El Ballet Nacional alimenta su leyenda en Londres

JULIO BRAVO | LONDRES
Hacía casi veinte años que el Ballet Nacional de España no actuaba en el Coliseum londinense; sí había vuelto la compañía a la capital británica, pero no a este impresionante teatro, que acoge habitualmente las actuaciones de la English National Opera. José Antonio, director de la compañía, tenía por tanto motivos para sentirse orgulloso y para sacar pecho, algo que en estos últimos tiempos de «zozobra ministerial» no había podido hacer con frecuencia.
Ha contado, además, para este estreno londinense, con una invitada de excepción: Tamara Rojo; la artista madrileña -un ídolo del público británico, como pudo comprobarse cuando salió a saludar- bailó junto a Miguel Ángel Corbacho «Romance de luna», una coreografía que José Antonio creó en 1989, con música de José Nieto, para Natalia Makarova. «Es un regalo para ella y para nosotros» -decía el director del BNE-. «Me apetecía probar algo nuevo -añadía Tamara, que ha tenido que cambiar para este trabajo las zapatillas de punta por los zapatos de tacón-; es una manera de bailar diferente, pero en ningún momento he querido ser «flamenca», sino buscar mi propia manera de expresión.

Interpreto a la luna y eso ayuda a hacer el baile más ligero, menos terrenal». Su pareja de baile, Miguel Ángel Corbacho, lo subrayaba: «Me ha encantado su mirada, era como etérea, y me ha ayudado mucho a sentir que estaba con la Luna y no con una mujer».


Tamara -que bailó con su clase y magnetismo habitual, aun con un instrumento (los zapatos) al que está poco habituada- fue la guinda para una representación en la que el BNE convenció a los londinenses. El teatro se puso en pie para aplaudir al conjunto, que junto a «Romance de Luna» ofreció «Dualia», de Rojas y Rodríguez, también con música de José Nieto; y «Leyenda», un trabajo flamenco de José Antonio en homenaje a Carmen Amaya. En estas dos últimas demuestran los bailarines su cohesión, su preparación técnica y su calidad, con mención especial para Cristina Gómez, que vestida, como Carmen Amaya, de corto y con pantalones, mostró nervio y poderío.