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Lorenzo Arias Páramo: «Las pinturas murales son el gran reto del prerrománico»

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Doctor en Historia del Arte y profesor de la Universidad de Oviedo, Lorenzo Arias Páramo es uno de los principales especialistas en el arte prerrománico asturiano al que ha dedicado varios trabajos editados por Trea y que ahora podrán adquirirse junto a LA VOZ DE ASTURIAS.

¿Qué encontramos en estas publicaciones?


Son una serie de libros sobre la Cámara Santa, San Miguel de Lillo, Santa María del Naranco, Santa Cristina de Lena, el Monasterio de Valdediós y San Julián de los Prados, que son las iglesias Patrimonio de la Humanidad. Son unas guías pequeñas, fáciles de llevar, y tienen una redacción ágil y buenas fotografías, porque como estuve trabajando muchos años en Patrimonio tuve la posibilidad de hacerlas con buena iluminación. El caso de Santa Cristina de Lena es un ejemplo. Es una iglesia muy oscura y los medallones y las celosías del iconostasio, que son espectaculares salían muy mal. Tengo fotografías desde andamios, con luz eléctrica. Combinan bien el texto con la imagen, que es algo que en Historia del Arte siempre se agradece. Las fotografías del exterior las tenemos vistas, pero te encuentras con detalles donde no llega el ojo, por ejemplo por la altura. Es normal. Cuando vas a San Julián de los Prados, las pinturas las ves desde lejos.

¿Cómo están las pinturas que se conservan de estos monumentos?

Las pinturas murales son, a mi juicio, el gran reto que tenemos de conservación. O se restauran ya o van a encontrarse en una situación muy comprometida. La Consejería de Cultura ha dicho que hay en marcha un estudio previo del Ministerio. Esperemos que sea una realidad, porque la urgencia es absoluta. La pintura mural tiene que estar ya en los niveles de conservación adecuados para a partir de ahí empezar con el mantenimiento, porque estos monumentos, tanto los prerrománicos, como los románicos o los góticos, son edificios que necesitan un mantenimiento de por vida. No son algo que uno construye y se mantengan limpiando los cristales. Tenemos que ser conscientes de que habrá que estar encima de ellos toda su vida. Ahora mismo, en Santullano hay que intervenir, y es lo que va a hacer el Ministerio. Estamos jugando con el tiempo en contra, porque el deterioro ya es muy grande, con sales y condensación. No podemos perder el tiempo en circunloquios. Hay que ser pragmáticos. Si hay dinero, ahora o nunca.

¿Y Valdediós?

En Valdediós se restauraron las pinturas murales en el año 1993, pero no se hizo del todo. Quedó el pórtico, que tiene pintura mural muy buena, del siglo IX, que no ha sido restaurada nunca. Incluso debajo de las cales de la bóveda hay todavía pintura por descubrir. En la antecámara y las naves laterales norte y sur nunca se intervino desde 1916, que fue cuando se descubrieron las pinturas. Hace ya casi un siglo.

¿Aceleran el deterioro agentes externos como la contaminación?

El tiempo pasa y va en contra de la pintura mural, que es la que más sufre, y en contra de todo. Un edificio que no tiene protección exterior, que tiene goteras y está en una situación de humedad, está deteriorándose, arquitectónicamente hablando. Pero la recuperación de las pinturas tiene una probabilidad mucho mayor de ser irreversible.

¿Por qué?

Si el tejado está mal, se repone. La mampostería y los muros se reparan y no hay tanto problema. Si tiene pinturas, el problema se genera con mucha mayor rapidez.

Se trata de pinturas muy valiosas.

