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«Soy una apasionada de la naturaleza» Alejandra Vallejo- Nájera

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Mañana de invierno soleada, apropiada para pasear por el parque de «El Capricho», espacio poco conocido para los madrileños, pero que tiene, para Alejandra Vallejo- Nájera, un atractivo especial: «Me interesa por suhistoria y su belleza.

La creadora fue la duquesa de Osuna, principal enemiga de la de Alba en la épocadeGoya.

Lo construyó precisamente para competir con su rival y se ocupó personalmente del diseño. El paisaje cambia deunazonaaotra, porque la idea era recrear distintos espacios para dar la sensación de no sentirse siempre en el mismo lugar», explica con soltura —«me gusta mucho la historia»— después de recorrer varios lugaresparapermitir al fotógrafo que pueda tomar lamejor foto.


Un niño mira curiosomientras posa y al acabar se acerca y pregunta a Alejandra, con la espontaneidad propia de la infancia: «¿Tú eres famosa?». La anécdota da pie para recordar quemuchosde los treintaycinco libros que lleva escritos están dirigidos precisamente al público infantil, incluidos los cuatro que acaba de publicar. Escribir para los más pequeñoshapermitidoaestapsicóloga madrileña recuperar su niñez: «La tenía olvidada porque soy la hermana mayor que había asumido el papel de adulta. Al escribir para losmás pequeños he recordado la niña que fui y no se diferenciamucho de los niños de hoy en día».


Se define comounapersona tranquila y, sobre todo adaptable— «el rasgo más dominante de mi carácter»— a la que le apasiona practicar senderismocasi todos los finesdesemana, sobre todo en la montaña. Estos días, sus obligaciones como profesora de Psicología en la ESIC y laFacultaddeMedicina de la Complutense la retienen en Madrid para corregir exámenes. En estos casos, «El Capricho» es el lugar que elige para estar en contacto con la naturaleza, algo«fundamental para los que vivimos en la ciudad, porque permite estar en sintonía con las estaciones del año, un aspecto que se pierde uno cuando esmuy urbano».

Haciendo gala de su profesión explica que cada estación suscitaunsentimiento diferente: «El otoño está asociado a la tristeza y por eso se disparan lasdepresiones. Pero esnecesario generar esa simbiosis con el medio natural porque nos permite desprendernos de lo queyano funcionaydejarpaso a cosas nuevas».


Aunque, a cambio, estaestación tiñe lanaturaleza de una espectacular gama de ocres y rojos que invitan a la reflexión: «El colorido del parque cuando los árboles se preparan para desprenderse de sus hojas me invitan a pensar sobre lo que tengo que soltar yo en mi vida, cosas que retengo pero que ya no me sirven, no funcionan. Y hay que dejarlas ir para poder recibir otrasnuevas. Verlo aquí me hace sentir que es un ciclo natural y que está bien».


Crisol de emociones


Los árboles desnudos en invierno simbolizan para Alejandra el miedo, asociado a esta estación: «Todoseparaliza en lanaturaleza, el mismo efecto que produce el miedo en las personas, que las impide moverse». Con la guía de Alejandra, el parque adquiere un significado nuevo y se convierte en un crisol donde las emociones se van transformando. En primavera domina el esplendor y todo cambia, también nuestra forma de sentir.
El bosque de lilas del parque se convierte entonces «en una explosión malva con un olor embriagador que se percibe desde fuera. Es algo hermosísimo», explica.

Una estación uedesdeelpuntodevistaemocional está asociada a la rabia, «pero no conmalas connotaciones, porque como la savia nueva impulsa el cambio. En primavera la tierra se abre para que salga algo de ella.

Pero antesdebedesprendersede loque ya no servía». La práctica del yoga le ha enseñado a no traer al presente ni el pasado ni el futuro, «a disfrutar del aquí y el ahora». Oyéndola no cabe ninguna duda de queuno de losbeneficios que obtenemos de la naturaleza es espiritual, una faceta que el ritmo de la vida diarianos hace relegar con demasiada frecuencia.


El laberinto del parque, una zona de acceso restringido, permite a Alejandra trasladarse por un instante al que mandó construir Felipe V en La Granja, uno de sus sitios favoritos, porque allí veraneaba de niña, «lo tiene todo,unpalaciodeungusto exquisito, jardines que son un prodigio y una naturaleza muy hermosa alrededor, aunque el clima es duro en invierno», comenta. Además del jardín de las lilas, Alejandra tiene predilección por «lazonaque recuerda a la campiña inglesa. Me resulta muy agradable venir a leer aquí».

Gracias a que no ve la televisión, «devora» los libros, sobre todo técnicos, por su afán de estar aprendiendo constantemente. Para la novela le queda menos tiempo, pero destaca dos: «La vida ante sí», de Romain Gary —«la que me hubiera gustado escribir a mí»— y «Los ojos amarillo sde los cocodrilos », de Katherine Pancold, —«he caído en la tentación de leerla ante el éxito que ha tenido en Francia, donde se han vendido un millón de ejemplares enunas semanas»—.


Dice que le gusta mucho andar: «Cuando vi la película Forrest Gump, con Tom Hanks, me recordó a mí misma a otro ritmo. Puedo caminar mucho, soy comouncorrecaminos, pero andando. Caminar me permite contemplar el paisaje, algo que se pierden los que corren ». Su asignatura pendiente es el Camino de Santiago, quequerría recorrer conlapreparación espiritual adecuada.


Gran aficionada a la música, El Capricho le «suena» a Boccherini, compositor y chelista toscano afincado en Madrid que participó de las celebracionesaquíorganizadas entonces. A su «Fandango» o a «La Ritirata de Madrid —«me gustamucho lamúsicadecuerda »—, que«iríamuybien enun día de invierno como éste», soleado, que invita a disfrutar de un paseo relajado y sin prisas.

Pilar Quijada

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