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El arte de plantar en miniatura

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Naturaleza en bandeja. Es la traducción literal de bonsái, palabra japonesa compuesta a partir de los términos bon (bandeja) y sai (naturaleza). El arte de los bonsáis proviene no obstante de China, y es mucho más que una técnica de jardinería: hace dos mil años, estos árboles en miniatura eran un objeto de culto para los monjes taoístas, que los consideraban símbolos de la eternidad.
Nada es imperecedero en la naturaleza, pero la longevidad de los bonsáis resulta sorprendente: «en Japón, no es difícil encontrar bonsáis de más de 500 años», comenta Javier Lumbreras, especialista en este ámbito de la jardinería que ha hecho de los bonsáis su profesión. El vivero Irun bonsái, situado en la calle Prudencia Arbide, es el único espacio de Gipuzkoa dedicado íntegramente a la exposición y venta de bonsáis. Además, Javier Lumbreras ofrece en el vivero talleres dirigidos a aquellos que se inician en esta afición.
La clave: podar raíces y ramas
Y es que para alcanzar la edad de los bonsáis es precisa una serie de buenos cuidados: «el secreto es tratarlos bien. El bonsái es un ser vivo que puede ser muy longevo si reúne las condiciones para ello», explica Javier Lumbreras. Los requisitos son, en primer lugar, contar con la tierra adecuada y realizar trasplantes cada tres o cuatro años, durante los cuales «se podan las raíces, de modo que se ramifican y brotan nuevas. Al renovarse la raíz, es como si rejuveneciéramos el corazón del árbol», explica Javier Lumbreras.
Otro de los cuidados más importantes es el riego, una tarea en ocasiones diaria que no hay que descuidar: «hay gente que cree que hay que regarlos poco, pero nada más lejos de la realidad. Hay que vigilar el bonsái todos los días y darle agua cuando la necesite. Es parecido a tener una mascota». La poda de las ramas es otra de las técnicas básicas para mantener un bonsái, que permite «dirigir el crecimiento del ejemplar y conseguir que no crezca en altura sino en densidad».
Ejemplares 'de autor'
Una de las creencias erróneas en torno a esta afición es que se trata de un hobby caro, pero todo depende de como se plantee: «es como si te gusta la pintura, y decices empezar con un simple lienzo, pinturas y pincel. Con los bonsáis también, puedes comenzar con una semilla, maceta y un par de tijeras. O, en ambos casos, puedes dedicarte al coleccionismo y gastarte más dinero», ejemplifica Javier Lumbreras.
En este caso, partiendo de una semilla, el proceso se hace «más largo y lento que empezando con un bonsai ya trasplantado en maceta. Puede acelerarse si esa semilla se planta primero en el campo y, una vez obtenido un tronco interesante, se traslada a una maceta».
Como sucede con cualquier arte, «lo que tratamos de transmitir con un árbol plantado en una maceta son sensaciones, emocionar a quien lo ve». También entre los bonsáis «hay ejemplares 'de autor', más artísticos», y en los que la diferencia de precio es notable. Según comenta Javier Lumbreras, «hay ejemplares en Japón que pueden llegar a valer 80.000 euros».
Los bonsáis japoneses suelen ser «árboles llamativos y con mucha historia, que han sido trabajados meticulosamente». En muchos casos, por varias generaciones. «Ése es el milagro de los bonsáis: aunque el árbol tenga más de doscientos años, puedes seguir manteniéndolo y cultivando, y dejarlo de herencia para tus nietos», comenta Javier Lumbreras. En el vivero Irun Bonsái pueden observarse algunos ejemplares llamativos, como un Juniperus chinensis, «con las ramas y hojas distribuidas en pisos», o un mini arce que crece sobre una roca, «otro de los estilos que hay para plantar bonsáis, en el que las raíces se fusionan con la roca».
Floridos y frutales
En esta época del año, los bonsáis con flor o frutos lucen especialmente. «Mucha gente los solicita en esta época porque son especialmente llamativos, como las azaleas, que florecerán en mayo». Los bonsáis frutales, con manzanas en miniatura, también resultan muy vistosos, si bien Javier Lumbreras precisa que «los frutos no han pasado por un proceso para reducirlos, sino que esta variedad de manzano en concreto da frutos pequeños. Aunque el tamaño del árbol puede reducirse, no sucede lo mismo con sus frutos y flores».
El mundo de los bonsáis ofrece, en definitiva, tantas posibilidades como uno quiera descubrir.

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