Más de ocho décadas después de la muerte del escritor Franz Kafka se acaba de publicar en su Praga natal la primera biografía de un estudioso checo sobre un genio que es más valorado internacionalmente que dentro del país centroeuropeo.
En su libro titulado La lucha por escribir. Sobre el compromiso vital de Franz Kafka, el filólogo Josef Cermak trata de "abordar las relaciones de Kafka con el 'mundo checo', que son más amplias de lo que muchos piensan", explica a Efe el autor.
Y es que Kafka, nacido en 1883 en la capital de Bohemia durante el Imperio Austro-húngaro y muerto en 1924 cerca de Viena, escribía sólo en alemán, el idioma que hablaba gran parte de la comunidad judía praguense a la que pertenecía.
Esta hermosa edición para coleccionistas, con una tirada de 2.500 ejemplares, tiene mucho material inédito
Esta hermosa edición para coleccionistas, con una tirada de 2.500 ejemplares, tiene mucho material inédito, como fotos, postales escritas de sus viajes al extranjero y manuscritos relacionados con asuntos familiares.
Todo ello debía haber salido a la luz en los años 60, pero entonces la plana mayor de la editorial Odeon vaciló "al tratarse de un pequeño praguense sin importancia", recuerda Cermak, "y entonces entraron los tanques soviéticos" para aplastar "la primavera de Praga" de 1968.
Por aquel entonces vio la luz la biografía del estudioso alemán Klaus Wagenbach, con quien debería haber colaborado Cermak, pues tuvo acceso al rico legado que conservaba la sobrina del escritor, Vera Saudkova. La anciana de 88 años, que vive en la capital bohemia, es hija de la hermana menor del escritor, la difunta Ottla, y ella junto a sus tres hijos son los únicos familiares vivos del literato.
Cermak respalda la tesis de que Kafka entendía muy bien el idioma eslavo, pues "fue capaz de apreciar la calidad literaria de un autor como Vladislav Vancura, que tiene un lenguaje muy peculiar, muy bello pero deformado".
Prohibido también por el comunismo
La producción kafkiana estuvo prohibida durante la Checoslovaquia socialista, al ser considerado un autor "reaccionario", dice Cermak, por lo que sus estudiosos fueron acosados por la policía política del régimen.
Este mismo "kafkólogo" se vio obligado a publicar su primera investigación en la vecina Alemania con un pseudónimo, y no fue hasta entrada la democracia cuando se decidió a traducir al checo obras como El desaparecido (1990), El Proceso (1997) y Diarios I, 1909-1912 (1997).
Kafka es hoy, veinte años después de la caída del comunismo, una de las figuras recurrentes del paisaje urbano de Praga
Kafka es hoy, veinte años después de la caída del comunismo, una de las figuras recurrentes del paisaje urbano de Praga, pero "su obra resulta más conocida fuera que dentro del país", reconoce a Efe Marketa Malisova, directora de la Sociedad Franz Kafka.
Si bien existen numerosas placas conmemorativas, bustos y estatuas en su honor -una plaza lleva su nombre y un centro que populariza su obra-, la inercia del pasado ha impedido que tenga el mismo reconocimiento que en el exterior y que forme parte incuestionable del bagaje literario de sus compatriotas.
En cualquier caso, la capital bohemia fue la ciudad donde Kafka se educó, por la que paseó y de la que se embebió, en medio de sus depresiones, de su auténtico horror al ruido y su sentido de la responsabilidad, algo que acabó por hacerse casi insoportable, recordó Cermak sobre Kafka, quien trabajaba en una aseguradora de accidentes industriales.
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Lanzan la primera biografía checa de Kafka ocho décadas después de su muerte
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