El origen místico de los Juegos

El presidente de la Academia Olímpica Española, Conrado Durántez, expuso ayer en la Facultad de Filosofía y Letras de León su tesis «El significado de la victoria en los Juegos de Olimpia. Los vencedores olímpicos», dirigida por el doctor Manuel Abilio Rabanal. La tesis resalta la magnitud e importancia de los Juegos en la antigüedad y presenta su evolución desde una disputa «espiritual y litúrgica a una práctica totalmente profesionalizada, materialista y, frecuentemente, corrupta».


Conrado destacó el origen místico y divino de los Juegos y explicó como la «gran cultura griega, madre de la occidental, lega una de sus grandes aportaciones benéficas a la evolución de la humanidad: el deporte».

Repasó los antecedentes y exhibió como la «victoria en los Juegos era un bien moral que por haber sido obtenida por decisión divina provoca fascinación, respeto, admiración y gloria en el contexto humano del campeón, al que se le erigían estatuas en la zona sagrada, un privilegio de esencia netamente religiosa», apuntó.

«Es tan grande la gloria del triunfo olímpico a título personal o conseguido por la Estirpe que Diágoras de Rodas -”explicó Conrado-” muere de felicidad cuando sus vencedores lo pasean triunfal por el Estadio de Olimpia y su misma hija desprecia a la muerte con la que se castiga a la presencia de féminas en el Estadio con tal de ver competir y ganar a su hijo Peisirrodos».

Pero «el lento y dilatado transcurso del tiempo», con el progresivo cambio de estructuras políticas, convicciones religiosas, incidencias de nuevas doctrinas o traumáticas invasiones o conflictos bélicos, «habrán de cambiar el dorado panorama que los Juegos mantuvieron hasta las proximidades del siglo IV a.c.», afirmó Conrado Durántez, quien, tras el minucioso estudio, aventura que la imposición del Imperio del Cristianismo el 8 de noviembre del año 392, que castigaba las prácticas paganas con severas penas, «no fue la razón de la desaparición de los certámenes de Olimpia». Considera que el ocaso llega por la «desnaturalización del espíritu de pureza agonal tradicional unido a una degradación de los medios usados para la obtención de la victoria». A partir del año 146 a.c. -”fecha en la que Grecia pasa a ser provincia de Roma-” los Juegos pierden su identidad. Los atletas no cuentan ya con el originario apoyo de la polis y comienzan a actuar por su cuenta. Todo hace suponer que los «Juegos desaparecieron por sí solos y no fueron suprimidos».
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SERGIO C. ANUNCIBAY | LEÓN