M.BARRIO Próximamente saldrá al mercado el primer vino que la firma Alonso del Yerro elabora en la DO Toro aplicando prácticas naturales novedosas en la zona. Su enólogo, el catalán Jordi Solá, ha encontrado en este proyecto en particular y en la denominación toresana en general el marco ideal para poner en práctica su idea de la viticultura más respetuosa con el entorno.
-¿Practican la agricultura ecológica en Alonso del Yerro?
-No estamos inscritos en el registro de agricultura ecológica, preferimos llamar a lo que hacemos vino natural; no queremos entrar en ninguna especificación, porque eso nos limitaría. Lo que hacemos es trabajar de la forma más natural posible. Entre otras cosas plantamos árboles en las cunetas del viñedo para favorecer la biodiversidad, también rosales y quiero meter alguna planta aromática. Lo que queremos es que no sea una viña aislada, es decir, la viña es un ser vivo y como tal es mejor que esté en un entorno que sea más diverso.
-¿Siempre ha trabajado en el marco de la agricultura ecológica?
-Desde que empecé a trabajar en el Priorato, en el 99, siempre me ha interesado trabajar con gente que haga vino de forma natural y que cuide mucho el viñedo.
-Entonces, en esta zona se habrá encontrado como pez en el agua.
-Si, si estamos en esta zona es porque antes había abuelos que cultivaban sus viñas para hacer vinos para ellos y evidentemente lo llevaban de una manera natural. Los abuelos de antes sabían dónde plantaban sus viñas, le daban mucha importancia al suelo, no es lo mismo un suelo muy arcilloso más válido para el cereal, que un suelo con cascajos, los famosos cascajos de Toro donde están todas las viñas viejas. Luego, a partir de los años 70 u 80 la gente empieza a vivir más de la viña, busca más producción y se planta mucho más, sin tener tanto en cuenta el suelo.
-Recientemente ha impartido una charla sobre viticultura biodinámica, ¿la practica?
-Como siempre me ha interesado la agricultura ecológica, he leído algún libro de biodinámica, sobre todo del filósofo Rudolf Steiner, que es su principal teórico y la biodinámica nace con él en 1924. Todo esto tiene mucho que ver con la antroposofía, que es una manera de vida, y con la filosofía. Tuve, además, la suerte de hacer un curso en Madrid con Nicolas Joly y yo creo, en definitiva, que es algo que aporta un algo más, una concepción diferente, aunque también es verdad que es una cosa muy dogmática, porque hay cosas que si no te las crees es difícil de practicarlas. A un nivel más general, la concepción de aplicar una agricultura natural, de no echar productos químicos y, sobre todo, de trabajar el suelo y otras cosas relacionadas, pues es algo muy positivo.
-¿Lo de las influencias planetarias es más complicado de aplicar, no?
-Los seguidores de esta filosofía, además de fijarse mucho en el calendario propio con que cuentan, el calendario biodinámico y de trabajar con las influencias planetarias, tienen unos preparados especiales para el suelo, el compost. Es verdad que es muy difícil aplicar la agricultura biodinámica al cien por cien, porque es casi una forma de vida, pero hay cosas que se pueden extraer y me parece un tema interesante.
-¿En qué se basa fundamentalmente el calendario biodinámica?
-Me gusta explicarlo de una manera muy sencilla, es decir, tú tienes un cultivo, como es la viña en nuestro caso, que brota en primavera y sigue un ciclo vegetativo, en invierno se caen las hojas... y todo eso está influenciado porque formamos parte del sistema solar y, al dar la tierra vueltas sobre el sol, tenemos las estaciones, es decir, no estamos aislados y la luna y los planetas pueden influir en la agricultura. Los biodinámicos se basan en los cuatro estados: la tierra, el agua, la luz y el fuego y para ellos cada estado es un tipo de planta y tienen que cultivar cada tipo de planta en el día en el que la luna marca esa constelación, realmente es muy difícil de aplicar.
-¿Se practica la viticultura biodinámica en la D.O. Toro?
-En el Bierzo y Ribera hay gente que trabaja con ella y en Toro me han dicho que hay un viñedo biodinámico
-¿Cómo repercute en el vino?
-La traducción en el producto final siempre es difícil, por eso nosotros como bodega no nos queremos encasillar ni decir que aplicamos ésto, porque entonces la gente se espera una cosa muy diferente. De lo que se trata es de cultivar con raciocinio, de la manera más natural posible y al final tienes una uva de más calidad.
-¿Qué pautas siguen?
-Básicamente trabajamos con cereal y con compost para cuidar nuestro suelo, para que tenga más microorganismos, es decir, que sea un suelo con vida y que las raíces estén bien aireadas y capten la mineralidad que tiene y luego las uvas también tendrán esa mineralidad y nuestros vinos podrán expresarla.
-¿Son prácticas novedosas en la zona?
-Si. El compost como estiércol fermentado si que hay que gente que lo aplica, o al menos tira estiércol en el suelo. Nosotros hacemos nuestro propio compost a partir de estiércol que compramos. En cuanto a la siembra de cereal en invierno, también ayuda a microoxigenar el suelo de la viña y a su diversidad. Esto es la famosa cubierta vegetal que se utiliza mucho en el norte de Europa para quitar fuerza o vigor a la viña u a otro cultivo, aunque también se utiliza, como hacemos nosotros, para microoxigenar el suelo y favorecer su fauna durante el invierno, y en primavera segamos ese cereal para que no cree competencia con la viña, porque aquí la pluviometría es muy baja.
-¿Priorato o Toro?
-Yo creo que en todos los sitios se hacen buenos vinos, lo que no se puede hacer es pensar que lo de uno es lo mejor y el que es un buen aficionado tiene que apreciar los vinos de todas partes con sus propias características, como las tienen los de Toro. Yo no conocía la D.O. Toro y llama mucho la atención que tenga una variedad autóctona y, sobre todo, el marco de plantación típico de aquí, que es muy ancho, son cepas muy grandes que, a priori, parece que no puedan ser tan cualitativos porque tienen mucho vigor, pero luego es verdad que resisten muy bien la sequía y acabas teniendo producciones bajas por hectárea y puedes hacer calidad.
Barcelona (1978)
Es licenciado en Ingeniería Agrícola y Enología y tras intentar trabajar en un proyecto de agricultura ecológica en Ribera de Duero, que «no salió bien», arribó en la DO Toro hace dos años de la mano de «Javier y María», responsables de Viñedos Alonso del Yerro (Morales de Toro), en cuya filosofía de practicar la viticultura «natural» ha encajado como anillo al dedo.
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