La testosterona es una hormona responsable de múltiples funciones
humanas, como la generación del músculo, el cabello y la libido.
Su presencia se asocia tradicionalmente al sexo masculino, pero también
está presente en el femenino. Sus funciones podrían ser aún más
extensas de lo que se pensaba hasta ahora, según apunta un nuevo estudio
realizado por investigadores europeos financiados en parte mediante una
subvención de inicio (Starting Grant) del Consejo Europeo de
Investigación (CEI) en el que se ha descubierto que además fomenta el
comportamiento social.
Estos descubrimientos se han publicado en la revista PLoS One.
Esta hormona posee ciertas connotaciones negativas y en ocasiones se le
ha denominado de manera poco apropiada. "Siempre se ha dicho que la
testosterona fomenta el comportamiento y las actitudes agresivos y de
riesgo", admitió el profesor Dr. Bernd Weber, neurocientífico del Centro
de Economía y Neurociencia (CENS) de la Universidad de Bonn (Alemania).
Su relación con la honestidad
En estudios recientes se ha sugerido sin embargo que la testosterona
puede inducir a un comportamiento más social o reducir el egoísmo en
determinadas ocasiones, un dato que animó al equipo a indagar en la
relación entre la testosterona y la honestidad.
"El inconveniente de muchos estudios consiste en que sólo relacionan la
concentración de testosterona de los sujetos con su comportamiento",
explicó el Dr. Mattias Wibral, a lo que añadió que dicho método sólo
muestra relaciones estadísticas y no proporciona información sobre las
causas del comportamiento.
"La testosterona no influye únicamente en el comportamiento; éste también influye en la concentración de testosterona."
Esta hipótesis impulsó la creación por parte de investigadores del CENS
de un método experimental que permitiese deducir las relaciones de
causa y efecto.
El experimento
Para este experimento sobre el comportamiento se emplearon 91 hombres
sanos; 46 de ellos se sometieron a un tratamiento de testosterona
aplicado sobre la piel en forma de pomada. Al día siguiente un equipo de
endocrinólogos del Hospital Universitario de Bonn comprobó si la
concentración de testosterona en la sangre era mayor en este grupo que
en el resto de participantes a los que se administró un placebo.
"Ni los sujetos ni los científicos a cargo del estudio sabían a quién
se había administrado testosterona y a quién no", informó el Dr. Wibral.
Esta medida se aplicó para evitar que el propio estudio influyera en el
comportamiento.
Los sujetos se ubicaron en cabinas separadas para jugar a los dados.
Cuantos más puntos consiguiesen mayor sería su recompensa económica.
"Estos experimentos se diseñaron de forma que los sujetos pudiesen
mentir", informó el profesor Weber. "Debido a que las cabinas estaban
aisladas, nadie podía saber si estaban introduciendo los datos reales en
el ordenador o los estaban inflando para obtener más dinero".
No obstante, el equipo científico sí fue capaz de determinar a posteriori si se habían hecho trampas o no.
"La estadística indica que es igual de probable que salga cualquiera de
los números de un dado", explicó el neurocientífico. "Por tanto, la
aparición de valores atípicos en las cifras más altas es una indicación
clara de que los sujetos no han dicho la verdad".
Los investigadores compararon los resultados del grupo al que se
administró la testosterona con los del grupo de control. "Este ejercicio
mostró que los sujetos con mayor concentración de testosterona mentían
menos que los sujetos que no habían recibido el suplemento de
testosterona", comentó el Dr. Armin Falk, profesor de economía y
codirector del CENS junto al Dr. Weber.
"Estos resultados contradicen los del método unidimensional, que relaciona la testosterona con un comportamiento antisocial".
Con información de Neomundo
http://www.nuevaprensa.com.ve
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