Anish Kapoor sale de la chistera

Nació en Bombay en 1954 pero forma parte del paisaje cultural londinense desde 1973. Premiado en la Bienal de Venecia de 1990, ganador del Premio Turner en 1991, Anish Kapoor estaba en la cresta de la ola cuando hizo por encargo de la Expo 92 su torre escultórica Edificio para un vacío. Tenía 15 metros de alto y 10 de ancho, era de color amarillo albero y estaba cerca del pabellón de Retevisión y del Lago.

No estaba bien señalizada en la Expo, los gestores del recinto a posteriori miraron para otro lado y fue demolida con la reconversión de la zona tras la muestra universal. Una de las barbaridades perpretadas en los espacios públicos de la Cartuja contra el arte y contra el dinero público invertido en él.

Si quiere apreciar el peso específico del mago Kapoor en el arte actual, conocido sobre todo por su enorme escultura Puerta de nubes del Millenium Park de Chicago, tiene en el Guggenheim bilbaíno la mayor exposición dedicada a él en España. La Royal Academy of Arts de Londres, que le dio el espaldarazo en los años 80, coproduce la muestra con el Guggenheim, siendo Iberdrola el patrocinador.

Kapoor tiene gran habilidad para fascinar con creaciones en las que parece disimulada la autoría. Potencia los efectos ópticos hasta llevar al visitante al límite de la percepción. Un sesgo posminimal que es patente en la enorme Yellow, un gran hueco en la pared pintado de tal manera que su monocromía desdibuja los límites entre espacio y forma.

La sala de los espejos contiene en realidad esculturas de acero inoxidable pulido con una potencia óptica tremenda para que el espectador se vea reflejado de mil y una maneras, llevando al paroxismo la poética de la perspectiva y la deformación.

Las obras más recientes son 48 esculturas de cemento en las que Kapoor subvierte la noción de creatividad en la relación entre el autor y el ordenador que interpreta sus bocetos para fabricarlas.