Tradicionalmente, la ciudad ilicitana regala desde hace ya muchos años al Papa y a la Familia Real palmas blancas diseñadas en talleres de la población y conocidas por su exuberancia, belleza, vistosidad y, sobre todo, creatividad.
La encargada del taller de la familia Serrano Valero, donde se preparan las palmas reales y papal, Francisca Serrano, ha explicado hoy a EFE que cada año se procura "cambiar el diseño" y ha destacado que, en esta ocasión, la hoja de palmera más grande y significativa es la de Benedicto XVI: mide más de dos metros y pesa unos cinco kilogramos.
El remate destaca por la insignia papal, integrada por las llaves de San Pedro y la tiara, ha detallado Serrano.
"Su volumen es importante porque queremos que sea bien visible desde la plaza de San Pedro, donde el Papa la exhibe cada Domingo de Ramos para, a continuación, colocarla en el altar del Vaticano", ha explicado.
Por otra parte, la palma blanca que se obsequiará a Doña Sofía deslumbra este año por una gran letra "ese" -su inicial- y culmina con una corona de estilo clásico, como todo el conjunto en general.
Las palmas destinadas a Doña Letizia y a las infantas Elena y Cristina se caracterizan por un aire más formal y juvenil. Flores, cruces y otras figuras religiosas terminan de completar las piezas.
Entre el 22 y el 23 de marzo, estas "obras maestras" de la elaboración artesanal de la palma ilicitana saldrán hacia Madrid y Roma en coches protegidas por una caja especial que las conserva en perfectas condiciones.
Las palmas implican un trabajo de hasta dos días por pieza, pero el proceso empieza mucho antes. Un año, para ser exactos.
Los palmereros seleccionan las palmeras, que deben ser machos, pues las hembras son las que producen dátiles, y encierran las hojas dentro de un capuchón negro de plástico en forma de cucurucho para protegerlas de la luz solar. Así, los nuevos cogollos que nacerán serán blancos.
En octubre comienza la poda y, tras recuperar la palma blanca, ésta se lava con cloro y se conserva en cámaras frigoríficas especiales con una solución de agua y azufre para mantener la frescura y el color hasta la celebración de la Semana Santa.
Se trata de una labor profundamente arraigada a las tradiciones ilicitanas con lo que, como muchas costumbres antiguas, corre el riesgo de perderse cuando los más mayores de la familia ya no están.
Por ello, el Ayuntamiento de Elche organiza desde hace trece años un taller para la elaboración de palma blanca dirigido por la monitora Conchi Serrano, quien define su trabajo como auténtico "artisteo".
"Es algo especial", según Conchi Serrano, para quien la palma blanca no es sólo para la Semana Santa: "También se emplea en detalles de decoración, ramos de novia, tocados de comunión y regalos, entre otros".
Este año, por primera vez, los artesanos de la palma, como la familia Serrano Varela, aseguran que los precios se mantendrán.
"Hemos preferido respetar los niveles del año pasado porque no estábamos muy seguros de cómo se desarrollaría la campaña, pero estamos viendo que el nivel de pedidos de los mayoristas se ha conservado igual, mientras que el de los particulares ha aumentado", ha afirmado Francisca Serrano.
El citado taller puede confeccionar entre 8.000 y 10.000 piezas al año, cuyos precios varían entre un euro y mil euros. EFE
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