Estamos hablando de 1.200 años. El valor que tienen es incalculable. La pintura mural asturiana tiene un programa iconográfico decisivo para comprender el arte de la época en el occidente europeo. Los restos que conservamos de pintura mural de iglesia en Asturias son los únicos que se conservan en toda Europa. Hay restos, pero no con la contundencia y la variedad de los que tenemos aquí. Es algo único. Sabemos que hay pintura mural en la alta Edad Media por estos edificios. No lo vamos a encontrar en otros lugares de Europa. Valdediós, Santullano, San Miguel de Lillo y San Adriano de Tuñón son únicos. Es la antesala de la miniatura altomedieval. De los códices miniados y del Beato de Liébana. Comprenderla es comprender el arte que va a surgir después. Es una llave del conocimiento artístico.

Se actúa en San Miguel de Lillo. ¿Qué queda después de esta reforma?

Ahora se acaban las obras de introducción de la teja medieval, la teja romana plana que tenía originalmente. Eso está perfecto y permitirá que las paredes absorban menos agua. El enlosado del perímetro también facilitará que la lluvia no aporte demasiada agua al suelo. San Miguel no tendría un problema grave si no es por las pinturas, pero es que se trata de un edificio clave en el arte altomedieval europeo, porque tiene representaciones de figuras humanas. Tiene un músico que se ve desde la celosía del exterior. Son las primeras que aparecen. Santullano, que es anterior, no tiene figuras. Son pinturas de influencia islámica, de talleres que proceden del sur de la península. La actuación ahora tiene que ser inmediata. O queremos las pinturas o no las queremos. Los anteriores equipos de la administración, para bien o para mal, se han pasado la patata caliente y ahora ya no hay vuelta atrás. Y el dinero no puede ser un obstáculo. Si hace falta, que se acuda a la iniciativa privada, pero como se hundan las pinturas murales de San Miguel de Lillo, adiós Patrimonio de la Humanidad. Y lo mismo pasa con Santo Adriano de Tuñón.

¿Qué se sabe de ese músico?

Schlunck descubre, junto con Magín Berenguer, el músico de San Miguel de Lillo. Lo descubre en los años 50. Ellos publican el libro de la pintura mural asturiana de los siglos IX y X en 1957, editado por la Diputación de Oviedo. Desde entonces, el músico no se ha restaurado, y le da el sol por la celosía. Pero si el músico lleva más de medio siglo sin que lo toque nadie, la figura entronizada que está debajo la descubrió José Amador de los Ríos en 1870. No hay nada así. Uno ve ahí y ve unos esbozos, pero el músico está siete metros por encima del suelo, y eso no se puede ver.

¿Cómo se deben rehabilitar esas pinturas?

Lo que necesita el prerrománico asturiano es un nivel de restauración pleno y, a partir de ahí, un mantenimiento científico y organizado. Son edificios que van a tener problemas y hay que estar encima de ellos. Es normal, Gente mayor que necesita una estabilidad y mimos, como los necesita una persona mayor.

Con los edificios rehabilitados en su totalidad, ¿aumentaría el flujo de investigadores?

Claro, aunque son suficientemente conocidos a nivel europeo.

En Santullano, las pinturas se restauraron.

Pero cuando se restaure Santullano como debe de ser no vamos a ver más de lo que podemos ver ahora. La gente se va a llevar un disgusto, pero es que los catalanes vinieron a restaurarla en los años 60 e, imbuidos por el románico catalán de luces y colores los potenciaron todos, salvo la cabecera.

¿Qué se sabe hoy del prerrománico asturiano?

El grado de conocimiento que se tiene de él a nivel artístico es mucho mayor que el que había hace cosa de 15 años. Y eso es importante. Lo que conocemos ahora de monumentos como Santa María del Naranco y de San Miguel de Lillo es muchísimo más. Ya podemos establecer cronologías. De la década de los 89 hacia acá, el salto cualitativo que ha dado el conocimiento del arte asturiano altomedieval ha sido enorme.

¿Qué queda por hacer?

De nuevo las pinturas murales, pero también los estudios de la arqueología de la arquitectura y de las técnicas de lectura. Ahí tenemos al Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), donde estamos varios investigadores asturianos.



www.lavozdeasturias.es/

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