La simbología y delicadeza de la obra de Ricardo Calero inunda el Paraninfo

La exposición de divide en dos partes y la primera de ellas surge a raíz de un encargo del Museo del Grabado de Fuendetodos, que le pidió una pieza basada en la serie inconclusa del artista aragonés conocida como los "Disparates", la más enigmática y desconocida de todas las que realizó Goya.


Calero ha explicado en una conferencia de prensa en la capital aragonesa que al recibir dicho pedido se preguntó qué se podía hacer después de Goya, "el primer cronista de la sociedad española" y "un revolucionario en la técnica", y apostó por llevar el grabado a su terreno, a su forma de entender el arte, siempre basado en dos dimensiones: lo natural exterior y lo natural interior.

La pieza encargada fue sólo el principio, ya que Calero, a raíz de esa idea, fue capaz de desarrollar nueve series cargadas de símbolos, de ideas, de poesía, de naturaleza y sobre todo de innovación, ya que utiliza al territorio como "grabador" y a los elementos de la naturaleza como piezas clave en el proceso de creación.

Para realizar una de las series se trasladó a la localidad natal de Goya y allí localizó el camino por donde se supone que pasó el artista al dejar su pueblo, lleno piedras cargadas memoria que quizá lo vieron pasar. Durante 22 días (porque son 22 los disparates) colocó 22 papeles debajo de esas piedras y en ellos quedó grabada la esencia del lugar.

También en esta localidad zaragozana, concretamente en un campo en el que Goya pudo jugar cuando era niño, llevó a cabo otra de las series, para la cual necesitó la ayuda de un agricultor. Junto a él enterró el papel y de manera "simbólica" sembró palabras que dieron como fruto, con un "pequeño truco técnico", varias piezas con palabras grabadas, palabras como "enigma" o "qué valor".

Destaca, asimismo, una serie que desarrolló con la colaboración de la Guardia Civil, a partir de la idea de utilizar la munición de nueve milímetros "para crear y no para destruir". Los agentes fueron disparando sobre los papeles, de manera que después de cada disparo se quitaba uno de ellos.

Calero ha comparado esta serie con un puzzle en el que cada vez faltan más piezas, y cada pieza es "una vida que se ha escapado".

Todas las series van acompañadas de una muestra fotográfica de los lugares donde se realizaron los trabajos y de los elementos de la naturaleza que fueron utilizados, imágenes que trasladan al espectador hasta un entorno elegido clave para el proceso.

Entre las múltiples propuestas de esta primera parte, también hay varias piezas de la serie "Paciencia...", que pretende homenajear la obra "Perro hundido" de Goya, y una instalación llamada "Siempre aprendo", formada por hojas del cuaderno de notas del artista, que también recibió un disparo, marcadas por huellas de precintos, de lugares públicos cerrados de forma temporal.

La segunda parte de la muestra traslada al espectador a una época de creación anterior, por lo que las piezas se caracterizan por la variedad técnica y de formato.

Un paisaje invertido que habla de una llamada; un confesionario al revés como metáfora de la animalidad; una tela rasgada sobre la palabra nada bordada para mostrar que siempre hay mucho más; una piedra marcada por millones de segundos de luz; el color azul que transforma el casco viejo de la ciudad, que lo convierten en un lugar más alegre y más vivo; un lienzo en el que los sedimentos de un río han grabado la palabra "sueños"; o pasaportes rescatados del mar cargados de las heridas del viaje.

Ricardo Calero presenta en Zaragoza una exposición llena de fragmentos, de simbología, con referencias constantes a la naturaleza, al enfrentamiento entre la vida y la muerte que ésta lleva implícita, como un rescate de memoria, de sueños, de poder, todo ello a través de mensajes sutiles y delicados en los que la luminosidad lo inunda todo y sin dejar a un lado su compromiso social. EFE