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Stonehenge: El Templo del Sol y otros misterios Salisbury, Wiltshire, en el sur de Inglaterra

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La Habana, (PL). Implacable con el tiempo, Stonehenge vive el orgullo de ser la morada perfecta en Europa para contemplar la salida del Sol en el día más largo del año.

Nada ha cambiado en la llanura de Salisbury, Wiltshire, en el sur de Inglaterra. El enorme monumento megalítico en forma de cuatro circunferencias concéntricas sigue ahí como hace unos cinco mil años.


Si las piedras hablaran, cuántas historias contarían desde que los primeros hombres prehistóricos escogieron el sitio como santuario para celebrar cada advenimiento del astro rey en la llegada del verano.

Fue así desde entonces. Stonehenge no ha estado solo. La víspera de cada 21 de junio, que marca el inicio del solsticio de verano boreal, como fieles peregrinos acuden desde distintas latitudes los druidas, bohemios y curiosos.

Las piedras azules son la estrella del espectáculo. El reflejo de los rayos con la luz del alba ofrece un fascinante acto ante la asombrosa vista humana.

Entre las empinadas figuras, las personas suelen formar círculos para meditar, rendir culto o simplemente bailar en espera del excepcional acontecimiento.

Más allá del sentido astronómico, los pueblos milenarios de cultura sedentaria, basada en la agricultura, celebraron ritos de consagración a los cambios de estaciones y a la fertilidad.

En Europa, se dice que antes de la época romana, las comunidades paganas celebraban esas fiestas alegóricas del calendario agrícola, con enormes fogatas, en torno a las cuales giraba el ritual.

Los científicos en su mayoría atribuyen las festividades en el sitio inglés a las tribus celtas. Sin embargo, existen estudios que datan la existencia del conjunto pétreo mucho antes de la presencia de este grupo de pueblos indoeuropeos. Tal aspecto no se ha esclarecido lo suficiente.

Desde 1905 la Orden de los Druidas -sacerdotes- realiza ceremonias de iniciación en el lugar, con lo cual cobró relevancia para los peregrinos y los autoproclamados neo-paganos.

La Oficina de Patrimonio Nacional (English Heritage) estableció en la década de 1970 una zona de exclusión de cuatro millas para proteger la joya prehistórica.

En 1974 se permitió la celebración del primer festival de verano en Stonehenge, pero los disturbios ocurridos durante años por enfrentamientos de jóvenes con la policía motivaron de nuevo el cierre del sitio en 1984.

Durante décadas, la prohibición de acceso al monumento destapó polémicas en la sociedad británica al punto de llevar el tema al Parlamento.

"Son parte de Inglaterra, se nos debería permitir acceder a ellos. Tenemos el derecho de ir y ver las piedras y saber cómo llegaron allí", reclamó entonces una de las demandantes.

Las piedras tienen el mismo valor cultural y espiritual que la Abadía de Westminster, defendieron algunos.

El Patrimonio Inglés reabrió Stonehenge al público en 2000, luego de varios pleitos parlamentarios. Desde entonces crece cada año la cifra de fieles que viajan al sur de

Reino Unido.

ÂíCUÁNTOS ENIGMAS!

La antigüedad exacta del sitio y su función social mantienen dividida a la comunidad científica, lo que en parte alimenta los enigmas que rodean a Stonehenge.

Es tan misterioso y fascinante tanto como las pirámides de Egipto o los dibujos de Nazca, en el antiguo Perú, cuyo interés se perpetúa con los siglos.

Algunos expertos se inclinan por la hipótesis de que sirvió de templo del sol, santuario para los ritos consagrados a la fertilidad, las estaciones, las curaciones y la peregrinación (de tradición druídica); otros, basados en los hallazgos de restos humanos, lo relacionan con enterramientos. Y están los defensores de que sirvió como observatorio astronómico.

"Durante el día más largo del año, el sol llega justo al centro de Stonehenge. Nuestros antepasados más remotos festejaban este solsticio de verano utilizando la luz, la piedra y la sombra", fundamentó en su tesis el arqueólogo Julian Richards.

En la datación del sitio parece haber menos discrepancias, pues la mayoría de los documentos enmarcan su antigüedad de cuatro mil 500 a cinco mil años.

Otro de los misterios descansa en cómo las tribus de la Edad de Bronce pudieron trasladar y enterrar las enormes piedras para construir el monumento en la llanura de Salisbury.

Se cree que los monolitos fueron traídos desde los montes Preseli, en Pembrokeshire, Gales, transportados quizás a través de los pantanos y luego arrastrados por tierra.

Los levantamientos y recientes hallazgos arqueológicos han alimentado el permanente interés por Stonehenge.

Hace un año, un equipo multinacional de científicos descubrió otra estructura circular a unos 900 metros del conjunto megalítico, que se supone uno de los hallazgos más significativos en medio siglo.

Los estudiosos tampoco son indiferentes a los misterios encerrados en las piedras durante casi cinco mil años, y peregrinan una y otra vez en busca de respuestas. Es posible que jamás lleguemos a descifrar los enigmas y sobre todo por qué eligieron a Stonehenge como el Templo del Sol.

(*) La autora es jefa de la Redacción Europa de Prensa Latina.
Odalys Buscarón (Prensa Latina *)
/www.prensa-latina.cu/

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