Investigadores del CSIC han revelado que los productos para adelgazar enriquecidos con
ácido linoleico conjugado (CLA) de tipo trans producen daños hepáticos en ratones. La OCU denuncia falta de transparencia por parte de la industria en cuanto a la lista de ingredientes
A la hora de adelgazar resulta habitual recurrir a cualquier producto que contribuya a alcanzar el peso deseado en tiempo récord. Atrás se quedaron los alimentos «light» o bajos en calorías para dar la bienvenida a una amplia gama de productos que, en función de los componentes que incluyan, son capaces de luchar contra los temidos michelines a la vez que moldean la silueta.
En concreto, el ácido linoleico conjugado (CLA) presente en aceites vegetales y, especialmente, en la carne y en la leche procedente de animales rumiantes se le han atribuido, en los últimos años, propiedades para la reducción de los niveles de colesterol y materia grasa, lo que favorecería la pérdida de peso corporal. Así, se ha potenciado como componente enriquecedor de productos adelgazantes.
Hasta ahora, los CLA se han asociado con efectos positivos sobre la salud humana. Sin embargo, hasta hace poco se ha planteado que no todos los isómeros que lo configuran son igual de beneficiosos. Existen tanto isómeros cis (c9,t11-CLA), los más abundantes en la naturaleza, como isómeros trans (t10,c12-CLA). Los últimos trabajos científicos plantean que los trans podrían perjudicar seriamente la salud.
En concreto, un estudio realizado el pasado mes de febrero por un equipo del Centro de Investigación Cardiovascular del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y del Instituto Catalán de Ciencias Cardiovasculares revela que los suplementos dietéticos para adelgazar, enriquecidos con isómeros naturales de ácidos linoleicos conjugados trans podrían ocasionar graves daños hepáticos.
La investigación, realizada en colaboración con el Instituto Aragonés de Ciencias de la Salud de Zaragoza y el Centro de Investigación Biomédica en Red-Fisiopatología de la Obesidad y la Nutrición (CIBERobn) y publicado en la revista «Frontiers in Bioscience», «describe que el daño hepático observado en ratones se asocia con una alteración importante de la expresión de genes responsables de la regulación de los niveles de glucosa y la captación de lípidos por parte de las células hepáticas», explica el coordinador del trabajo, José Martínez González.
Por este motivo, continúa el investigador, «los suplementos alimentarios enriquecidos con CLA trans podrían ejercer efectos adversos provocando la degeneración grasa del hígado (esteastosis). Por contra, en el mismo estudio se demuestra que los CLA cis no ejercen estos efectos negativos».
La presencia de CLA en multitud de productos lácteos, cuyo precursor fue el Tonalín, ha desencadenado el boom de las llamadas «dietas milagro» y la preocupación por adelgazar a través de estos alimentos. El problema surge porque, en la mayoría de las ocasiones, no existe un aval científico.
«La gente cuando quiere adelgazar es muy dada a probar productos naturales que, a priori, parecen inocuos. Sin embargo, el CLA es muy activo biológicamente porque contiene dos estructuras, una con efecto positivo y otra con poder negativo, por lo que conviene tenerlo en cuenta», advierte Martínez.
Interés comercial
El doctor Jesús de la Osada, colaborador del estudio e investigador del CIBERobn, advierte de que «resulta urgente que indique el tipo de isómero presente en las preparaciones comerciales».
A este respecto, la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) insiste en que las diferentes estructuras químicas del CLA, cis y trans, y sus implicaciones sobre la salud, apoyan una vez más «la importancia de la reivindicación acerca de las necesidad de un etiquetado detallado que, por ejemplo, en este caso, especifique en su lista de ingredientes el tipo de isómero presente».
Una cuestión que no hay que pasar por alto reside, según Martínez, en que «las empresas cuando publicitan citan algunos trabajos realizados en humanos y en los que se ha visto un ligero efecto sobre la pérdida de peso, pero no hay estudios contundentes que demuestren que esto sea así y que, además, los hayan corroborado diferentes autores y no sean negativos en humanos como sucede con las ratas.
Ellos aprovechan los datos que hay, sobre todo en roedores, para ver que son eficaces a la hora de perder peso, pero descartan los datos negativos, lo que demuestra una visión comercial muy astuta». Pero este estudio no es el único que pone en entredicho la seguridad y fiabilidad del CLA.
Una investigación realizada en 2005 y publicada en la revista «The Federation of American Societies for Experimental Biology» revela el efecto del ácido linoleico conjugado trans sobre la inflamación y la resistencia a la insulina. Por contra, otro artículo de la publicación «Diabetes Care» en 2007 avala los efectos positivos de los CLA cis en ratones.
Una ayuda, no un milagro
Pese a todo lo anterior, no hay que olvidar que al tratarse de un ácido graso poliinsaturado, siempre y cuando se ingiera a partir de los alimentos que lo contienen en su composición, «ejerce efectos beneficiosos en la prevención de enfermedades crónicas. No obstante, al existir una gran variedad de ácidos grasos que se engloban dentro del término CLA ejercen diversos efectos fisiológicos», aclara Natalia Ramos, dietista-nutricionista de Sprim (Salud, Prevención, Investigación e Información Médica).
Para María José Alonso, vocal de Plantas Medicinales del Colegio de Farmacéuticos de Barcelona, «hay que considerar a los CLA como una ayuda al tiempo que se sigue una dieta equilibrada y, siempre y cuando, haya sobrepeso u obesidad y exista un control médico». A modo de ejemplo, «a través de los lácteos o la carne que pueda tomar una persona al día puede alcanzar hasta 1,5 gramos de CLA.
Sin embargo, esta cantidad es insuficiente, ya que para que realmente hagan efecto sobre el peso habría que ingerir 3,4 al día, preferiblemente en forma de complemento nutricional», aclara Alonso. A este respecto, Ramos insiste en que, «pese a los efectos positivos sobre el peso y la composición corporal del CLA, son necesarios más estudios que muestren la seguridad y eficacia de su consumo a largo plazo».
Demasiadas dudas
El ácido linoleico conjugado (CLA), identificado en los años ochenta del pasado siglo, pasó a convertirse en producto estrella al evidenciarse que podía ayudar a la estimulación del metabolismo energético, la reducción del contenido de grasa y el aumento de masa magra.
De manera natural, se encuentra en la carne de los rumiantes, los lácteos y los aceites vegetales, pero en el año 2000 varios estudios confirmaron que la dosis terapéutica eficaz se situaba en 3.400 miligramos/día, lo que exigía su consumo como suplemento. Por aquella época, la multinacional que lo comercializaba en todo el mundo concedió en España dos licencias de venta: una, para enriquecer la leche, a «Central Lechera Asturiana», y otra a los laboratorios «Anroch» como suplemento.
Respecto al primero, era difícil conseguir una dosis mínima eficaz, y en cuanto al segundo se trataba de un laboratorio sobre el que durante años llovieron demandas de todo tipo y al que finalmente se le quitó la licencia de venta. Sobre estas dudas ha caído ahora la sospecha de que el consumo prolongado de CLA podría provocar la degeneración grasa del hígado, así que habrá que seguir con atención la deriva del producto.
Beatriz Muñoz
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