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El arte esquizofrénico y sofisticado de Martín Ramírez llega al Reina Sofía

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"Martín Ramírez. Marcos de reclusión" reúne 62 obras de las que "más o menos seis" fueron autentificadas por expertos hace poco tiempo, señaló a EFE la comisaria de la exhibición, Brooke Davis Anderson.

La muestra, abierta hasta el 12 de julio, aporta dos novedades: hasta la fecha la obra de Martín Ramírez (1895-1963) se había exhibido en colectivas compartiendo protagonismo con otros artistas con enfermedades mentales.

Y la segunda es, como recordó el director del Museo Reina Sofía, Manuel Borja-Villel, que nunca antes su obra "sofisticada" se había mostrado en una pinacoteca dedicada al arte contemporáneo.

El nombre de Martín Ramírez fue conocido a partir de los años '60 del siglo pasado", dijo Borja-Villel a EFE.

Pero fue reconocido a nivel global tras la retrospectiva que organizó el American Folk Art Museum de Nueva York, la cual recibió críticas positivas en el diario "New York Times" y en la revista "The New Yorker", que avalaron a ese artista maldito.

Para el director de la pinacoteca, Martín Ramírez estaba dentro del "arte marginal, primitivo, aculturado; que se representa de una manera inmediata sin las contriciones del lenguaje recibido".

A partir de "Martín Ramírez. Marcos de reclusión" se plantea una vuelta de tuerca, según Borja-Villel, ya que "la idea marginal ha sido sustituida por la idea del otro".

Al artista mexicano se le diagnosticaron varias enfermedades mentales, entre las cuales, hay más consenso en que padeció esquizofrenia, lo que le llevó a vivir durante 30 años en hospitales psiquiátricos.

Las 62 obras de la muestra madrileña fueron realizadas por Martín Ramírez en sus últimos quince años de vida. El artista murió a los 67 años en el psiquiátrico DeWitt State Hospital (norte de California), donde el artista y psicólogo finlandés-estadounidense Tarmo Pasto entró en contacto con él.

Este encuentro fue y ha sido decisivo para que se hayan conservado estas obras, que fueron hechas materiales de muy baja calidad, explicó Anderson.

"Las sábanas de papel del psiquiátrico, trozos de papel de la basura y de revistas" los pegaba con una sustancia que Ramírez creó con "saliva, fécula de patata y, a última hora, pegamento", según narró la comisaria.

Y su mesa de trabajo fue "el suelo de una sala -añadió- donde vivían 70 enfermos mentales y tuberculosos en una sala de reducidas dimensiones del DeWitt State Hospital.

Por lo que los trabajadores de la clínica fueron progresivamente quemando los cuadros ante el temor al contagio de la tuberculosis que padecía el artista hasta que Tarmo Pasto empezó a guardarlos.

Ahora sus cuadros, hechos con trozos de papel a lápiz y cera y representan geometrías que remiten al interior y exterior de los templos de Los Altos de Jalisco (su tierra natal), ciervos, caballos y trenes, se cotizan en el mercado por seis cifras y forman parte de fondos de colecciones privadas y públicas.

Su familia no tiene ni un cuadro de él, como confirmó a Efe María de Jesús Reyes Ramírez, la nieta mayor del artista, que asistió al acto de inauguración de "Marcos de reclusión". Y sobre los derechos de la familia con respecto a la obra, la nieta afirmó: "no sabría decirle nada de esto". EFE

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