La medicina natural y las supersticiones alimentaron por igual la fama del ajo desde la Antigüedad y, sobre todo, a partir de la Edad Media, como producto milagroso para la salud del cuerpo, y también como bálsamo para la tranquilidad del espíritu.
La oscuridad del conocimiento propia de esas épocas de la historia hizo de este pequeño bulbo una medicina de posología habitual que servía para casi todos los males del cuerpo: desde una fiebre a un problema de estómago o una enfermedad de la piel.
Y, en el plano de la superstición, las gentes de entonces lo convirtieron en un talismán para ahuyentar demonios y espíritus de dudosa intención. "Al ajo se le colocó un aura de milagroso y crecieron las leyendas sobre sus cualidades para, por ejemplo, repeler a los vampiros", explica Francisco Azorín, químico y directivo de la Sociedad Española de Investigaciones Parapsicológicas (SEIP).
Azorín, que se define como "un forofo del ajo", y es estudioso de las propiedades medicinales de las plantas, señala que no conoce bibliografía que analice el vínculo entre las cualidades del ajo y ese supuesto poder para ahuyentar animales y, en este caso concreto, a seres que según la literatura y el cine sacaban la sangre a sus víctimas.
Puede que "todas esas leyendas tengan que ver con el olor fétido que exhala esta verdura, un fuerte aroma que resulta repelente a los animales e incluso a las personas que no están acostumbradas a esas emanaciones".
Una de las conquistas del paso del tiempo es el posicionamiento de la Ciencia en la vida humana y el combate del esoterismo propio de tiempos remotos, sostiene el investigador de la SEIP.
De tal manera que "gracias a ella y a los estudios que se vienen sucediendo, sobre todo en las últimas décadas, sabemos de las propiedades nutritivas del ajo. Y lo que antiguamente se atribuía a poderes más o menos ocultos, ahora conocemos que son producto de reacciones químicas".
"Nuestros abuelos se construían colgantes, que les cubrían desde el cuello y hasta el pecho durante 48 horas, para combatir problemas respiratorios, del hígado y del corazón", señala Azorín. "El ajo desplegaba sus esencias fisioquímicas y procuraba el remedio y la mejoría".
Las propiedades "increíbles" del ajo se siguen valorando en la actualidad, pero ahora con conocimiento. "Es un cardiotónico natural y muchas personas han experimentado que puede acabar con una tos nocturna".
En este caso, se refiere Francisco Azorín a que las propiedades nutritivas y curativas del ajo no sólo se pueden disfrutar por su ingestión.
Al respecto, la inhalación también tendría aprovechamiento si lo que se persigue es limpiar el hígado de toxinas, o los pulmones de mucosidad, por ejemplo.
De manera que un diente de ajo sobre la mesa de noche del dormitorio puede actuar durante el sueño mediante el aire que se respira y posibilita mejorar un problema pulmonar.
El culto al ajo que se prodigó en la Antigüedad pervive de múltiples formas, aunque el trabajo científico haya acabado con falsas creencias producto de la ignorancia.
La valoración de sus cualidades nutritivas y medicinales se plantea, incluso, desde un plano lúdico. "En algunos países, y también en España, se celebran días dedicados a esta verdura".
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