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La botella gallega que seduce a Francia

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Es una botella que incluye un decantador en su parte inferior, un curioso truco de diseño sin trampa ni cartón en el que la física es la única razón para que los posos del vino -sirve también para aceite, agua o zumos- se queden en el fondo. Su peculiar forma permite un vacío que retiene el residuo.

En esta idea han estado trabajando durante cinco años el cocinero vasco Martín Berasategui (tres estrellas Michelin ), tres socios de Valladolid y uno radicado en Galicia, porque el otro alma máter de la botella es el chef italiano afincado en Ourense Flavio Morganti.

Así lo han entendido los gurús del vino, como por ejemplo Edouard Cointreau, miembro de la familia de licoreros más prestigiosa allende los Pirineos y fundador y presidente de los Gourmand World Cookbook Awards, uno de los premios gastronómicos más insignes del mundo.

Después de presenciar in situ la eficacia de la patente, Edouard dijo lo siguiente: «La invención de esta botella es como la de la rueda. Ahora nos preguntamos cómo fue posible vivir (y beber grandes vinos) sin ella. Brillat Savarin decía que una nueva receta hace más para la felicidad humana que cualquier otra cosa. Pues esta botella hará muy felices a los numerosos amantes del buen vino. Muchas gracias a Flavio y a sus amigos por ella».

A esta encendida loa al cocinero del restaurante Galileo se han ido sumando elogios de reputados bodegueros españoles, muchos de ellos gallegos, que se recogen en la página web www.systemmartinberasategui.com.

Pese a la alusión directa de la familia Cointreau, Morganti cede con humildad el protagonismo a su socio vasco. «Berasategui es el verdadero líder de esta iniciativa -explica-, para la que llevamos cinco años trabajando muy duro. Creemos que es una revolución en la historia de la botella, en la que no ha habido aportaciones funcionales como en los últimos siglos». Este trabajo de diseño se completa con una «caja para el traslado que se transforma en expositor y que tiene la virtud de mantener la botella ligeramente inclinada, ni acostada ni de pie».

Durante la presentación, Berasategui explicó que la botella modifica también la manera de servir el vino. «Hay que cogerla por la parte inferior, con un dedo en el fondo y los otros en su baja cintura, lo que evita que la mano eleve la temperatura del vino por contacto sobre el vidrio».

Morganti, que comparte con Berasategui una larga amistad y la pertenencia al grupo Innovación y Desarrollo del Vino, explica que ya se han fabricado 30.000 botellas en Italia, pero que pronto aparecerán en otros países.

Alfonso Andrade

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