Mundial de la Salud esta planta debe contener un mínimo de 0,4 por ciento de flavonoides para ser válida para su utilización en fármacos, la muestra registrada en las caléndulas cultivadas en el Valle del Alagón presentan una riqueza del 0,94 por ciento, por lo que se demuestran muy rentables para el agricultor. En el aspecto de la rentabilidad hay que destacar que el kilo de caléndula en el mercado español se vende a 2,40 euros. Si lo comparamos con un cultivo tradicional como es la uva que se vende a 40 céntimos de euro, se observa una evidente diferencia. El hipericón recolectado perdió un 50 por ciento de su peso en el proceso de secado. Se obtuvieron 1.800 kilos por hectárea en tres cosechas entre junio y agosto. En las pruebas de laboratorio se demostró que tenía una riqueza del 0,12 por ciento, mientras que el mínimo exigido por la farmacopea se sitúa en el 0,08. El kilo de planta seca de hipericón se vende a 2,60 euros.
La mayor cantidad de planta recolectada fue en la cosecha de trébol rojo, de la que se obtuvieron 45.000 kilos por hectárea. Tras el secado la recolección perdió el 55 por ciento de su peso, quedándose en 20.000. El kilo de trébol rojo alcanza en el mercado un precio de 1,70 euros.
«Pretendemos que los agricultores sean conscientes de que hay vida más allá del tabaco» -dice la cacereña. «No es fácil cambiar los cultivos de una zona y los productores necesitan que se les aporten soluciones». En la actualidad, los agricultores saben como solucionar los problemas que pueden surgir en sus cosechas, pero con el cultivo de nuevos productos deben recibir unas directrices sobre el modo de enfrentarse a problemas fitopatológicos o medioambientales.
/www.hoy.es

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