“Me duele lo poco que se cuida lo independiente” Julián Andrés Dóniz

DIAGONAL CANTABRIA: ¿Cómo comenzaste en el mundo de la música electrónica?

JULIÁN ANDRÉS DÓNIZ: No hubo un comienzo claro para la electrónica ya que siempre he escuchado todo tipo de música. Más bien fue un movimiento natural y poco premeditado lo que hizo que la música electrónica se convirtiese en una de mis principales vías de expresión. Quizás, por mi propio carácter, el techno profundo e industrial se adecuaba perfectamente al momento en el que comenzaba a pinchar discos y, desde ahí, poco a poco, fuí ampliando mi background hasta llegar a día de hoy.

D.C.: ¿Qué artistas DJ electrónicos destacarías de la escena a nivel nacional y en Cantabria?

JAD: A nivel nacional, sellos como Semántica y artistas como G. Kahn de Asturias o Dj Muerto de Madrid me parece que están llevando a cabo un trabajo ejemplar. A nivel regional destacaría a gente como Cristian Wunsch o Ángel de Castro, que fueron verdaderos precusores cuando era realmente difícil hacer música electrónica. La verdad es que hay mucha gente en Cantabria haciendo cosas realmente interesantes, lo que ocurre es que faltan plataformas y un público con inquietud musical.

DC.: ¿Cómo ves el panorama de la música electrónica en la Comunidad? ¿Crees que se podría potenciar de alguna manera? JAD: Sinceramente, mal. La propuesta en Cantabria a nivel de música electrónica se basa en sonidos muy comerciales, y sin programaciones fijas. No digo que estos sonidos no tengan que existir pero sí me duele lo poco que se cuida lo independiente. Además el público sólo acude (¡y no siempre!) a las propuestas de artistas muy conocidos, por lo cual creo que hay un problema de falta de base y poco cuidado hacia las propuestas locales.

D.C.: ¿Destacarías alguna sala o productora?

JAD: Destacaría una propuesta: la Agenda Electrónica. Este proyecto aúna en su programación artistas locales e internacionales independientes con un mínimo precio de entrada.

D.C.: Y de ahí, enlazas con el mundo del teatro. ¿Cómo compaginas ambas actividades?

JAD: El teatro es un maravilloso universo en el que la música es un componente muy importante. No es tanto compaginar como si fueran dos trabajos independientes. En el trabajo teatral intento mostrar una extensión más amplia de lo musical que la que normalmente desarrollo en un club. Es como si fuera explorar otros mundos, otras latitudes que en el propio marco de un club, al desarrollar un set de pinchadiscos, no puedo abordar.

D.C.: Tu reciente obra, Los templos de Luzbel, es un viaje onírico que combina pintura en directo, música en vivo y un relato iniciático. ¿Cómo encajas estas disciplinas en la obra?

JAD: El planteamiento con Los templos de Luzbel es mostrar una especie de mandala a través de diferentes canales de expresión. El espectador recibe un relato en el que se inspira toda la exposición pictórica y puede ver a los pintores trabajar en directo. También hay un set audiovisual multipantalla en el que se narra el mismo relato a través de música, imágenes y un narrador místico. No hay elementos aislados, toda la obra trata de conformar un todo.

D.C.: ¿Cómo comenzaron tus colaboraciones con Okuda?

JAD: Conozco el trabajo de Óscar (Okuda) desde hace tiempo y nuestro primer trabajo juntos fue en El país del Rey de los espinos, un imaginario audiovisual en que una de las partes del trabajo era un libro-dvd que él ilustró. Hicimos una gira en la que mostrábamos un set audiovisual y Okuda pintaba un gran mural en directo. Visitamos lugares como el Matadero de Madrid, el auditorio de Oviedo o el Green Space de Valencia, una gran experiencia.

D.C.: ¿Podrías contarnos algo de tus próximos proyectos?

JAD: Ahora mismo estoy empezando a trabajar en En los viajes de Arcana, un proyecto audiovisual inspirado en el Tarot de Marsella que habla de un viaje poético y transformardor. Este proyecto discurre a través de trabajos fotográficos, música, voz y las propias láminas del Tarot. Otros proyectos son una adaptación libre para teatro de Alicia en el País de las maravillas y en un proyecto que aún no tiene forma, que se titula El almanaque de los sueños rojos.