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¿Puede la Luna ser la clave de la vida?

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Científicos sugieren que uno de cada doce planetas parecidos a la Tierra alberga un satélite como el nuestro, algo que puede ayudar en la búsqueda de mundos habitables

La Luna puede padecer un trozo de roca inerte, pero los científicos creen que pudo jugar un papel muy importante en el desarrollo y la evolución de la vida en la Tierra. Hace unos 4.500 millones de años, en los orígenes del Sistema Solar, el brutal impacto de un proyectil del tamaño de Marte contra nuestro joven mundo provocó una inmensa cantidad de escombros que salieron expulsados hacia el espacio. Ese material se acumuló en órbita alrededor de la Tierra y formó la Luna.
En sus orígenes nuestro satélite estaba mucho más cerca de lo que está en la actualidad, lo que causaba mareas altas varias veces al día. Según los científicos, esto pudo haber contribuido a la evolución de la vida. Además, sin su compañera, la Tierra sufriría variaciones caóticas en la dirección de su eje de rotación, lo que daría lugar a dramáticas variaciones en el clima. Y precisamente un clima estable de más de mil millones de años pudo ser esencial para garantizar un entorno adecuado en el que las primeras criaturas se abrieran paso. Ahora, los astrónomos se preguntan si la misma historia pudo haberse repetido en otros lugares del Sistema Solar.

Los científicos creen que la Luna puede darnos una pista a la hora de buscar planetas fuera del Sistema Solar que tengan condiciones de habitabilidad. Aquellos parecidos a la Tierra que además dispongan de su propia luna pueden ser, quizás, los mejores candidatos. Investigadores de la Universidad de Zurich (Suiza) y del Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA (Pasadena, California) han realizado un gran número de simulaciones para estudiar la formación de planetas rocosos en nuestro sistema solar a través del crecimiento accidental de miles de pequeños cuerpos rocosos en un disco alrededor del Sol. De esta forma, identificaron numerosas colisiones que formaron satélites durante este proceso y estimaron las masas de los compañeros generados.
Uno de cada doce

Por otra parte, se tuvo en cuenta la evolución orbital de los satélites, ya que las fuerzas de marea cambian el giro y la órbita de un satélite y pueden causar que se pierda en unos pocos miles de años en los casos más extremos. De su estudio, los científicos dedujeron que los sistemas Tierra-Luna ocurren con relativa frecuencia: uno de cada doce planetas parecidos a la Tierra probablemente albergan un satélite como el nuestro. Los investigadores dicen que hace falta más simulaciones para eliminar incertidumbres y obtener resultados más precisos. El estudio puede ser un paso más en la búsqueda de exoplanetas que puedan ser parecidos a la gran bola azul en la que vivimos, uno de los grandes retos científicos de los próximos años.

La investigación aparece publicada en la revista Icarus.

www.abc.es/

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