El kibutz y la religión como magma cultural

IBIZA | F. DE L. Uriel Cazes nació en Haifa en 1954 en una familia de artistas de origen sefardita –su padre y su hermano son pintores– y pasó parte de su infancia en un kibutz, una experiencia que le marcó profundamente y de la que le queda un sentimiento de solidaridad, de lo colectivo por encima de lo individual: «Éramos una gran familia». De allí salió para estudiar en la escuela de arte y moda de Tel Aviv y más tarde se trasladó a Alemania para continuar su formación en la academia de arte de Stuttgart, en 1987. Considera muy enriquecedora su experiencia en Alemania, donde comenzó su obra sobre el ´ciclo de vida judío´: «Allí sentía que estaba perdiendo mi tradición, porque no la practicaba, y de esta forma me volví hacia ella».

Un sentimiento de «interreligiosidad»
Comenzó a exponer esta obra en galerías y también en recintos religiosos, en sinagogas e iglesias cristianas: «No es sólo para los judíos, es abierto a todos, por eso invitaba a gente de todas las religiones a mis exposiciones, para mí era muy importante que en Alemania, con mi mujer y mi hijo alemanes, una generación después de todo lo que había pasado, se pudiera disfrutar de eso aparte de la religión».
La creencia religiosa, la tradición, es para él un magma cultural que hay que compartir, con un sentimiento de «interreligiosidad e interculturalidad». Recuerda especialmente la emoción de una mujer en una muestra en un templo en el año 2000, en la Jakobskirche de Weimar. También ha mostrado su ´ciclo de vida judío´ en Austria, Francia y Nueva York, en las galerías Agora y Art 54, antes de instalarse en Ibiza en 2004.


«Amo Ibiza, su gente, sus tradiciones... Esta isla me ha ayudado a buscar y encontrar en mi interior. Aquí empecé haciendo otras cosas, pintando paisajes, gentes de la isla... y luego lo he ido compaginando con la vuelta a la tradición judía. Aquí me siento como en casa, pero necesito estas pinturas y mientras las hago me siento más en mi casa», resume.