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Dormir sin almohada

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Cuando ponemos nuestra cabeza sobre la almohada es como si el tiempo se anulara y el mundo exterior desapareciera.

La almohada siempre ha representado el accesorio indispensable en mi alcoba y cuando el médico ortopedista Raymundo Hernández Martínez, me aseguró que dormir sin almohada, era lo ideal, casi no lo podía creer.


“Siempre he recomendado a mis pacientes que es mejor dormir sin almohadas o con una ‘almohadita’ muy bajita o con unas almohadas que vienen adaptadas al cuello o cervicales y con unos almohadones debajo de las piernas, eso sería lo ideal y dormir boca arriba”.

Quizás había estado engañada toda mi vida, pero la sola concepción de dormir sin almohada me aterró, así fue como el doctor Hernández me expuso que las consultas sobre nuestras malas costumbres al dormir eran los principales casos que se presentan en su consultorio.

“Dormir de lado no es recomendable, porque el peso sobre los hombros a largo plazo, conlleva a un problema mayor. Muchos de mis pacientes vienen con dolores en el cuello y en los hombros y me preguntan la razón, siendo que ellos no se han golpeado, ni fracturado, pero no comprenden que llevan años con el peso de una degeneración articular”.

El ortopedista también insiste en que las personas que duermen con muchas almohadas en la cama no descansan mejor y hace una seria advertencia para aquellos que ven televisión apoyados en la cabecera de sus camas, porque le hacen un fuerte daño a su espalda. El médico aconseja dormir como una almohada que se ajuste a la forma del cuello y baja es recomendable.

El uso de las almohadas empezó en las clases altas como una costumbre de los nobles. Los chinos más ricos las usaban de todo tipo de materiales, por ejemplo, de piedra, metal, madera o hasta de porcelana para acomodar sus cabezas en el sueño. Los hoteles de hoy ofrecen al cliente, con un innovador título, todo un ‘coctel de almohadas’ con diferentes densidades, que personaliza a los usuarios de acuerdo a la elección de su consistencia.

La almohada tiene su raíz árabe en jadd (lado o mejilla) y se refiere al descanso de lado. Este objeto nunca será una pieza anónima en nuestra alcoba sino comprobación de una relación de amistad que se comparte noche tras noche.

En la almohada se derraman las lágrimas de felicidad o de tristeza, con ella consultamos nuestros sueños y esperanzas o como lo relata el libro Historia de las alcobas: “una almohada idónea es en efecto aquella que coopera al vaciado de la mente y la desaparición de lo peor”.

SIN ALMOHADA

Testimonio de Osiris Castro, 70 años, durmiendo sin almohada.

"Mi padre siendo niña a todos sus hijos les quitó las almohadas una noche, diciendo que era malo para la columna. Hoy tengo 70 años con esa costumbre y jamás he sentido un dolor de espalda o cuello y puedo asegurar que descanso mucho mejor que aquellos que la usan".

Texto: Lina Robles Luján
/www.elheraldo.co/

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