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Repiques para recibir a los papones

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La Semana Santa es una de las fechas más importantes y esperadas por todos los leoneses. Durante estos días las calles se embriagan de la pasión y devoción de los vecinos y turistas que no faltan a las procesiones que recorren las principales calles de la capital. A pesar de que para la mayoría de españoles hablar de Semana Santa es hablar de Andalucía, León no tiene nada que envidiar a sus homólogas del Sur.

A diferencia de otras, esta Semana Santa busca representar la pasión, muerte y resurrección de Cristo desde la austeridad, religiosidad y el sentimiento que, a lo largo de los siglos, ha marcado tradiciones y costumbres, consiguiendo que esta fecha haya alcanzado el título de interés turístico internacional. Son muchas peculiaridades y tradiciones que distinguen y la hacen única. Por ejemplo, en León a los miembros o hermanos de las cofradías se les conocen como papones, en vez de cofrades como en el resto de las provincias.

Momentos inolvidables. La Semana Santa leonesa da comienzo el Viernes de Dolores con la procesión de la Dolorosa que sale de la mano de los papones con la cara descubierta, que entre nervios la pujan hasta la plaza de Santo Domingo donde se le canta la Salve. El Martes Santo se celebra la procesión del Perdón en la que en la plaza de la Catedral el abad de la cofradía del Santo Cristo del Perdón solicita el indulto para un preso. En este desfile hay un paso, La Condena de Cristo que es pujado por 14 presos voluntarios de la prisión.

El Jueves Santo a medianoche se celebra un acto singular y único, reflejo de la gran tradición que envuelve la Semana Santa leonesa: la Ronda. Ese día los hermanos de la cofradía del Dulce Nombre de Jesús Nazareno, ataviados con su túnica, aunque descubiertos, hacen sonar la esquila, el clarín y el tambor para llamar a sus cofrades y a los leoneses a la procesión de los Pasos. El desfile procesional más importante de toda la Semana Santa llega con las primeras horas de luz del Viernes Santo. Más de 4.000 papones cumplen su cometido en la Procesión de los Pasos, que recrea los principales momentos de la Pasión de Cristo por las calles céntricas de la capital. Uno de los momentos cumbres de este desfile llega en la Plaza Mayor donde tiene lugar el Encuentro en el que el paso de San Juan se arrodilla ante la Dolorosa que se encuentra con el Nazareno mientras las trece estampas son bailadas al son de la marcha La Dolorosa .

Otro momento sin el cual la Semana Santa leonesa no estaría completa es la procesión del Encuentro del Domingo de Pascua, donde la Virgen de la Soledad, acompañada de María Magdalena y María Salomé, se encuentra con Cristo Resucitado el cuál, tras una breve lectura, se oyen las palabras «Cristo ha resucitado», momento de jubilo en el que todos los papones se destapan y comienzan a bailar los pasos.

1397124194 Días de fiesta y diversión. Mientras el incienso embriaga las calles de la capital, los bares se inundan del aroma inconfundible de la tradicional limonada. Cuentan las viejas lenguas, que los leoneses, tan cristianos, en estos días a la pregunta de quien había matado a Nuestro Señor una respuesta obtenían: los judíos. Así, el viernes santo los cristianos bajaban hasta la judería, en torno a la calle Misericordia y el barrio de Santa Ana, para vengar la muerte de Cristo. Las autoridades alarmadas decidieron permitir, en aquellas fechas de abstinencia, el consumo de una bebida alcohólica más suave que el vino, un caldo rebajado con agua, azúcar y fruta: la limonada.

Así, por el camino los cristianos suavizaban su sed de venganza con limonada, de ahí que por cada vaso que bebieses era como si hubieran matado un judío. Algunos creen que los ataques a los judíos eran debidos, irónicamente, a los alcoholizados por la limonada y otros que la limonada evocaba a una de las siete palabras que pronunció Jesucristo en su pasión, «Tengo sed». Hoy en día la expresión Matar judíos, fuera de cualquier connotación xenófoba, se refiere únicamente al hecho de consumir limonadas.

Asociado a la Semana Santa leonesa, aunque sin connotación religiosa, el Jueves Santo es famoso por el Entierro de Genarín. Cada año miles de leoneses se reúnen en la plaza del Grano para celebrar este desfile pagano, ruidoso y borracho por antonomasia, que a pesar de no incluirse en el programa oficial, atrae cada vez a más turistas y curiosos. La procesión conmemora la muerte de un pellejero borracho amante del orujo y de los burdeles que murió la noche del Jueves Santo de 1.929 por el primer camino de basura de la capital. Un tonel de madera adornado con flores y velas marca el paso del desfile, tras el que le sigue la imagen del borracho. La procesión llega a su fin en el punto exacto donde murió el pellejero donde un cofrade trepa la muralla de León para dejarle una ofrenda de pan, queso, laurel, naranjas y una botella de orujo.

Estas son solo algunas de las tradiciones y peculiaridades que hacen única la Semana Santa de León, unos días que nadie quiere ni puede pasar de largo.

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