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Dos libros de Victoria Cirlot desde la Edad Media hasta el surrealismo

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Victoria Cirlot ha logrado orquestar en dos hermosos libros recientemente publicados, un vasto panorama que cubre desde la Edad Media hasta el surrealismo. Esta autora es una reconocida especialista en estudios medievales, y una filóloga que actualmente enseña en dos universidades de Barcelona, donde es miembro del Institut Carl Gustav Jung. Su padre Juan Eduardo Cirlot, el célebre autor del Diccionario de los símbolos, fue un poeta cercano al surrealismo, dando testimonio de esa cercanía en un libro fundamental publicado en 1952 por La Revista de Occidente: Introducción al surrealismo. De esa manera, dos vertientes en apariencia tan lejanas la una de la otra encuentran en esta autora un espacio común de investigaciones. Subrayo ``en apariencia'', porque para los que se hayan sumergido en las multiplicidades del movimiento fundado por André Bretón, las coordenadas que Victoria Cirlot propone entre varios aspectos de la imaginación medieval y la surrealista, le resultarán reveladoras. En efecto, el surrealismo encontró en esas zonas oscuras de la Edad Media, pobladas de herejes, visionarios, magos y bestias fabulosas, unas fuentes que habrían de enriquecer el caudal de lo maravilloso, eje central de su concepción de la poesía. Eso es precisamente lo que Victoria Cirlot subraya, poniendo énfasis en ciertos autores medievales, insertándolos dentro de una modernidad que el surrealismo en su momento ayudó a
configurar.

Los dos libros (profusamente ilustrados) a los que me refiero, se titulan Hildegard Von Bingen y la tradición visionaria del Occidente y La visión abierta, del mito del grial al surrealismo. Ambos se adentran en los predios donde resalta la imaginación como su protagonista fundamental. Cuando la autora escoge a Hildegard Von Bingen (1098-1179), como centro de sus indagaciones, comienza a tejer los hilos conductores que unen sus visiones a las del pintor surrealista Max Ernst. El Capítulo Octavo del primero se titula Max Ernst o la liberación de las imágenes, abriendo las puertas de una estimulante relación entre las imágenes que Hildegard dejara plasmadas en sus fascinantes iluminaciones, y las que el pintor renano confeccionara siglos más tarde. Max Ernst no fue ajeno a los arcanos que escondía la Edad Media, de manera que al construir un puente entre las visiones de la monja y el pintor, Victoria Cirlot nos propone una interpretación cuya luz alumbra simultáneamente el pasado y el presente. Este libro no se ciñe solamente al estudio de esas relaciones. En sus demás capítulos la figura de Hildegard Von Bingen sale a relucir en toda su complejidad, sacando a colación diversos aspectos de su obra mística, enlazándolas con otros temas que van desde el Apocalipsis hasta las teorías del estudioso de la mística islámica Henri Corbin.

El segundo libro contiene una serie de indagaciones que de nuevo relacionan a la Edad Media con algunas vertientes del surrealismo. En uno de sus capítulos: La polvareda, los ejércitos y la mancha en el muro, Victoria Cirlot erige dos polos de imantación poética al conjurar una visión de ``Don Quijote'', y los consejos de Leonardo acerca de descubrir en las manchas un ``modo de avivar el ingenio para inventar''. André Bretón especuló acerca de las posibilidades adivinatorias que para el surrealismo ofrecían esas manchas como bien destaca nuestra autora. Victoria Cirlot consigue pues, establecer un vínculo entre diversas hipóstasis de la imaginación, con resultados fecundos para su historia. En otro capítulo: El lenguaje de las piedras, experiencia mística y naturaleza, la mineralogía apasionada reluce tanto en los textos de Roger Caillois como en los de André Bretón. Todo lo que esconde un ágata en sus adentros fue objeto de meditación poética para el surrealista y científica para Caillois, pero ambos reverenciaron las piedras como poseedoras de un lenguaje cifrado. En el capítulo tercero La zona intermedia, el cielo estrellado y la pintura meditativa surge el Picasso del cubismo sintético para brindarle un trasfondo a algunas de las imágenes de Hildegard Von Bingen y otros iluministas acerca de ese tema. El resto del libro se encuentra dedicado a ese gran mito de la Edad Media: la búsqueda del Santo Grial y de nuevo a las visiones de Hildegard Von Bingen y las apocalípticas de Gioacchino da Fiore (1135-1202).

De más está decir que ambos libros contienen una intensa variedad temática, apoyada en una erudición muy lejos de resultar cargante. Por el contrario, Victoria Cirlot nos lanza el reto de una lectura que resultará indispensable para un estudioso de la

cultura.
By CARLOS M. LUIS
Especial/El Nuevo Herald

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