Una pastelería de Ourense consolida en la provincia su turrón elaborado con licor café

Además de frío, en vaso, solo o con hielo, el licor café de Ourense también se podrá tomar durante la inminente Navidad en forma de turrón. El licor más venerado y típico en la tierra de la chispa abandona durante este época festiva su estado recomendado para el consumo, el viscoso, y adopta una textura sólida con forma rectangular que se presenta bañado en una capa de chocolate blanco en las vitrinas de la Confitería Arva, emplazada en el ourensano barrio de A Ponte.

«Empezamos a prepararlo entre finales de noviembre y principios de diciembre y lo hacemos en este mismo obrador.

Es totalmente artesanal y únicamente está destinado a nuestra clientela», apunta la propietaria, Belén Rodríguez, quien no duda en detallar que «el turrón está compuesto por una trufa de licor café y unas uvas pasas también maceradas con café.

El proceso consiste primero en preparar la trufa, añadiendo el licor café y las uvas pasas. La masa que obtenemos la metemos en un cajón para luego cortarla y bañarla de chocolate blanco, y se escribe "Licor café" para mejorar su presentación».

Es la misma Belén la que, con tanta humildad como orgullo, esclarece que es «nieta de pasteleros».

«Mi abuelo empezó en O Carballiño y mi padre, aquí, aunque en el año 1932 interrumpió la actividad de la confitería para dedicarse a fabricar caramelos hasta 1967, momento en el que reabrió para dedicarse otra vez a la pastelería», recuerda.

Una puesta en escena retrospectiva que utiliza Belén para rubricar el carácter artesano no solo del turrón de licor café, sino para extender el concepto al resto de los turrones elaborados en su obrador y compuestos por whisky y frutos secos, productos, estos últimos, que fueron los pioneros.

El licor café fue posterior.

«Hicimos muchas pruebas para que quedara en su punto la textura.

Fuimos variando los porcentajes hasta obtener la textura correcta, que se alcanza cuando la trufa no está ni muy dura ni muy blanda».


Después de las palabras, llegó la práctica, la prueba del dulce por todos los presentes en la misma cocina en la que se elabora, mientras la anfitriona comentaba en tono responsable que «este turrón no emborracha, ya que solo buscamos que el paladar lo reconozca».