Un castellano discreto, humilde y agradecido

GRACIANO GARCÍA DIRECTOR EMÉRITO DE LA FUNDACIÓN PRÍNCIPE DE ASTURIAS Recuerdo al Miguel Delibes el día que recogió de manos del Príncipe de Asturias, hace ya tantos años, el premio de las Letras, como a la persona que siempre me imaginé que era: un castellano discreto, humilde y agradecido. Recibía en Oviedo ese año con emoción muy contenida el mayor de los premios que se le habían concedido hasta ese momento.

Se suele decir que nadie muere mientras alguien le recuerde, por eso, en este momento de tristeza, nos consuela pensar que Miguel Delibes no ha muerto, pues siempre habrá en cualquier rincón del mundo alguien que se conmueva al leerlo, ya que su obra queda como un gran patrimonio y memoria de la mejor literatura universal.

Guardo de él algunos recuerdos y gestos especiales posteriores a ese día de la entrega de los premios, pues nunca dejó de expresar su gratitud y su orgullo por el galardón que le unió para siempre al Príncipe y a nuestra tierra.

Ejerció el periodismo como lo que realmente es el primer principio de nuestra profesión: un espacio moral, un espacio de responsabilidad y de compromiso. Por eso, y por ser también yo periodista, he admirado siempre la forma en que lo ejerció, hasta el punto de ser una referencia para todos nosotros.

Fue maestro y nos incitó a todos, desde la tribuna de «El Norte de Castilla», que dirigió durante años, a entender el mundo. Nos alentó a construir la España en concordia, en libertad y en democracia y a ejercer la crítica con altura de miras y sin desviadas pasiones.

Porque, como decía otro gran maestro de periodistas, Albert Camus, «la belleza y la verdad no pueden estar al servicio de ningún poder: sólo deben entregarse al servicio del dolor y de la libertad, porque la verdadera alma de nuestra profesión es hablar por aquellos que no pueden hacerlo». Ese espíritu fue el norte y la guía de su obra: en el periódico y en la voz de los personajes inolvidables que creó, a la vez que nos deslumbraba al describirnos la belleza austera y el alma de los hombres y de las mujeres de Castilla.